23 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Por primera vez se ha producido una reunión entre el hermano de la conocida como 'chica del Vaticano' y el papa Francisco para esclarecer el caso

Desaparición Emanuela Orlandi: La familia señala al entorno de Juan Pablo II tras 39 años

Pietro Orlandi, con un cartel de su hermana desaparecida.
Pietro Orlandi, con un cartel de su hermana desaparecida.
El pasado martes 11 de abril, al hermano de la joven desaparecida en 1983 Emanuela Orlandi, Pietro Orlandi, le han escuchado por primera vez en el Vaticano. Una reunión de ocho horas donde se han aportado los relatos de recientes investigaciones y los documentos que sostienen sospechas del pasado en el caso. Sospechas de pedofilia que apuntan al círculo cercano del papa Juan Pablo II o a integrantes de la mafia en los lindes de la Santa Sede.

El hermano de la desparecida Emanuela Orlandi, Pietro Orlandi, ha sido escuchado por primera vez este martes 11 de abril en el Vaticano. Es la primera investigación que corre a cargo de la justicia pontificia, el Papa Francisco lo ha expresado como un deseo personal para poder arrojar luz sobre uno de los episodios más misteriosos de la crónica negra italiana. La fiscalía de la Ciudad del vaticano ordenó la reapertura del caso de la desaparición de la joven italiana Orlandi el pasado 11 de enero.

La reunión entre el hermano y el pontífice ha durado ocho horas. Se han aportado los relatos de las recientes investigaciones y algunos documentos que prueban las sospechas infundadas del pasado. A la salida de la reunión, Orlandi explicó que había entregado todas las pruebas de las que disponía, incidiendo en las más recientes. Estas se refieren a que su desaparición estaría vinculada a una posible pedofilia e incluyen el audio de un integrante de la mafia, cercano al papa Juan Pablo II, que habla de abuso sexual a menores dentro de la Santa Sede.

Orlandi ha asegurado a lo largo de estos años contar con pruebas que apuntan a dos personas cercanas al Sumo Pontífice, y pide que de una vez por todas se tomen responsabilidades. “Tengo que decir que he encontrado una gran disponibilidad del fiscal para aclarar las cosas. Si hay responsabilidades, incluso en los rangos más altos del Vaticano, tienen que salir".

emanuela_orlandi

Emanuela Orlandi.

Entre las pruebas figura una conversación vía WhatsApp, donde se citan a dos personas vinculadas al Santo Padre: el cardenal español Santos Abril y Castelló y el sacerdote del Opus Dei Lucio Ángel Vallejo Balda.

A la salida de la reunión, en la plaza de San Pietro, Orlandi, por primera vez en casi 40 años, se muestra optimista: “No excluyeron a nadie, aceptaron y tomaron en consideración las cosas que dije. Por primera vez en cuarenta años me escucharon en profundidad”.

Reapertura del caso

El 11 de enero se ordenó la reapertura por parte de la Fiscalía de la Ciudad del Vaticano. El fiscal Alessandro Diddi es la persona a cargo del caso y justificó la decisión de reabrir el caso diciendo que se habían atendido “las peticiones realizadas por la familia en diferentes sedes judiciales”.

Diddi es un conocido penalista y docente de derecho penal, que ha asegurado que en esta ocasión se revisarán los numerosos documentos recogidos a lo largo de estos años (el caso ha marcado los tres últimos papados católicos) y los nuevos documentos que nunca antes habían llegado a ser verificados. 

Según la familia, hasta el momento la colaboración del Vaticano había sido siempre nula y nunca se llegó a abrir una investigación por parte de la Justicia vaticana, a pesar de que la joven desparecida era vaticana, no italiana. Para sus familiares, lo necesario hubiera sido impulsar una investigación desde el interior del vaticano, donde creen que se hallan muchas de las respuestas de esta desaparición.

