20 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

LA HIJA MENOR DEL NATURALISTA, HEREDERA DE SU LEGADO PROFESIONAL, DESCUBRE EL LADO HUMANO Y FAMILIAR DEL DIVULGADOR FALLECIDO EN UN ACCIDENTE EN 1980

Odile, hija de Félix Rodríguez de la Fuente: "Mi padre siempre decía que la muerte no era el final"

Odile Rodríguez de la Fuente y su padre Félix Rodríguez de la Fuente.
Odile Rodríguez de la Fuente y su padre Félix Rodríguez de la Fuente.
Odile Rodríguez de la Fuente es la continuadora del legado de su padre, el recordado naturalista Félix Rodíguez de la Fuente. El 14 de marzo de 2020 se cumplieron 40 años del fallecimiento del mejor divulgador ambientalista que ha tenido España. Su hija menor Odile descubrió en esta entrevista para ‘Elcierredigital.com’ el lado más íntimo y desconocido de su padre.

Pocos naturalistas gozan de tanto prestigio nacional e internacional como “nuestro” Félix Rodríguez de la Fuente, un visionario que marcó un hito en la historia de la conservación de la naturaleza de nuestro país, pudiéndose afirmar que en este campo hay un antes y un después de él.

Cuando yo inicie mi carrera profesional en ICONA tuve el honor de que mi primer despacho fuera el que antes fue suyo, situado en la Casa de Campo de Madrid, un lugar donde comenzó su andadura como naturalista… pero eso es otra historia, lo que ahora nos interesa es conocer la faceta más humana de Félix y para ello mejor que nadie su hija menor Odile, la gran continuadora de su legado.

- Odile, normalmente todos conocemos a Félix Rodríguez de la Fuente en su faceta de naturalista, pero ¿cómo era en casa como padre?

- Muy casero, cuando estaba en casa le gustaba tener a toda su “tribu” alrededor de él, le encantaba vernos jugar. Siempre lo recuerdo con un libro, tumbado en el sofá con los perros y nosotras encima de él. Fue un padre muy afectuoso, muy cariñoso… mucho más incluso que mi madre que en casa era “la jefa". Yo me pasaba todo el día subida encima de él, como si fuera un mono (ríe). Mi padre era otro niño, cuando estaba jugando con nosotros era frecuente que nos dijera “Uyyyy, ya verás cómo nos va a regañar tu madre…” (Ríe). Además, era muy “animal,” … nos olía, nos cogía… igual de pasional y expresivo en la intimidad que ante los medios de comunicación, pero con las cosas cotidianas.

Félix Rodríguez de la Fuente con sus hijos en la playa.

- Tú eras muy joven cuando le perdiste, pero aun así, ¿notabas mucha diferencia entre el Félix padre y el naturalista-aventurero?

- Yo la verdad es que no lo recuerdo como aventurero, en casa era igual que fuera. Mira, siempre recordaré que una vez a la vuelta de un viaje suyo a Canadá, cuando llegó, fue directamente a nuestra habitación, nos despertó y saco de su maleta un montón de esculturas y figuras hechas con los huesos de ballenas y demás por la tribu esquimal de los inuit y no se me olvida cómo nos iba contando cómo era este pueblo, cómo vivían en el hielo…y cómo entendían el lenguaje secreto de la vida. Nos lo contaba a nosotros como después lo hacía al resto de los españoles.

- ¿La aventura formaba parte de su vida o era un medio para saciar su sed de conocimiento?

- Más que alguien que busca la aventura, era una persona muy vital, enamorado de la vida y de las sensaciones y experiencias que esta le brindaba. Era enormemente curioso y lo único que quería era sentirse vivo y por eso se metía en la naturaleza -que era lo que realmente le atraía-, y viajaba por el mundo para conocer “otras naturalezas”, otras formas de cultura, otras formas de entender la forma de relacionarse entre el hombre y la tierra.

- Todos recordamos sus referencias al “jefe de la manada”. ¿Tu padre lo era en casa?

- Cuando estaba en casa estaba al cien por cien con nosotras, no estaba distraído con otros temas y era el “jefe de la manada”, pero solo entre comillas porque la jefa verdadera era mi madre y mi padre se dejaba llevar (ríe). En casa era donde se relajaba y, como te he dicho, era un niño más.

 - Defíneme a tu padre, sin pensar.

- Vitalista realizado y agitador de conciencias. Un auténtico “vividor”, en el buen sentido de la palabra evidentemente. En mi padre destacaba también su nobleza, le primaban valores y principios casi medievales como el valor de la palabra, la importancia de la familia o la amistad.

