19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

A pesar de su talento, su éxito en televisión sólo le permitió dirigir dos films de gran calidad

Chicho Ibáñez Serrador, el maestro del cine de terror patrio, recibirá el Goya de Honor en la próxima edición de estos reconocidos premios

Chicho Ibáñez Serrador
Chicho Ibáñez Serrador / Archivo
La Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas ha decidido otorgar el Goya de Honor 2019 a Chicho Ibáñez Serrador, el gran creador de nuestra televisión con una filmografía de dos títulos. Los Goya se suman así a la moda de ponderar las producciones televisivas.

Durante años el mundo del cine en España ha vivido a espaldas de la televisión. Era un medio de segunda. Es más, los actores que triunfaban en series televisivas lo tenían complicado para conseguir trabajo en el cine. Ahora el paradigma ha dado la vuelta. Desde Estados Unidos las series televisivas se alaban incluso más que algunas producciones cinematográficas. Como cuando Hullywood estornuda, en el cine español se toman un frenadol, ahora anuncian la concesión del premio a uno de los grandes creadores de la televisión nacional.

Narciso Ibáñez Serrador, más conocido como Chicho, más allá de crear formatos que han cambiado la historia de la televisión como Hablemos de sexo, El semáforo y sobre todo el recordado Un, dos, tres, responda otra vez, supo hacer grandes productos de ficción, sobre todo, la mítica Historias para no dormir, Historias de la frivolidad o el telefilm El televisor.

Ibáñez Serrador, vino al mundo en Asunción, en 1935. Sus padres eran los actores españoles Narciso Ibáñez-Menta y Pepita Serrador que se encontraban de gira en el Cono Sur. Ibáñez-Menta fue durante décadas el actor más popular de Argentina. Cuando se divorció de Pepita Serrador esta se volvió con su hijo Chicho a España. Con tan solo 15 años se convirtió en adaptador de las obras de teatro que representaba su madre como La rosa tatuda de Tennessee Williams. A finales de la década, volvió a Argentina con su padre donde se formó como realizar de televisión. Muchos experimentos narrativos y visuales que probó en el país sudamericano, luego se los trajo consigo a España.

Su primer éxito importante fue Historias para no dormir. A parte de poner en escena textos propios bajo el seudónimo de Luis Peñafiel, llevó a la pequeña pantalla los textos de grandes autores de la literatura de fantasía, terror y ciencia ficción como Edgar Allan Poe, Philip K. Dick o Ray Bradbuy. Gran conocedor de esto textos desde niño, Chicho no se limitó a hacer cine pasado por la televisión. Adaptó los textos a la realización multicámara propia de la ficción televisiva, uniendo así lo mejor del cine y el teatro.

Tras este éxito produjo el telefilm Historias de la Frivolidad con guion de Jaime de Armiñán, música de Augusto Algeró y decorados de Antonio Mingote. Durante cincuenta minutos, Ibáñez Serrador contaba la historia entre la censura y el erotismo. Con ironía repasaba los “hitos” del puritanismo en distintas épocas. Teniendo en cuenta que esto se produjo en la televisión pública en plena dictadura de Franco y con la censura vigente, el hecho es toda una audacia. El proyecto ganó un Premio el Festival de Televisión de Montecarlo, pero en nuestro país TVE optó por emitirlo un miércoles en el segundo canal en horario de madrugada.

El éxito de sus producciones le permitió dirigir su primera película La Residencia. El film, con una magnífica tensión ambiental, es todo un homenaje al terror victoriano y el cine de terror de la Hammer británica. A pesar de los problemas con la censura, la cinta fue todo de taquilla en toda Europa y es consideraba una de las mejores películas de terror rodadas en el continente.

El éxito de Un, dos, tres impidió a Chicho volver a la ficción tanto como le gustaría. Sólo una vez más se puso detrás de una cámara de cine. En los inicios de la Transición produjo un film de terror, ¿Quién es capaz de matar a un niño?, de estética y temática opuesta a su ópera prima.

La película rodada en 1976, muestra imágenes de violencia con niños que difícilmente podrían rodarse hoy en día. Con una fotografía lejos del vicotirianismo y llena de naranjas, en esta ocasión es un lugar supuestamente paradisíaco el que transmite la sensación de angustia. Además, el film plantea una idea diferente sobre las supuestas bondades de la infancia.

Bien recibida por la taquilla, pero no tanto por la crítica, esta película supuso la despedida del cine del genial Chicho. El éxito de sus producciones televisivas y el ninguneo de la industria cinematográfica le impidieron volver a dirigir cine a pesar de que tenía varios proyectos en cartera. A pesar de todo, con solo dos películas Ibáñez Serrador reescribió la historia del cine de género en España, algo que muy pocos pueden decir.

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