29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

Mantuvieron una relación sentimental de más de siete años y, tiempo después, se habló de Paola, una presunta descendendiente nacida de este amor

La otra vida de Olghina de Robilant, la pasión prohibida de juventud de Juan Carlos I

El Cierre Digital en Juan Carlos I y Olguina de Robilant.
Juan Carlos I y Olguina de Robilant. / Fue uno de los grandes amores de juventud del Emérito
Olghina de Robilant vivió una pasional historia de amor con Juan Carlos I entre los años cincuenta y principios de los sesenta. Un romance que acabó cuando el hijo de Don Juan de Borbón en el exilio se casó con Sofía de Grecia. Sin embargo, siempre se ha hablado de la posible descendencia nacida de este romance. Por un lado, Olghina tuvo una hija pero nunca quiso desvelar el nombre de su padre y, más tarde, una mujer aseguró ser hija de ambos. Nunca se pudo probar nada. Olghina falleció en 2021.

En la historia sentimental de Juan Carlos de Borbón y Borbón hay una mujer que marcó su primera juventud. Mientras que en la prensa del corazón se hablaba de su primer amor, María Gabriela de Saboya, hija del rey italiano en el exilio, el que entonces era conocido como 'Juanito' vivió con Olghina de Robilant una historia pasional. 

Una historia que se mantuvo hasta el fin de la soltería de Juan Carlos I al casarse con Sofía de Grecia. La propia Olghina contaría que ella vio el anillo de pedida unas horas antes de la petición oficial de mano celebrada en septiembre de 1961 en la ciudad suiza de Lausana. Fue en una pensión romana, en la noche anterior al acontecimiento. 

Un nombre que volvería a cruzarse años después en la vida del Rey de España gracias al comercio mediático con unas cartas de amor y los rumores de paternidad de dos presuntas hijas. Un asunto, el de las paternidades no reconocidas, que ahora está más de actualidad que nunca. 

La condesa de los escándalos

Olghina de Robilant nació en la ciudad de Venecia el 3 de noviembre de 1934. Era cuatro años mayor que el Rey Emérito, y lo hizo en el seno de una familia aristocrática italiana bien conectada con el último monarca transalpino, Humberto de Italia, y con toda la nobleza europea.

En ese contexto conoció a Juan Carlos de Borbón, cuando aún era Juanito y los Borbones españoles vivían exiliados en Estoril, la localidad portuguesa donde encontraron su reposo la mayoría de las monarquías exiliadas. Entre Olghina y Juanito pronto surgió una atracción y mantuvieron una relación intermitente durante casi una década. 

Tanto ella como Juanito mantuvieron lo que hoy llamaríamos una relación abierta. Entre medias, el que luego sería Jefe de Estado, mantuvo un noviazgo oficial con su primer amor oficial María Gabriela de Saboya. Una relación que terminó porque a Franco la princesa italiana le parecía "demasiado moderna". 

Olghina de Robilant.

Olghina de Robilant contaría en 1991, en un libro, su historia de amor y pasión con el monarca español, donde daba detalles de la personalidad del entonces joven aspirante al trono. Declaraciones sorprendentes en las que describe a Juan Carlos de Borbón como un experimentado amante que "incluso ha estado con Sara Montiel".

Además, aportaba un detalle sorprendente ya que, según ella, antes de anunciar su compromiso con Sofía de Grecia, Juanito quiso despedirse de Olghina en una pensión romana donde incluso le mostró el anillo de pedida. 

Entre los más de siete años que duró su relación, Olghina tuvo una hija, Paola, cuya paternidad nunca quiso revelar. Un escándalo para la sociedad italiana de la época. Una hija con la que tendría después una relación complicada y que se crió con los padres de Olghina. 

A partir de los años sesenta, Robilant se hizo muy popular en Italia como cronista de sociedad en varias publicaciones. También participó como actriz de cine en alguna comedia llegando a aparecer brevemente en la mítica La dolce vita (1960), de Federico Fellini. En esos primeros años de la década de los 60 volvió a escandalizar y a sorprender a Italia con una fiesta de cumpleaños que, según algunos medios, acabó "en una escandalosa orgía". Sin embargo, todo se redujo a algunos números de striptease.  

En 1967, Olghina se casó con el escenógrafo Antonello Agliotti con el que tendría en 1972 a su hija Valentina. Poco tiempo después del nacimiento de la niña rompieron su matrimonio. Olghina falleció finalmente en noviembre de 2021 a los 87 años. 

Dos presuntas hijas

Entre los más de siete años que duró su relación con Juan Carlos I, Olghina tuvo, como hemos comentado, una hija de nombre Paola, cuya paternidad nunca quiso revelar. Un escándalo para la pacata sociedad italiana de la época. 

María José de la Ruelle. 

Pero no sería la última vez que los nombres de Olghina de Robilant y Juan Carlos I se cruzasen. En 2001, una mujer francesa que atendía al nombre de María José de la Ruelle presentó una demanda en los tribunales galos asegurando ser hija tanto del monarca español como de Olghina.

Según su rocambolesco relato habría sido concebida durante el crucero Agamenón que la reina Federica de Grecia organizó en 1954 para promocionar a este país mediterráneo. La reina Federica intentaba, además, que surgiera el amor entre alguna de las parejas reales que allí se embarcaron. El asunto de la joven francesa finalmente no prosperó y en España sólo fue seguido periodísticamente por la revista Pronto.

Juego de cartas de amor

Antes, ya en 1988, Olghina de Robilant reapareció en la vida del Rey Juan Carlos de la forma más inesperada. Según ha relatado Jaime Peñafiel en algunos libros, la condesa se presentó en la redacción de La Revista, publicación del Grupo Z que él dirigía, con unas cartas de amor entre ella y el rey Juan Carlos. Peñafiel se puso en contacto con la Zarzuela y el entonces secretario general de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, decidió comprar las polémicas cartas utilizando a Jaime Peñafiel como intermediario.

Nunca se ha sabido quién puso el dinero para esa operación. El propio Manuel Prado y Colón de Carvajal, en sus memorias póstumas, Una lealtad real, afirmaba que él se encargó de esta operación. Sin embargo, otros rumores de la época, sin ninguna prueba, adjudicaban a Mario Conde el papel de ponedor. 

La operación de poco sirvió ya que las cartas de amor -Olghina había hecho copias- acabaron tanto en Interviú como en el semanario italiano Oggi. Además de incluirse en el ya citado libro de memorias de la condesa, Reina de corazones (1991). Unas cartas que destapaban secretos reales de años anteriores y que hoy están en el más absoluto anonimato.

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