29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

Basada en la novela de Philip K. Dick se puede ver a través de Prime Video de Amazon

"El Hombre en el Castillo": Una alternativa histórica llevada a serie en la pequeña pantalla

Se trata de uno de los proyectos más ambiciosos de Amazon Prime Video, la plataforma de contenido a la carta que hace la competencia a Netflix por parte del gigante tecnológico, la serie cuyo título no se ha traducido al español “The man in the High Castle” ha cautivado a millones de espectadores contando cómo el mundo podría haber sido tal aumentando la idea que creó y llevó a un libro Philip K. Dick

Las tres temporadas que se pueden ver en el servicio de la compañía de Bezos cuentan la historia de qué hubiera pasado si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial, donde Europa hubiera sido su dominio y donde Estados Unidos hubiera quedado dividido en dos realidades. La Costa Este en la cual la ideología nazi se hubiera impuesto situando su capital en Nueva York y quedando al servicio de Berlín. Y una Costa Oeste de dominio japonés siendo la otra superpotencia, que como ganadora del conflicto se hubiera quedado con la otra parte de la tarta. Una serie diferente, muy interesante de ver y que tiene muchas reflexiones que nos llevan a la actualidad.

Jeff Bezos, uno de los emprendedores de este siglo XXI, no se podía quedar atrás. El magnate tecnológico también quería luchar por su parcela en el ocio de los americanos. Así fundó su plataforma de contenido audiovisual con el que poder luchar con Netflix y HBO. Esto es algo difícil porque la compañía americana no tiene en su ADN esta línea de negocio, pero con inversión seguro que se hace un hueco. Uno de los intentos para poder meterse en el mercado ha sido sin duda la serie protagonista. Aunque ‘The Man in the High Castle (El Hombre en el Castillo, de ahora en adelante) lleva disponible desde 2016, ahora con mucha inversión en promoción en todo el mundo Amazon ha echado el resto para lanzar este producto en más de 200 países. La publicidad me llamó la atención, así fue como esta obra llegó a mí.

Un mundo alternativo

La trama de ‘El Hombre en el Castillo’ se sitúa a principios de la década de los 60. Cómo decía, Europa, África, algunas zonas de Asia y parte de Norteamérica son los vastos territorios del Tercer Reich. En la órbita nazi hay mucha intriga palaciega, Adolf Hitler se encuentra en las últimas y su poder busca un heredero. Los que fueron sus hombres de confianza se pelean por ser el nuevo Führer. En el Imperio de Japón tratan de llevar buenas relaciones con la potencia dominante. La diplomacia, y en cierta manera la sumisión, es la herramienta para evitar una nueva guerra que lleve a los nazis a intentar conquistar el resto del planeta. Precisamente ellos son los que tienen las bombas nucleares, que no dudaron en utilizar para acabar con EEUU y reducir a Washington a cenizas.

Más allá del contexto internacional donde se mueve esta historia, los protagonistas de todo esto son dos personajes totalmente ficticios. Por un lado, Joe Black, un espía del Reich infiltrado en la resistencia. Se trata de un personaje enigmático, un tipo perfecto para mezclarse entre los insurgentes que quieren derrocar al fascismo, que parece dócil y que podría ser el prototipo de la raza aria de la nueva generación del nacionalsocialismo para expandir la ideología. Pues bien, en realidad es un personaje que en ocasiones va a cuestionar el mundo en el que vive, que valora el equilibrio de poder que hay en el panorama internacional y que le ha llevado a alterar las acometidas de las órdenes de su superior. En definitiva es un personaje con muchos matices.

En la serie Estados Unidos está ocupado por Japón y Estados Unidos

Y por otro lado está Juliana Crain, una joven criada bajo las costumbres niponas que tras contemplar el asesinato de su hermana a manos de la policía política del imperio japonés hace que su vida de un cambio radical. Crain cree vivir en un mundo idílico y que la nueva cultura que la arropa es positiva para los norteamericanos del pacífico. Crain necesita respuestas para saber en lo que estaba metida su hermana y averiguar por qué murió. Así pues va pasando ser de una colaboradora de la resistencia a un puntal importante que podría ser la llave para acabar con el dominio del sol naciente y de la esvástica. Es una mujer discreta, capaz de adaptarse y tendrá que llegar a matar para sobrevivir. Tanto que japoneses, rebeldes y nazis la tildarán de traidora en algún momento de la serie.