Sin embargo, hasta ahora Francisco siempre ha defendido la figura de Juan Pablo II, sosteniendo que no existe ninguna evidencia y que se trata de “suposiciones sin fundamento”.

El caso de Emanuela Orlandi

La joven era la cuarta hija de una familia afincada en la Ciudad del Vaticano. Su padre trabajaba como funcionario de la Prefectura de la Casa Pontificia.

Cartel de la desaparición

Con gran interés por la música y las artes, Emanuela tomaba clases de flauta travesera, piano y canto. El 22 de junio de 1983, como todos los miércoles y viernes, se fue a sus clases de música. A la salida de clase, la joven llamó a su hermana para contarle que un desconocido le había ofertado un trabajo como vendedora de Avon. Esa fue la última vez que alguien mantuvo una conversación con Emanuela.

Esa misma noche, la familia Orlandi comenzó a inquietarse pues la menor no había regresado a su domicilio. Sin embargo, cuando fueron a la comisaria a denunciar su desaparición, la policía les comunicó que no habían pasado horas suficientes para comenzar a buscar a la menor. Ante la negativa, su hermano Pietro decidió empapelar las calles de la ciudad con fotografías de Emanuela. El caso abría los informativos y se convirtió en un suceso que revolucionó a toda la comunidad italiana, incluido el Vaticano.

Hipótesis: mafia, pedofilia y terrorismo

Fueron muchas las hipótesis planteadas a lo largo de los años. Muy diversas y algunas incluso inverosímiles. Una de ellas, relacionada con la Santa Sede y con el papa Juan Pablo II.

Juan Pablo II llegó a intervenir y pedir por la joven, lo que provocó una llamada telefónica que devolvió la esperanza a los familiares. En esa llamada, un ciudadano, al que más tarde apodaron como “el americano”, les informó de que había hablado con Emanuela la noche anterior. El autor de la llamada les puso una grabación de la voz de la joven. Los Orlandi no tenían ninguna duda, Emanuela continuaba con vida.

Según esta teoría, la desaparición estaba vinculada al atentado que sufrió Juan Pablo II en mayo de 1981 a manos de Mehmet Ali Ağca. Ağca fue condenado a cadena perpetua, por lo que una de las llamadas telefónicas que recibió la familia, de nuevo por parte de “el americano”, tuvo como objetivo exigir la liberación del terrorista a cambio de la libertad de la joven.

Los medios de comunicación de la época señalaron que, a raíz de las diversas llamadas, se planteó la idea de que el intento de asesinato del Papa guardara relación con la KGB. El terrorista turco tenía datos sobre la desaparición de la niña y fue la KGB quien quería sacarle de prisión para que así pudiera guardar silencio.

Otra de las hipótesis que surgieron fue la de una supuesta venganza de la Cosa Nostra. Las investigaciones apuntaban a una posible implicación del capo Enrico de Pedis en el secuestro de la menor. El italiano era el supuesto líder de una de las organizaciones criminales activas en la ciudad de Roma. La organización mantenía fuertes vínculos con las altas esferas eclesiásticas del Vaticano ya que solía hacer negocios con el Banco Ambrosiano, propiedad de la Santa Sede.

De Pedis fue asesinado en 1990 y es el único capo enterrado en la Basílica de San Apolinar. Las especulaciones sobre su participación eran cada vez más intensas y, años más tarde, Sabrina Minardi, una de sus examantes, confesó que el italiano había estado detrás del secuestro de la joven por un ajuste de cuentas con la Santa Sede tras la quiebra del Banco Ambrosiano.

La última hipótesis apuntó directamente a la Santa Sede. La joven le confesó a una amiga suya que durante una de las tardes en las que iba a sus clases de música, Gabriel Amorth, un sacerdote cercano al Papa Juan Pablo II, "la había acosado sexualmente". Los casos de pedofilia en la Iglesia eran habituales y en 2012 se filtraron una serie de documentos donde aparecían una serie de gastos sufragados por el Vaticano a nombre de Emanuela.

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