24 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Se trasladará desde el Campo de las Naciones hasta un edificio en la calle Conde de Peñalver donde hoy se ubica la Zona 4 de le empresa postal estatal

El traslado de la sede central de Correos al barrio de Salamanca costará dos millones en reformas

Actual sede de Correos en la Calle Conde de Peñalver.
Actual sede de Correos en la Calle Conde de Peñalver.
La empresa estatal de Correos mantiene su proyecto de traslado, un plan que no terminaría hasta 2022. Su nueva sede se encuentra en el número 19 de la calle de Conde Peñalver, en el barrio de Salamanca, un edificio antiguo que requiere de una completa remodelación para adaptarse a los nuevos tiempos, obra que asciende a 2 millones de euros, pero que acabaría generando un ahorro de hasta 6 millones de euros en gastos de suministro y mantenimiento.

Correos, en busca de su una nueva sede en la que albergar a más de 1.200 empleados, desembolsará un total de 2 millones de euros. Dejando atrás su actual base, el número 7 de la Avenida de Dublín, esta vez regentarán el número 19 de la calle de Conde Peñalver, en el popular barrio de Salamanca. En concreto en el número 19 donde la empresa estatal tiene dos edificios, el 19 A y el 19 B. Por el momento, este lugar ocupa la sede central de la Zona 4 de Correos correspondiente a las comunicaciones postales de Extremadura y Castilla-La Mancha. 

La empresa estatal presidida por Juan Manuel Serrano buscaba, con este movimiento, ahorrar. Lo lograrían gracias a unos recortes anuales de cerca de 6 millones de euros, que viene siendo el precio de alquiler de la actual sede. Esta instalación, que pertenece al Grupo Monthisa, supone una serie de gastos constantes, pues no es propiedad de Correos y sus proporciones son mayores a las del nuevo edificio.

El traslado en su totalidad estaría terminado para 2022. No obstante, debido a la longevidad del nuevo edificio, se espera que un proyecto de renovación en el que participan los arquitectos Agustín Marco Ortega y Fernando Soriano Gil-Albarellos dé comienzo a principios de 2021, según Merca2.

Las nuevas dimensiones del edificio de la calle de Salamanca siguen la estela del teletrabajo: menos empleados en la oficina, menos espacio requerido. Sin embargo, ya se adelantaban otros problemas que no se han tenido en cuenta con el cambio, como la falta de aparcamiento gratuito para sus trabajadores o una diferencia de precios en los menús que afecta directamente a quienes tuvieran que pasar el almuerzo por la zona.

Trabajadores de Correos.

Hace ya varias semanas, fuentes sindicales consultadas por elcierredigital.com explicaban que “esto nos preocupa menos que el hecho de que cada vez se esté recortando más en recursos humanos, cuando nuestro trabajo es fundamental y, más aún, en un contexto de crisis como el actual. Y ya durante el primer confinamiento quedó probado porque muchas cosas la gente sólo las podía conseguir mediante nuestros servicios”. 

Los retos de un edifico antiguo

Los recortes, motivo principal del movimiento realizado por la corporativa, remarcaban cifras récord desde la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF). El Estado de Alarma, como es lógico, ha sido uno de los causantes de estos actos, que dejaban hasta 39 bajas de trabajadores sin cubrir.

La obra que ahora tienen pendiente en Correos implica una completa adaptación del edificio. No en vano, se trata de una estructura de casi 100 años. El trabajo que conlleva adaptar una extensión edificada de este calibre a los tiempos que corren evidencia el gasto de 2 millones de euros.

De esta manera, el proyecto de la empresa de abandonar el Campo de las Naciones de Madrid para mudarse al centro, fechado para 2021, podría verse no completado. Las reformas, de poder realizarse en el tiempo previsto, no estarían listas hasta 2022, que es el año en el que acaba el contrato de alquiler que tienen con el Grupo Monthisa.

En base a los datos recogidos en Merca2, la obra civil abarca un total de 397.000 euros y la restauración hasta 750.000. La fachada exterior, en cambio, se mantiene intocable, pues el contrato no aporta la autorización de su modificación, algo que atentaría directamente contra el valor histórico del edificio.

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