- Supongo que tendrás muchos recuerdos, pero dinos uno o algo que nunca olvidarás de él.

- Sobre todo, recuerdo sensaciones más que recuerdos intelectuales ordenados. La sensación con la que yo identifico a mi padre es amor incondicional y una fuente de seguridad inagotable, su presencia para mí era seguridad, habría ido con él al fin del mundo si me lo hubiera pedido.

Félix y su hija Odile.

- Aunque no lo tuviste mucho tiempo contigo seguro que anécdotas no te faltarán, dinos una.

- Sí. Mira, cuando íbamos a La Matilla, una finca que tenemos en Guadalajara, nos despertaba al alba y salíamos a recorrer el campo para observar las aves y siempre nos daba una peseta por cada ave que reconocíamos… yo con seis años me sabía la guía de aves al dedillo. Reconocer y detectar aves era algo divertido y estimulante.

- ¿Era un hombre de carácter? ¿Cómo era realmente?

- Era una persona sumamente exigente. Para él la autoexigencia, la disciplina, el rigor, la superación, era algo que llevaba como una religión consigo mismo y con la gente que le rodeaba. Por ejemplo, con nosotras, cuando traíamos las notas y no estaba, había que dejárselas debajo de la almohada para que las viera cuando llegase. Siempre buscaba el máximo rendimiento y esto quizá se lo debía a su afición por el deporte. Y además era un seductor nato, no se consideraba mejor que los demás, pero te arrastraba.

- ¿En algún momento deseaste haber sido solo hija de Félix, haber tenido un padre “normal”?

- Para nada (sonríe). Me encantaba que viajase y que volviese lleno de anécdotas y, sobre todo, una cosa muy importante es que compensaba muy bien sus ausencias porque cuando estaba en casa, lo estaba al cien por cien con nosotras como te dije y eso no es fácil… compensaba la ausencia con la presencia por así decirlo. Se metía y conectaba con nuestro mundo de niños.

- Normalmente solo nos centramos en el personaje conocido y nos olvidamos de aquellos que convivieron con él. Odile, ¿cuál fue el papel de tu madre en la vida profesional de tu padre?

- Creo que mi madre fue la mano derecha de mi padre durante toda su vida profesional. Ella fue la que literalmente escribió El Arte de Cetrería porque mi padre se lo dictó. Fue su máximo apoyo y su crítica más acérrima a la vez, en ella mi padre encontraba una voz sincera. A veces le “tocaba las narices” porque era muy orgulloso, pero luego le reconocía que tenía razón. Era su mayor admiradora y eso nos lo transmitió a todas.

Un joven Félix con su eposa Marcelle.

- ¿Qué papel ocupaba la religión en su vida?

- Era muy espiritual y muy místico, pero no dogmático. Eso sí, era muy respetuoso con la religión católica porque era la de su familia y con la que había crecido.

- En apariencia era un hombre duro, pero ¿en alguna ocasión le viste realmente abatido?

- Abatido realmente no, pero según mi madre, era una persona que se preocupaba mucho y cuando se le acumulaban muchos temas, obstáculos -que no le faltaron, aunque la gente piense lo contrario- y problemas, tenía tendencia al insomnio y entonces, cuando toda esta acumulación de cosas se le hacía insostenible, cortaba y se iba a África y ahí recargaba pilas.

- ¿Le viste llorar alguna vez?

- No, emocionarse sí, pero llorar no.

- ¿Qué era lo que primaba a la hora de realizar su trabajo?

- La sinceridad y la verdad en la comunicación. Lo que decía era lo que sentía, lo que le estimulaba. Se dejaba fluir a través de lo que contaba, lo que veíamos era lo que había. Era muy genuino, eso sí, para lo bueno y para lo malo, porque tenía mucho carácter y cuando se cabreaba… (ríe).

- Para un viajero incansable como fue, ¿cuál crees que sería su retiro dorado?

- Mi padre le decía muchas veces a mi madre, “no veo el momento de dejar este no parar, para retirarme a La Matilla y escribir”, aunque para mi padre escribir era dictar a mi madre porque él no escribía, él hacía de la cultura oral casi una religión, de hecho, muchos programas los improvisaba.

- Félix hablaba de “La Nueva Conciencia”, ¿era ese su mundo ideal?

- Con ese concepto se refería a un mundo con un ser humano mucho más libre, más realizado, más feliz, más sabio y como consecuencia, una sociedad más ecuánime, más justa y equilibrada, Para conseguir todo eso era imprescindible recuperar el vínculo con lo salvaje, con la vida con mayúsculas y con nuestra propia esencia como naturaleza pensante.

