19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

"El hecho de que en un matrimonio haya existido una traición es absolutamente irrelevante desde el punto de vista legal", afirma Alberto G. Cebrián

Rocío Carrasco contra Antonio David Flores: Por qué la infidelidad no es ilegal en nuestro país

Rocío Carrasco.
Rocío Carrasco.
¿Sabiáis que la infidelidad es perfectamente legal en España? Otra cosa es que no sea moral. No son pocos los clientes que cada año vienen a los despachos de abogados con la intención de denunciar a su pareja por infidelidad o a tratar de acreditar que su cónyuge les es infiel para poder “hacer justicia” en el divorcio. El abogado de familia Alberto García Cebrián explica las claves de este asunto a raíz del documental protagonizado por Rocío Carrasco.

Muchas personas tienen la falsa sensación de que por demostrar que les han sido infieles tendrán ventajas en el proceso de separación al acreditar de alguna manera que quien ha fallado es la otra parte, mostrando cierta tendencia a la victimización.

Jurídicamente la infidelidad es indiferente. En un proceso de divorcio amistoso o juicio de divorcio contencioso no se tratará sobre las relaciones sentimentales que han existido entre los miembros de la pareja o respecto a terceras personas.

Por ello, reiteramos, legalmente el hecho de que en un matrimonio o pareja haya existido una infidelidad es absolutamente irrelevante.

Una situación que se repite con frecuencia es la de un cónyuge que acude al despacho de abogados con la intención de que el otro cónyuge se marche de la vivienda familiar por haber sido infiel. Pues bien, en la práctica, en muchos casos así acaba ocurriendo de manera natural, pero realmente la infidelidad no supone que el esposo o la esposa infiel se tenga que ir de la casa como consecuencia de sus actos.

En derecho de familia no existen buenos ni malos. En un matrimonio, dos personas que están voluntariamente casadas deciden mantenerlo hasta que una de ella (o las dos) opten por ejercer su derecho de separarse o divorciarse. No hay más. Desde el año 2005 el proceso de divorcio se ha simplificado y los esposos que se separan o divorcian no tienen que contar sus intimidades, no hay culpas y la infidelidad es totalmente indiferente.

Cuando se toma la decisión de separarse o divorciarse no procede alegar causa alguna, únicamente será necesaria la petición de uno de los cónyuges en proceso contencioso o la petición y/o consentimiento de ambos en el proceso de mutuo acuerdo.

Divorcio sin causa, menos dramático

El divorcio no tiene necesariamente que ser un drama sino solo un proceso que a veces hay que pasar. Se puede llorar, sufrir, sentir rabia, impotencia, pero al final ambos cónyuges saldrán adelante. Lo importante es tener claro lo que se quiere y más aún lo que no se quiere. No siempre tenemos la suerte de mantener aquello que de verdad queremos, pero tampoco debemos comportarnos como si se tratara de una promoción profesional.

Rocío Carrasco durante la emisión del documental. / Mediaset

Hay que negarse a ser el número dos, un segundo plato, una opción temporal, si nosotros deseamos a nuestra pareja como nuestro amor pleno. Existe un problema frecuente, y es que ambos no tengan prioridades similares respecto del otro cónyuge, ya sea como principal prioridad, como se supone que teóricamente debe ocurrir en un matrimonio, o solo una relación más si es que así lo desean, pero cualquiera de las dos formas ha de sentirse de manera equilibrada y sincera. No es justo ni sostenible que uno quiera y otro se deje querer. La relación se debe desear por amor y no mantenerse por mera comodidad o intereses espurios.

Lo difícil no es el matrimonio, sino nosotros mismos que lo complicamos todo por prejuicios y enfrentamientos, en muchos casos por cuestiones cotidianas que no tienen sentido. ¿Qué más dará quién tenga razón en una cena de amigos? ¿Qué más dará que uno haga algo mejor o peor que el otro? ¿Qué más dará si la culpa o el mérito de algo lo tiene uno u otro? En un matrimonio no somos rivales sino compañeros de vida que comparten su amor y se apoyan por confianza el uno en el otro. Entre tener razón y ser feliz, en muchos casos deberíamos elegir ser feliz.

Idealizamos tanto el amor que soportamos un nivel de frustración que impide que afrontemos y superemos pequeños problemas de la vida sentimental. Es un problema cuando uno abusa de la relación y el otro se somete a la misma, por eso esta situación no se debe entender como un matrimonio feliz.

Muchas personas, que por desgracia no han sentido nunca lo que es el amor verdadero, no se imaginan lo feliz que uno puede llegarse a sentir dentro de una relación sentimental plena. Algunas personas no saben querer, dejarse querer o nunca han estado con una persona que sí sepa. No haberse sentido queridos y valorados puede suponer que una persona perfectamente válida no sea consciente de su propia capacidad de amar y ser feliz.

Eso nos lleva a un nivel de conformismo e ignorancia sentimental, tendiendo a quedarnos con lo que tenemos por no conocer otra cosa. Si con la vida que tenemos somos felices, no habrá que cambiar nada, el problema es que no seamos felices y que no luchemos por conseguir otro tipo de vida por no plantearnos ni tan siquiera que pueda existir.

En este sentido, la infidelidad no debe de entenderse solo como una falta de confianza que rompe la pareja. Normalmente la pareja ya esta rota y a consecuencia de ello se produce la infidelidad.

¿Es infidelidad lo que ocurre en la Isla de las Tentaciones?

Aparentemente en la mayoría de las parejas que participan en el programa “La Isla de las Tentaciones” llega el momento en el que cada miembro de la pareja acaba teniendo relaciones con alguno de los tentadores y eso escandaliza a la parte contraria por el comportamiento que ven de su pareja en la otra villa, sin embargo, justifican el que protagonizan en primera persona.

Incluso es frecuente que sus compañeros critiquen duramente los comportamientos que tienen en la otra villa las parejas, pero animen a dejarse llevar por los de su propia villa, con los que empatizan hasta el punto de ver lógico que en vez de mantener el respeto a la que hace unos días era su pareja. Y lo que es peor, delante de toda España y sin haber podido antes aclarar la situación.

En muchos casos sienten alivio cuando ven que su pareja acaba teniendo relaciones sentimentales o sexuales con otra persona por percibirlo como algo que da vía libre a que él o ella también las tenga y su comportamiento no sea percibido socialmente como algo reprobable.

"La Isla de las Tentaciones" es un verdadero estudio sociológico en el que los participantes tienden a comportarse de manera natural pasado poco tiempo después del inicio del programa.

Justifican sus infidelidades por carencias y traumas, pero en cambio se escandalizan de lo que hacen sus parejas. Por la edad de los participantes y el contexto paradisíaco, algunos tienen comportamientos inmaduros, pero es más que llamativo que todas las parejas entren en el programa con la intención aparente de demostrar su amor mutuo y que al poco tiempo, la mayoría acabe en infidelidad televisada.

Tendemos a percibir nuestra relación de pareja de una manera tan subjetiva que dos personas que comparten sus vidas pueden concebir su relación de una manera totalmente diferente. En la monotonía de la relación sentimental consideran que son felices, pero a pesar de que saben que su pareja y España entera está viendo lo que hacen, se dejan llevar por el contexto idílico y acaban cayendo en la tentación y protagonizando infidelidades que hacen las delicias de los espectadores.

Cuanto más escándalo, más gusta. Esto debería hacernos reflexionar pues parece que parte de la sociedad está evolucionando a la frivolidad de deleitarse con las infidelidades ajenas, pero normalizando ciertos patrones de relaciones sentimentales posesivas y tóxicas.

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