Claves del éxito del ‘efecto Bukele’ en El Salvador: Guerra contra las maras y turismo
El presidente de El Salvador Nayib Bukele revalidó el pasado domingo su segundo mandato al frente del país
Este domingo Nayib Bukele, presidente de El Salvador, revalidó su cargo para un segundo mandato —algo hasta ahora prohibido en la Constitución del país— tras obtener una aplastante victoria en las elecciones. Las encuestas previas no daban más del 5% de intención de voto a ninguno de los otros cinco candidatos a los que se enfrentaba. Juntos apenas sumaban un 12%.
Incluso el propio Bukele, poco después del cierre de las urnas y mucho antes del final del escrutinio, publicó en X (antes Twitter): "Según nuestros números, hemos ganado las elecciones presidenciales con más del 85% de los votos y al menos 58 de los 60 diputados de la Asamblea Legislativa".
El escrutinio oficial acabó por darle la razón, que arrasó en unas elecciones consideradas como un mero trámite después de que la Corte Suprema de Justicia de El Salvador, compuesta por magistrados designados por el propio Bukele, le permitiera presentarse nuevamente como candidato, a pesar de que la Constitución prohíbe la reelección inmediata del presidente. Con este movimiento a su favor, el político, que ha conquistado a muchos salvadoreños por su perfil joven y que ha hecho gran parte de su campaña a través de las redes sociales, se convirtió en el primer presidente salvadoreño de los últimos 80 años en repetir mandato.
La jornada electoral se desarrolló de manera tranquila y apática debido a la certeza del resultado. Y aunque algunos medios nacionales e internacionales pusieron el foco en las declaraciones de Bukele sobre España, lo cierto es que las palabras del presidente de El Salvador fueron sacadas de contexto, pues se encontraba respondiendo a la pregunta de un periodista español, que insinuó que Bukele quería desmantelar la democracia. Según el reelegido presidente salvadoreño, la democracia es que los ciudadanos del país elijan a su gobierno.
Por otra parte, el candidato Bukele no realizó ningún mitin político al no considerarlo necesario, ya que asegura que toda la población conoce sus planes para este nuevo mandato, que incluirán potentes inyecciones al sector del turismo, entre otros. Mientras tanto, los otros cinco candidatos se presentaban en los medios de comunicación, proponiendo medidas para el país y denunciando una "campaña del miedo" en su contra. El partido gobernante, Nuevas Ideas, se limitó a transmitir un mensaje único: “Si Bukele pierde, los pandilleros regresarán”.
Y es que aunque las encuestas ya predecían la abrumadora victoria de Bukele, el resultado de las elecciones fue especialmente doloroso para los dos partidos que hasta hace poco eran mayoritarios: el FMLN, de orientación progresista y antigua guerrilla marxista, y ARENA, de orientación derechista. Estos partidos se alternaban en el poder desde el fin de la guerra civil (1981-1992) hasta la llegada de Bukele en 2019.
El cambio de El Salvador desde la llegada de Bukele
Aunque Bukele ha tomado diversas medidas en el ámbito económico y social, lo que más ha destacado de su gestión ha sido la lucha contra el crimen organizado. Desde que llegó al poder en junio de 2019, Bukele declaró la guerra a las pandillas. Poco después lanzó un plan de control territorial como estrategia de seguridad y un mes después anunció el estado de “emergencia máxima” en los centros penitenciarios tras varios actos violentos perpetrados por grupos criminales.
La violencia, finalmente, menguó en uno de los países más violentos del mundo, pero según las investigaciones de diversos medios locales e internacionales, el cese de la violencia fue en parte por las negociaciones del Gobierno con altos dirigentes de las tres principales pandillas salvadoreñas, como lo habían hecho sus antecesores.
Dicho acuerdo entre el Ejecutivo de Bukele y las maras salvadoreñas se mantuvo hasta marzo de 2022, cuando las bandas criminales volvieron a desatar el caos con una serie de asesinatos sin precedentes en el país. El fin de semana del 26 y 27 de marzo de aquel año se produjeron 87 homicidios, por lo que Bukele recurrió al Congreso, donde goza de mayoría, para que le permitieran declarar el “régimen de excepción” con la intención de frenar un “incremento desmedido” de asesinatos.
Este régimen de excepción ha sido objeto de vítores y críticas, aunque lo cierto es que la seguridad en el país ha aumentado significativamente desde la llegada de Bukele a la presidencia, especialmente desde el inicio del mencionado estado de excepción. Según los registros oficiales, los homicidios o muertes intencionadas en El Salvador en 2021 ascendieron 1.085, es decir, más de 17 por cada 100.000 habitantes, convirtiendo al país en uno de los más violentos del mundo.
Sin embargo, los homicidios registrados disminuyeron hasta los 496 en 2022, el equivalente a menos de 8 por cada 100.000 habitantes. Los datos respaldan la gestión de Bukele, que consiguió que en el pasado 2023 las cifras de homicidios se redujeran aún más, registrando 194 en todo el año, un 60% menos que en el 2022.
Una de las ‘claves’ de la exitosa gestión del presidente salvadoreño contra el crimen organizado es el refuerzo del sistema penitenciario, que a su llegada estaba diezmado, dejando prácticamente todas las cárceles del país bajo el control de las pandillas en su interior. Imagen de este cambio en el sistema de prisiones de El Salvador son las conocidas como ‘megacárceles’, que han servido de ejemplo para otros países como Ecuador.
