19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

La puja está señalada para el día 3 de marzo en el Juzgado de Primera Instancia 3 de Lugo por la disputa de su propiedad

A subasta judicial un perro por 1.715 euros tras una separación conflictiva de sus dueños

Se subastará un perro similar a éste.
Se subastará un perro similar a éste.
La subata está señalada para el día 3 de marzo en el Juzgado de Primera Instancia 3 de Lugo al no haber alcanzado sus dueños un acuerdo por la disputa de su propiedad. Se trata de un perro de raza Boston Terrier y que responde al nombre de "Boss" cuya puja comenzará por 1.715 euros, aunque la valoración a precio de mercado, al parecer, es de 3.431 euros. El abogado especialista en familia Alberto G. Cebrián responde todas las preguntas que surgen al respecto.

¿Es razonable que un perro acabe en una subasta en favor del mejor postor? ¿Es legal y moral? A continuación, resolveremos las principales dudas centrándonos en la parte legal, la moral y el sentido común. Hace poco un perro ha protagonizado un hecho insólito, aunque es habitual en Estados Unidos, heredó cinco millones de dólares al fallecer su dueño.

La subasta de un perro es algo muy controvertido socialmente, pero es perfectamente legal. Otra cuestión es que la sociedad haya evolucionado en favor de la sensibilidad animal y que la Ley aún no lo haya hecho en la misma medida y deba de seguir evolucionando, pues de hecho estamos en fase de pleno cambio jurisprudencial.

Legalmente un perro es un objeto, un semoviente, una propiedad, al igual que una mesa o un vehículo. Se trata de un bien indivisible que, por tanto, no puede partirse salomónicamente, sino que sólo se puede reconocer su propiedad en favor de una o más personas o regular su custodia según la última jurisprudencia, que ha permitido que sean considerados seres dotados de sensibilidad.

Normalmente un perro pertenece a una única persona. No existen registros oficiales al respecto y prevalecerá el titular que conste en la cartilla veterinaria, el microchip y en su caso, el pasaporte europeo. Cada uno de ellos tiene que estar a nombre de una sola persona, pero puede producirse confusión en cuanto a su propiedad o copropiedad en los siguientes casos:

  • Casos en los que la cartilla sanitaria, microchip o pasaporte no coincidan en la misma persona. Por ejemplo, la cartilla sanitaria este a nombre de una persona y el microchip a nombre de otra.
  • Casos de copropiedad por haber adquirido el perro, casados en gananciales.
  • Casos en los que dos o más personas reconozcan voluntariamente la copropiedad.
  • Casos en los que no se reconozca la copropiedad, pero exista prueba documental u otra en la que se pueda demostrar que el perro pertenece a más de una persona.

Si tenemos un solo perro, pero más de un dueño, de existir entendimiento no habrá problema, pero en caso de discordia pueden generarse múltiples conflictos y enfrentamientos.

 ¿De quién son los derechos y las obligaciones? 

Pues bien, existen lagunas legales, pero realmente todos los copropietarios comparten al perro de manera indistinta y deben de ponerse de acuerdo en primer término. A falta de acuerdo, en el peor de los casos, deberá de resolverse en los Tribunales, lo que supone tiempo, dinero e incluso, en la actualidad, una absoluta incertidumbre en cuanto al resultado del pleito.

Así es el perro que se subastará.

Existen sectores de la sociedad que están intentando paralizar la subasta, pero que previsiblemente no lo conseguirán ¿Por qué? Sencillamente, como hemos dicho, por ser perfectamente legal. De hecho, en Galicia es frecuente la subasta de vacas y otros animales, pero lo llamativo e infrecuente es que sea como en este caso, una mascota doméstica.

¿Es moral subastar un perro en un Juzgado?

Yo personalmente considero que no. Cada persona tendrá un punto de vista moral diferente. Tal vez hace 50 años el hecho de que un perro se subastara en un Juzgado no hubiera provocado escándalo social.

En cambio, en la actualidad, cuando las mascotas se han integrado y convertido en un miembro más de la familia, se percibe como una barbaridad el hecho de que se vaya a llevar a efecto la subasta de un perro al mejor postor de una subasta judicial.

Estoy seguro de que dentro de pocos años existirá una reforma legal que por fin permita la delimitación de los derechos, obligaciones y responsabilidades respecto de las mascotas de manera uniforme y pacífica.

De hecho, en la actualidad al no saber muy bien a que atenernos, las mascotas y sus dueños se ven abocados a la indefensión al no tener muy claro si nuestro perro o gato es nuestro, si es compartido y qué ocurriría en una hipotética separación.

