25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Desde los papeles que juzgaron Sánchez Guerra, Alcalá Zamora, Miguel Maura, Largo Caballero e Indalecio Prieto hasta el rey Alfonso XIII

Así se gestó en España hace 89 años la llegada de la Segunda República para sustituir a una monarquía envejecida

Proclamación de la Segunda República.
Proclamación de la Segunda República.
La llegada de la Segunda República Española, de la que hoy se cumplen 89 años, resultó un complicado y largo camino lleno de recovecos que desentraña en el siguiente reportaje el periodista y miembro de la Academia de Córdoba Julio Merino para elcierredigital.com.

He dicho en muchas ocasiones que la Historia de España está llena de "Días históricos" y lo vuelvo a repetir, pero resaltando que de entre todas hay tres que brillan más que el sol y que permanecerán en la mente de los españoles de hoy, en los de mañana y en los de siempre: Son el  2 de Mayo de 1808, el día que los españoles se echaron al monte y se enfrentaron al poderoso Napoleón en defensa de la España inmortal. El 14 de abril de 1931, el día que el pueblo español dijo ¡basta ya! a una Monarquía envejecida y levantó la bandera de una República que llegaba entre aplausos, vítores y lágrimas de alegría. Y el 18 de julio de 1936, el día que, una vez más, las dos Españas volvieron a las andadas y se enfrentaron salvajemente en los campos de batalla y en las retaguardias.

Como hoy es 14 de abril de 2020 y se cumple el 89 aniversario de aquel polémico, pero español, acontecimiento, vamos a recordar no lo que fue aquella Segunda República (que sería absurdo reducirla a unos cuantos folios) sino cómo llegó, cómo fue y cómo vivieron aquel día los españoles...

Mujeres celebrando la llegada de la República.

Pues, a pesar de ello S.M. quiso seguir, pensando  -como le diría a Miguel Maura, el hijo del gran Maura, cuando fue a despedirse de él porque se pasaba al campo republicano- que una Monarquía de 500 años no caía tan fácilmente y además cometió el error de entregarle el Gobierno  al general Berenguer, uno de los implicados en el terrible desastre de Annual, como muy pronto denunciaría Ortega con su decisivo artículo "El error Berenguer" y el clarividente delenda est monarchia (una verdadera sentencia de muerte).

“No discutamos ahora las causas de la Dictadura. Ya hablaremos de ellas otro día… Hoy lo que quiero decir es que la normalidad que constituía la unión cívica de los pueblos se ha roto. La continuidad de la Historia se ha quebrado. No existe Estado español. ¡Españoles: vuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo! Delenda est monarchia”

El camino hacia el 14 de abril

Pero, el camino hacia el 14 de abril no había hecho más que iniciarse y para la Monarquía ese año 1930 iba a ser un verdadero viacrucis, porque lo cierto es que a lo largo de todo el año todos se pusieron contra la Monarquía y hasta los más “posibilistas” se inclinaban ya francamente por la República. ¿Por qué? ¿Por qué los miembros más destacados de la derecha y hasta muchos personajes de los “Partidos Dinásticos” se apartaban del Rey y se pasaban al bando republicano? ¿Qué había sucedido en los espíritus conservadores para que cuando, al fin, Don Alfonso XIII decide poner fin a la Dictadura todos le vuelvan la espalda y le dejen solo ante la izquierda marxista y republicana?... ¿Qué le había sucedido durante los 7 años de Dictadura para que las derechas y las izquierdas, la Prensa, los intelectuales y los moderados… y hasta monárquicos tradicionales no perdonasen al Rey? ¿Qué pecados había cometido Don Alfonso para que hasta la Iglesia se pasase al campo del posibilismo y no saliese frontalmente en apoyo de su majestad católica?

 En resumen: ¿Qué vientos azotaban a la Monarquía para que hasta Don Ángel Ossorio y Gallardo, el veterano maurista dijera aquello de “en mi casa que siempre estuvo empapada de esencia monárquica, se ha vuelto republicano hasta el gato”?. Una cosa estaba ya clara los españoles no querían la Monarquía… y eso fue lo que se fue viendo en los meses siguientes. En febrero Sánchez Guerra, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, lanza sus famosos versos que resuenan en toda España: “No más abrazar el alma/en sol que apagarse puede/no más servir a señores/que en gusanos se convierten/”. Era el primer ataque serio al monarca.

