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CULTURA

La presentadora de TV Laura Valenzuela recibe el alta tras ser ingresada de urgencia

Según informaba en exclusiva elcierredigital.com, la modelo sevillana ha ingresado varias veces en urgencias estos días.

Hace unos días elcierredigital.com informaba en exclusiva de la preocupación que respiraba el entorno cercano a la presentadora de televisión Laura Valenzuela. Según pudo saber este diario, la sevillana de 92 años ha visitado las urgencias de un hospital madrileño en varias ocasiones durante los últimos días. Actualmente, parece que se ha repuesto y sigue bajo el cuidado atento de su hija Lara Dibildos tras ser enviada de vuelta a casa. No obstante, la preocupación por su salud impera en el ambiente más cercano.

Rocío Espinosa López-Cepero es el nombre real del primer mito televisivo de este país: Laura Valenzuela, quien cumplió 92 años el pasado 18 de febrero. Actriz y presentadora, fue el icono de la nueva España del desarrollismo económico. Su rostro estaba asociado a un nuevo invento, el televisor, que era símbolo de cierto estatus económico y de un cambio de época en España, dejando atrás una posguerra que duró demasiado.

No en vano el nuevo medio de masas coincidió prácticamente con la llegada de los primeros Planes de Desarrollo. El SEAT 600 y la televisión eran los tótems de la sociedad de consumo que empezaba a instalarse, lentamente, en el país. En medio estaba Laura Valenzuela. 

Nacida en Sevilla el 18 de febrero de 1931, Laura no era el arquetipo de la folklórica que entonces dominaba las pantallas, aunque se encasquetó peineta para el fallido filme Patio andaluz (1957). Laura se peinaba con moldeado, llevaba traje de chaqueta (luego se sumó a la moda de la minifalda), era rubia y chapurreaba idiomas. Vamos, el ejemplo de la nueva española que al franquismo le venía bien para promocionarse en el extranjero. Es decir, moderna dentro de un orden. Ella y Concha Velasco representaban este nuevo arquetipo femenino en el cine español en sustitución de las raciales estrellas de la década anterior.

Pasó su infancia entre ciudades como Salamanca o Valladolid. En su adolescencia, gracias a su elegancia innata trabajó como modelo de alta costura. Pronto el cine llamó a su puerta. Su debut fue secundando a Antonio Molina y Marujita Díaz en El pescador de coplas (1953). Durante toda la década de los cincuenta hizo multitud de papelitos junto a las estrellas de la época como Sara Montiel en La violetera (1958), Lillian de Celis en Aquellos tiempos del cuplé (1958) o Juanita Reina en Sucedió en Sevilla (1955). En 1952 se presentó a unas pruebas para un nuevo medio de comunicación, la televisión, y resultó escogida.

Sin embargo, el invento no desembarcó de verdad en España hasta octubre de 1956 y Laura se convirtió, junto a Blanca Álvarez y Javier Álvarez, en el primer rostro de la televisión en España. Uno de los pocos espectadores del medio en sus primeros años de vida se fijó en esa locutora todo terreno, que lo mismo daba paso a la programación que hacía anuncios en directo o entrevistaba al artista de turno. El hijo de ese televidente era uno de los jóvenes productores que estaban renovando el cine español. Por indicación de su padre hizo una prueba a Laura, que era casi la única presentadora del país. Cambió así su vida.

El largo noviazgo con Dibildos 

José Luis Dibildos (Madrid, 1929) era un licenciado en derecho que lo dejó todo por su gran pasión que era el cine. Empezó como guionista y finalmente montó la productora Ágata Films, con la que produjo algunos de los mejores títulos de nuestro cine. En los setenta fue el creador de lo que se conoció como ‘tercera vía’, donde se intentaba aunar comercialidad con calidad artística.

Haciendo caso a su padre citó en sus oficinas a la joven locutora en 1959. El encuentro fue premonitorio porque tras contratarla para protagonizar la comedia Ana dice sí, a mayor gloria de la pareja en la vida real formada por Fernando Fernán-Gómez y Analía Gadé, Dibildos no tenía secretaria en ese momento y fue la propia Laura quien pasó el contrato a máquina. Esta labor, la de mecanógrafa, la realizaría incontables veces a lo largo de su unión con el productor, pasando a limpio guiones de sus películas

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Laura Valenzuela. | El Cierre Digital

Dibildos la contrató en exclusiva durante unos años y se alejó de TVE. Para la productora rodó algunos films como la inolvidable Los tramposos (1959), La fiel infantería (1959) o Luna de verano (1959). Como protagonista absoluta estuvo al frente de los repartos de Trío de damas (1960), Las hijas de Helena (1963) o Eva 63 (1963). También Dibildos la lanzó como actriz internacional en títulos como Madame Sans Gene (1961) junto a Sofía Loren o El tulipán negro (1963) con Alain Delon.