Una de las más conocidas está ubicada en Tecoluca, a aproximadamente 75 kilómetros de San Salvador. Según los registros del pasado mes de octubre, la megacárcel alberga a unos 12.000 reclusos, lo que significa que operaba a un 30% de su capacidad total, unos 40.000 presos. Sin embargo, se desconoce la cantidad actual de presos recluidos en las instalaciones de máxima seguridad del país.
El nombre oficial de esta megacárcel es CECOT —Centro de Confinamiento del Terrorismo— y es considerada la más grande de todo el continente americano. Se ha convertido en un símbolo de la política gubernamental contra la violencia y el terrorismo.
Bajo la atenta mirada del panorama internacional, El Salvador finalmente demostró al mundo que su estrategia contra el crimen organizado era efectiva. Ahora, con un horizonte más pacífico y halagüeño, el gobierno de Bukele se esfuerza por captar la atención de los inversores internacionales. Y en cierto sentido lo ha conseguido, pues el país ha sido testigo de la edificación de enormes proyectos financieros llevados a cabo por China. Un ejemplo de ello es la Biblioteca Nacional, una asombrosa estructura de siete pisos y 24.000 metros cuadrados hecha completamente de cristal, que está abierta las 24 horas, todos los días del año desde su apertura el pasado mes de noviembre.
Para lograr una imagen de país abierto a la expansión y a la inversión Bukele se esforzó en que El Salvador se convirtiera en anfitrión de importantes eventos como el certamen de Miss Universo y los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Recientemente, la visita del Inter de Miami —en el que juega Lionel Messi— generó gran emoción en San Salvador al enfrentarse a la selección nacional de fútbol.
El turismo comenzó a dar muestras positivas de la nueva realidad del país, con un incremento del 32% en el número de pasajeros atendidos en el aeropuerto internacional de la capital el año pasado, alcanzando unos 4,5 millones. Según la Organización Mundial del Turismo, El Salvador se ubicó como el quinto país con mayor aumento en la llegada de turistas internacionales —registrando un 40% más en comparación con 2019—.
Por otra parte, el gobierno de Bukele apoyó iniciativas como Surf City, un proyecto en la costa para posicionar las playas de El Salvador en los primeros puestos de los amantes del surf. Sin embargo, esta iniciativa también ha mostrado los primeros indicios de gentrificación de la zona, con precios que resultan difíciles de afrontar para la población local. Este será uno de los ‘flecos’ que Bukele tendrá que vigilar durante su próximo mandato, entre otros.
Las sombras de la estrategia de Bukele
Aunque Bukele goza de una popularidad arrolladora en su país, que roza el 90%, no todo han sido halagos para el presidente salvadoreño. El domingo 10 de diciembre, un grupo numeroso de ciudadanos se manifestaron en las vías públicas de la capital con el objetivo de reclamar la liberación de sus seres queridos, quienes se encuentran detenidos bajo el régimen especial establecido por el presidente en 2022.
Como se ha mencionado anteriormente, hasta la fecha más de 74.000 presuntos pandilleros han sido arrestados por las autoridades gracias al régimen impuesto, sin embargo, el Gobierno ha informado que más de 7.000 personas inocentes han sido puestas en libertad, aunque se desconoce si sigue habiendo inocentes entre rejas, tal y como denuncian numerosas familias salvadoreñas.
Este es un aspecto que han recriminado ya en varias ocasiones diversas organizaciones que velan por los derechos humanos pues, según los registros, hay familias que han perdido el contacto con sus familiares presos y temen por su fallecimiento, aunque las autoridades nunca lo confirman pues se desconoce el número exacto de presos hay en muchas de las cárceles del país.
Es importante destacar que durante este período de tiempo se han registrado al menos 191 fallecimientos bajo custodia estatal en las prisiones, según la información proporcionada por la organización ‘Movir’ y otros defensores de los Derechos Humanos.
Otras organizaciones denuncian el escaso control de las llamadas anónimas —que aprobó Bukele con el objetivo de que la ciudadanía pudiera denunciar sin miedo— pues, según denuncian, muchas de estas han acabado en detenciones sin justificación oficial aparente. De igual manera, son cada vez más las voces las que señalan que las detenciones de las autoridades salvadoreñas desde la caída de las maras se hacen en barrios exclusivamente pobres y de manera casi aleatoria.
Aunque quizá la polémica más importante en su política interior la protagonizó un año después de asumir el cargo, en abril de 2020. El presidente salvadoreño se vio confrontado por los magistrados de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo, quienes detuvieron varias acciones implementadas por su gobierno para contener la pandemia de COVID-19 por considerarlas contrarias a la Constitución.
Bukele utilizó su cuenta en X para anunciar que no cumpliría con la decisión judicial. Al año siguiente, tras las elecciones legislativas que le dieron el control del Congreso, se produjo la destitución de los magistrados del Tribunal Supremo y del Fiscal General, siendo reemplazados por funcionarios leales al presidente nombrados por los diputados. La Organización de Estados Americanos (OEA), Estados Unidos y Naciones Unidas cuestionaron estos cambios en el Poder Judicial porque socavaban la separación de poderes en El Salvador.
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