Félix Rodríguez de la Fuente con un halcón.

- ¿Qué era lo que más le enfadaba en su vida normal y en su profesión?

- La mezquindad, la incompetencia, la holgazanería, la mediocridad, las malas personas….

- Cuando vemos a personajes como Félix nos parece que no tienen miedo a nada, ¿en verdad no lo tenía?

- Sí, mi padre era una persona muy miedosa entre comillas, claro. Por ejemplo, tenía miedo a volar, a la escalada, llegó a estar paralizado de miedo en una aventura con leones…Ten en cuenta que él no iba de valiente, tenía mucha confianza en sí mismo, pero al tener que depender de alguien era cuando sentía realmente miedo y no tenía ningún problema en reconocerlo. Como curiosidad te digo que era un malísimo enfermo, él con unas décimas de fiebre ya estaba fatal… (ríe). No toleraba que su cuerpo no diera de sí lo que necesitaba.

- ¿Qué era lo que más valoraba en la persona?

- Ser fiel a sí mismo.

- Las críticas y la fama van unidas inexorablemente, ¿cómo llevaba ambas?

- Por las criticas sentía sobre todo curiosidad. Las constructivas las tomaba como retos, para autosuperarse, lo que hizo que muchos de esos críticos con el tiempo cambiasen su opinión sobre él. Con las destructivas no se daba por aludido, era mi madre la que se enfadaba.

- Animalista, ecologista, simplemente naturalista… cómo le definirías en su relación con la naturaleza.

- Vitalista, un rendido admirador del fenómeno vital y sobre todo de la conciencia y la capacidad de reflexión como máxima expresión del fenómeno vital, es decir, del ser humano. Siempre fue muy respetuoso con los movimientos animalistas de la época, fíjate que él que era un carnívoro total, pero era capaz de dar una charla a vegetarianos y que al final le aplaudiesen (ríe), tenía mucha inteligencia emocional.

                                 Félix con su hija Odile.

- El concepto de la muerte suele ser algo fundamental en aquellos que viven “al límite”, ¿cómo la sentía Félix?

- Siempre decía que la muerte no era el final. Él, como amante de la vida y conocedor sus procesos, sabía que esto es un ciclo de vida y de muerte. El sentía que había dado continuidad a su vida a través de sus hijas, que continuaban su legado, por eso para él como te digo, la muerte no era un final.

- Su figura parece unida a conceptos como el de libertad, ¿cómo la concebía?

- El sentido de la libertad y del criterio propio era algo fundamental para él. Hablaba de la “estirpe de los libres” y pensaba que era algo que la humanidad se había dejado en el camino a través de su evolución histórica y que habíamos caído en una sociedad dócil y domesticada.

- Hoy día tendría 91 años, ¿Cómo te imaginas que sería ahora si viviera?

- Un viejo muy pesado, según mi madre (ríe). Algo lógico en una persona tan vitalista que ve perder sus facultades, pero por otra parte quizá habría sabido asumir la vejez. Yo me lo imagino implicado con organismos internacionales a nivel global, algo de lo que en su vida habló mucho porque entendía que estos organismos deberían asumir los grandes retos que tenemos por delante, pero asumiéndolos como “especie”, no como nacionalidad o grupos separados o dispersos. La unificación era algo fundamental para afrontar estos retos.

             Félix con Odile de niña.

- Por último, ¿cómo crees que habría vivido esta pandemia que nos ha tocado vivir?

- Como una gran lección de humildad. Le parecería mentira que un organismo microscópico como un virus pueda poner “patas arriba” a toda la humanidad y su sistema socioeconómico que parecía irrompible. Ya lo decía, la “naturaleza tiene siempre la última palabra…”

- Habitualmente se suele emplear la palabra visionario para definirlo, ¿tú qué piensas?

- Visionario es cualquier persona que se cuestione las creencias que son dadas por hechas, alguien que se pregunta ¿por qué? y lo cuestiona. Ellos son los que hacen que avancen las sociedades. También porque muchas cosas de las que predijo y que en su época no eran acuciantes se han convertido en realidad, como la importancia del reciclaje total, las energías renovables como únicas vías de futuro, la importancia de los bosques……

- Una pregunta frívola para acabar… ¿su comida favorita?

- El cordero asado de Burgos. Era muy carnívoro y le encantaba la carne poco hecha. Disfrutaba con todo, era un amante de los productos naturales y con calidad y, por supuesto, en buenas cantidades (ríe). En general era muy “disfrutón”, disfrutaba con todo, con la comida, la bebida, con un amanecer… con todo lo que le rodeaba.

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