Unos personajes que enganchan

Manejando los hilos del poder en lo que fueron los Estados Unidos está John Smith. El Obergruppenfürher en el Reich americano es el máximo responsable de las SS al otro lado del Atlántico. Durante la II Guerra Mundial se cambia de bando y se convierte en un convencido nacionalsocialista. Está al servicio del viejo Adolf y no duda de usar sus artimañas para proteger los intereses del Fürher. No obstante, es un personaje que va evolucionando. Tendrá que sobrepasar determinados límites para salvaguardar a su familia y es consciente de que mantener la paz armada establecida en el mundo es beneficioso, por eso evita por todos los medios llevar a su nación a un nuevo conflicto nuclear. Sabe perfectamente que América sería el campo de batalla en una hipotética guerra.

Por lo que respecta al lado japonés, están dos protagonistas totalmente antagónicos. Por un lado, el impetuoso inspector jefe Takeshi Kido del Kempeitai, la policía política del imperio. Pasó un tiempo en un campo de concentración en California hasta que ésta fue liberada por sus compatriotas en el década de los 40. Es despiadado, sabe cómo torturar a los prisioneros para sacarles información. No se deja amedrentar por nadie pero al mismo tiempo es capaz mantener el statu quo que desde que terminó la guerra impera. Todo lo contrario a lo que representa el ministro de Comercio Tagomi en los Estados de Pacífico. El diplomático es sin duda alguna el personaje más ecléctico de ‘El Hombre en el Castillo’, se trata del más veterano de todo el elenco de la trama. Tagomi vivió la guerra, recuerda sus horrores pero al mismo tiempo sabe de la posición que ocupa. Así, es un hombre que tiene que jugar por mantener la hegemonía del sol naciente, rendir cuentas con Tokio pero al mismo tiempo no duda de flirtear con la resistencia. Un movimiento que en el fondo comparte aunque no se puede manifestar abiertamente. Además, es un hombre que vive en un mundo estremecedor, él es un ser pacifista en una escena tremendamente beligerante. Esa es la razón por la cual Tagomi se comporta así.

El poder de la propaganda

El punto de partido de ‘El Hombre en el Castillo’ es la propaganda. El uso de las técnicas de Goobbels arrasó con todo, aglutinó a todos los alemanes y los unió a la causa. El discurso, las promesas populistas, aprovechar la debilidad de los alemanes en una tremenda crisis económica y social para un adoctrinamiento masivo. Lo curioso, aunque se trata de una ficción, es que sucede lo mismo en los Estados Unidos. Según el relato de la serie adaptada de la novela de Philip K. Dick, Roosevelt es asesinado durante una revuelta en la Gran Depresión. La nación se consume en una gran crisis que hace que los americanos no lleguen a intervenir en la guerra en tierras europeas. Tocados por la ofensiva japonesa, el Reich aprovechó para poner la puntilla y lanzar la bomba atómica sobre la Casa Blanca en Washington. Pero resulta curioso, como una nación fuerte, sustentada en un fuerte patriotismo más allá de los vaivenes que puede sufrir que pueda sucumbir de esta manera ante los nazis. Como la propaganda puede llegar tan hondo y pueda borrar unos valores como los americanos. Y digo todo esto porque el planteamiento inicial de la serie es el intento de la resistencia en el tráfico de cintas donde se ve a los aliados ganando la guerra. Es la desesperada idea para crear la semilla en los sumisos ciudadanos del Imperio y del Reich en que otro mundo es posible.

A través de sus personajes nos alerta del poder de la proganda

La lectura de ‘El Hombre en el Castillo’ llevada a la realidad, llevada a nuestra actualidad es la nueva proliferación de los nuevos fascismos en Europa y en distintos puntos del mundo. Es cierto que no vivimos la misma situación, que no hay la misma atmósfera de caos, pero el ascenso de estas fuerzas ya es un aviso a navegantes. Orban en Hungría, Salvini en Italia, Bolsonaro en Brasil… ya son muchos los que han alcanzado cotas de poder. Pero lo más preocupante es como en los países nórdicos, con amplias estructuras de los estados del bienestar, ante la posible llegada de refugiados la nueva derecha radical está subiendo como la espuma. Los partidos socialdemócratas tienen que volver a dar batalla, son la llave en clave política. Los medios de comunicación de referencia tienen que volver a ser un referente, la gente tiene que volver a ellos para recibir información calidad. Así se combate a la propaganda.

Rafael Gil

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