Sin embargo, la gran explosión republicana se produciría a lo largo del mes de abril, pues fue durante este mes cuando se producen los discursos definitivos de Don Niceto Alcalá Zamora: “Dos fórmulas hay para la solución del problema español: una, buscar una Monarquía extranjera como en 1870; otra, continuar con la Monarquía actual. Serenamente, sin ninguna clase de apasionamiento he estudiado estas dos fórmulas y las creo imposibles. La mejor solución es la República para la que existe en España ambiente favorable. Pero soy partidario de una República conservadora y viable, gubernamental, con el desplazamiento consiguiente hacia ella de las fuerzas gubernamentales de la mesocracia y de la intelectualidad española. A una República así la sigo, la gobierno, la propongo y la defiendo. Con lo que no estoy de acuerdo sería con una República convulsiva, epiléptica, llena de entusiasmo, de idealidad, más harta de razón, no asumo la responsabilidad de un Kerenski para implantarla en mi patria”.

Y el 25 estalla la “bomba Prieto”, uno de los líderes del PSOE, que lo dice alto y bien claro en el Ateneo de Madrid: “El Rey es el hito, el Rey es la linde ,ya no hay escapatoria: con el Rey o contra el Rey. Vamos a derribar la Monarquía, vamos a traer la República”.

El primer gobierno de la República.

Luego les toca el turno al reformista Melquiades Álvarez y ¡cómo no!, al siempre díscolo y rebelde don Miguel de Unamuno, que el 1 de mayo hasta se pone al frente de la manifestación obrera.

Y así, en ese ambiente, se llega al mes de agosto. O sea, al “Pacto de San Sebastián” el que iba a ser la banderilla de fuego de la Monarquía. Porque allí se formó ya el “Comité Revolucionario” que, integrado por todas las fuerzas de la oposición, iba a luchar abiertamente contra la Monarquía y con un solo objetivo: traer la República. Lo primero, casi lo consiguen el 15 de diciembre cuando organizan un “Golpe” para acabar por la fuerza con el Sistema y arrojar de España a los Borbones… y aunque fracasa (incluso con el fusilamiento de dos de los cabecillas, los capitanes Galán y García Hernández) y los responsables políticos van a la cárcel la bola de nieve ya está rodando montaña abajo.

Partidos desintegrados en 1931

Y así llega 1931. Con la oposición en la cárcel o en el exilio, las Cortes cerradas, los Partidos desintegrados, las clases obreras sin trabajo en las calles y un Rey que ya no sabe qué hacer. Nada más comenzar el año dimite el general Berenguer y con él se va también su “Dictablanda”. Nadie quiere el Gobierno.

Ni siquiera los miembros del “Comité Revolucionario” que están en la cárcel (Alcalá Zamora, Miguel Maura, Largo Caballero, Indalecio Prieto había conseguido huir a Paris y Azaña estaba súper escondido) cuando don José Sánchez Guerra va, encargado por el Rey de formar Gobierno, a ofrecerles entrar como Ministros y lo rechazan… y al final es el pobre almirante Aznar, quién acabaría siendo el último Presidente del Gobierno de la Monarquía, y el que convoca las elecciones municipales, por no enfrentarse a las elecciones generales, que en realidad iban a ser un plebiscito. Los miembros del “Comité Revolucionario” salen de la cárcel en loor de multitudes.

Y con gran inquietud y expectación se celebraron las elecciones y los resultados fueron también polémicos, ya que en número de concejales ganaron los monárquicos, pero los republicanos ganaron en las grandes capitales (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla, Málaga, Coruña, Oviedo y casi las demás provincias) con una mayoría aplastante.

Naturalmente, las izquierdas supieron ganar la batalla de la propaganda y esa misma noche y el día 13 las masas tomaron las calles y la Historia quedó de parte de la coalición antimonárquica.

La Puerta del Sol el 14 de abril.