Lo moral, es que aquello a lo que damos valor se proteja jurídicamente. Para protegerlo, lo mejor es que se pueda certificar a qué persona o personas pertenece cada perro o gato, pero tampoco podemos volvernos locos y pretender equiparar los derechos de nuestras mascotas a los de nuestros hijos, pues sería una situación insostenible y con muy difícil aplicación práctica. No debemos ni cosificar ni personificar a nuestras mascotas.

Lo indivisible sólo se puede regular, no se puede dividir, y es por ello por lo que crea tantos conflictos de intereses y choques de derechos y obligaciones. Lo razonable moralmente es que cada perro pertenezca a la persona o personas que lo compren o adopten y que en cada momento se pudieran documentar los cambios.

De esta manera, en caso de desacuerdo se podría regular una custodia exclusiva con un derecho de visitas o una custodia compartida; así como contribuciones a los cuidados y necesidades de la mascota, pero básicos, sin llegar al detalle que se llega en el caso de los niños.

Cuando dos progenitores se disputan la custodia de su hijo en proceso judicial se puede llegar a una exploración judicial del menor o un informe psicosocial.

Sería un verdadero despropósito pretender llevar al perro o al gato al Juzgado con la intención de que un juez, psicólogo o trabajador social emita una valoración o dictamen respecto de este.

De igual modo sería una barbaridad pretender vender a un hijo en subasta por la incapacidad de ponerse de acuerdo de sus padres. 

Por ello, moralmente, ni un perro puede considerarse un objeto como si fuera un mueble; ni podemos considerarlo como una relación paternofilial como las relaciones de padres e hijos.

Lo correcto es que se evolucione hacia un sistema de propiedad única y copropiedad de un perro o gato, que suponga que, en los casos de ser compartida, se normalice que se pueda regular la vida de la mascota no pudiendo llegar en ningún caso a ser subastada.

Los juzgados de Lugo.

Un niño es una gran responsabilidad, a diferencia de lo que ocurre con las propiedades, respecto de las que podemos disponer e incluso maltratar o destruir, pues, al fin y al cabo, son nuestros objetos o propiedades.

Los perros aún siguen siendo calificados como objetos pero ya hay sentencias, que están forjando jurisprudencia, que les dan la calificación de seres dotados de sensibilidad, por ello es previsible que pronto, ojalá, se pueda crear una categoría especial para ellos que pueda ser intermedia, para que ni sean equiparados a meros objetos ni a las personas pues evidentemente no lo son. 

Sentido común ¿Es razonable una subasta? 

Si dos personas quieren a su perro tanto que llegan a pedir que sea subastado, tal vez debamos de replantearnos si de verdad lo quieren adecuadamente, si están buscando lo mejor para su perro o se trata de un capricho egoísta dirigido a cubrir sus intereses sin que la prioridad sea el beneficio del animal.

Si se comparte una mascota es porque entendemos que tanto nosotros como el otro dueño es adecuado para su cuidado. En caso de falta de entendimiento lo que no es razonable es que se solicite que el perro o gato sea subastado a la persona que pague más dinero por él sin que ello suponga ningún tipo de garantía de que le tratará adecuadamente.

Además, pensando en el bienestar de la mascota, el cambio de vida que puede sufrir en una compra judicial por un desconocido puede suponer un gran desequilibrio para el animal y su estabilidad.

Una cosa es que se acuerde que el perro sea cuidado por uno sólo o por los dos o más dueños, pero en este caso de discordia se desentienden del perro para que, a cambio de dinero, sea un extraño el que pase a cuidarlo es un despropósito.

No debemos de olvidar que la petición de subasta ha sido solicitada por sus dueños y suponiendo que ha sido sopesada y meditada conscientemente, lo más normal es que se deba a una de estas dos intenciones:

  • Que opten por privar al otro dueño del perro incluso perdiéndolo ambos, dando prioridad a la rentabilidad del animal. En este caso debemos de ser realistas y el hecho de que un perro salga a subasta no quiere decir que nadie puje por él. Con la cantidad de cachorros pequeños y perros en general que se venden y dan en adopción es improbable que un tercero ajeno su entorno se interese por la adjudicación del animal.
  • Que los dueños o personas de su entorno quieran pujar por él considerando que pueden pagar un mayor precio y de esa manera salir de la copropiedad y lograr el objetivo, adjudicarse el perro en exclusiva como prioridad. Dentro de lo malo, esta sería la opción más razonable, pues al menos, sí tendría como fin adjudicarse el can objeto de litis y por tanto responsabilizarse de su bienestar.
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