En esa situación, en la mañana del día 14, el conde de Romanones, el viejo y veterano manipulador de elecciones, Ministro de Estado, en nombre del Gobierno,  le pide al famoso doctor Marañón que organice en su casa una reunión con don Niceto Alcalá Zamora, el Presidente del “Comité Revolucionario”. Reunión que se celebró de inmediato, a las 12:30 y sentados frente a frente:

- Amigo Alcalá Zamora – comenzó diciendo el señor Conde- , iba a decirle al presidente del “Comité Revolucionario” que Su Majestad está dispuesto a abdicar y buscar con ustedes un pacto para el cambio de régimen. Don Alfonso solo pide tiempo, el tiempo necesario para hacer las cosas bien.

- Señor Conde, mi querido Álvaro- respondió don Niceto-, el tiempo de los pactos ya pasó… Yo solo le puedo decir, en nombre del “Comité Revolucionario” que presido, que si el Rey no se ha marchado antes de que se ponga el sol esta tarde no le podemos asegurar lo que le pase, a él y a su familia.

Despedida del Rey

La suerte estaba echada. Porque la respuesta del Rey no se hizo esperar. Don Alfonso XIII, él solo, dejando a la Reina y sus hijos en el palacio real, que estaba rodeado de radicales exacerbados, salió de Madrid y antes de que amaneciera el día 15 estaba ya en Marsella. Eso sí, dejaba para la Historia este comunicado: "Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas.

Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia. Soy el Rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fraticida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme algún día cuenta rigurosa.

Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos. También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles." 

Pero tanta o más prisa que el Rey en marcharse se dieron los miembros del “Comité Revolucionario” en tomar el Poder y proclamar la República desde el balcón de la Puerta del Sol… y allí mismo, entre aplausos y alegrías y brindis formalizaron el nuevo Gobierno que quedó constituido así:

  • Presidente del Gobierno Provisional(Niceto Alcalá-Zamora y Torres)
  • Ministro de Estado (Alejandro Lerroux García)
  • Ministro de Justicia (Fernando de los Ríos Urruti)
  • Ministro de la Guerra (Manuel Azaña Díaz)
  • Ministro de Marina (Santiago Casares Quiroga)
  • Ministro de Hacienda (Indalecio Prieto Tuero)
  • Ministro de la Gobernación (Miguel Maura Gamazo)
  • Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes (Marcelino Domingo Sanjuán)
  • Ministro de Fomento (Álvaro de Albornoz Liminiana)
  • Ministro de Trabajo (Francisco Largo Caballero)
  • Ministro de Economía Nacional (Luis Nicolau d'Olwer)
  • Ministro de Comunicaciones (Diego Martínez Barrio)

Celebración de la llegada de la Segunda República.

 Y esa misma noche don Niceto Alcalá Zamora, el más experto en redactar textos oficiales, escribió y firmó los primeros Decretos del nuevo Gobierno. El Preámbulo del primero decía:

"El Gobierno provisional de la República ha tomado el poder, sin tramitación y sin resistencia ni oposición protocolaria alguna; es el pueblo quien le ha elevado a la posición en que se halla y es él quien en toda España rinde acatamiento e inviste de autoridad. En su virtud, el presidente del Gobierno provisional de la República asume desde este momento la Jefatura del Estado, con el asentimiento expreso de que las fuerzas políticas triunfantes y de la voluntad popular, conocedora, antes de emitir su voto en las urnas, de la composición del Gobierno provisional. Interpretando el deseo inequívoco de la Nación, el Comité de las fuerzas políticas coaligadas para la instalación del nuevo régimen designa a don Niceto Alcalá Zamora y Torrespara el cargo de Presidente del Gobierno provisional de la República..." 

 Y a continuación se firmaron todos los Decretos con los nombramientos de los nuevos Ministros. Y Alcalá Zamora firmo también el Decreto por el que se concedía una Amnistía General (presos comunes y políticos): “(...)la más amplia amnistía a todos los delitos políticos, sociales y de imprenta, sea cualquiera el estado en que se encuentren los procesos, inclusos los ya fallados judicialmente y la jurisdicción a que estuviesen sometidos (...) en que los delitos políticos sociales y de imprenta responden generalmente a un sentimiento de elevada idealidad y han sido impulsados por el amor a la libertad y a la patria y además legitimados por el voto del `pueblo en su deseo de contribuir al restablecimiento de la paz general (...)”.

Desgraciadamente poco dura la alegría en casa del pobre, diría el huraño Don Pío Baroja, cuando a los pocos días de la proclamación comenzaron a arder las iglesias, los conventos y las bibliotecas de toda España.

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