En esos años surgió una relación sentimental entre el productor y la actriz. Fue un noviazgo largo, de quince años. Tanto duró que los amigos llamaban a Laura ‘Dunia, la novia eterna’. José Luis Dibildos estaba separado de un matrimonio anterior, pero en la España de la época no existía el divorcio y la única forma de poder contraer matrimonio por segunda vez era obtener la nulidad eclesiástica. Un proceso complicado y costoso.

Durante su unión, Laura rechazó ofertas para rodar otros papeles. A Dibildos no le gustaba que trabajara para otros. Además, en ocasiones Laura sirvió para rodar papeles que otras actrices rechazaban por no llegar a un acuerdo económico con el productor que tenía así un combo completo: novia y estrella para sus producciones.

En 1967 Laura volvería a la televisión y, aunque no dejó de rodar películas, fue en esta etapa cuando vivió sus años de máxima popularidad gracias a la unión con Joaquín Prat al frente de Galas del Sábado. Durante tres años fueron la pareja más popular de España. La química entre ambos los convirtió en los favoritos de los espectadores. Prueba de su popularidad es que la cadena pública escogió a Laura para ponerse al frente del Festival de Eurovisión que España organizó en 1969.

Durante meses el régimen supo que tendría en la organización del Festival una excusa para vender el país como un lugar mucho más aperturista del que era en realidad. Juan José Rosón, futuro ministro de Interior en la Transición, era en esos momentos el director general de Radio Televisión Española y se encargó de ‘echar la casa por la ventana’ en la organización del evento. Por primera vez un programa realizado en España se vería en color. Eso sí, solo para nuestros vecinos ricos. España, Cenicienta europea junto con Portugal, Grecia e Italia, vería el Festival en blanco y negro.

Esto impidió disfrutar a los españoles del diseño creado para el cartel de la edición de Eurovisión, que fue encargado a Salvador Dalí. El anuncio consistía en unos labios rojos que enmarcaban un reloj, que marcaba las cuatro y diez, y que contenían el lema “TVE presenta desde el Teatro Real de Madrid”. La idea de encargárselo al pope del surrealismo fue de Manuel Fraga, por entonces omnipresente ministro de Información y Turismo. Laura saludó a toda Europa en francés, inglés, alemán y español.

Retirada y vuelta a la vida pública 

En 1971, Laura y Dibildos se unieron al fin en matrimonio. Laura se retiró de la televisión tras presentar Canción 71 junto a Tony Leblanc y del cine con Españolas en París junto a Ana Belén, considerado su mejor papel. Ese mismo año tuvieron a su hija Lara Paula. El primer nombre se lo pusieron en honor a la protagonista de Doctor Zhivago.

Laura durante años estuvo alejada de las cámaras con la excepción del Especial de Nochebuena de 1980. En 1988 volvió a unirse a Joaquín Prat para trabajar en la radio. Un año después se anunció que presentaría para Chicho Ibáñez Serrador Waku Waku en la que sería su vuelta a la pequeña pantalla. Sin embargo, el cineasta y la presentadora no se pusieron de acuerdo y fue Consuelo Berlanga quien finalmente condujo el concurso. Ni Chicho ni Laura quisieron aclarar nunca el malentendido entre ambos. Un año más tarde, 1990, se produjo su vuelta definitiva a la televisión gracias a las privadas. Fue Telecinco quien consiguió que la presentadora volviera a sus labores.

Una mujer sonriente con un micrófono y un hombre con esmoquin posan juntos en un escenario, con músicos al fondo.
Laura Valenzuela junto a Joaquín Prat. | El Cierre Digital

Durante seis años estuvo en cadena de Fuencarral. En 1996 volvió a Televisión Española junto a su hija Lara para hacerse cargo del magazine matinal. La intención de la cadena pública era hacer frente a María Teresa Campos, que había hecho el viaje contrario, de TVE a Telecinco para encargarse de las mañanas. Finalmente, Laura y su hija no funcionaron en audiencia. El último trabajo de Laura frente a la cámara fue la gala del 50 aniversario de TVE en 2006.

El fantasma del cáncer y retirada definitiva

En los años 90 su hija Lara Dibildos se convirtió en uno de los personajes favoritos de la prensa del corazón donde se relataron sus relaciones con nombres tan populares como el torero Rafi Camino, el jugador de baloncesto Fran Murcia o el jinete Álvaro Muñoz Escassi. Con 22 años a Lara se le diagnosticó un cáncer del que se trató en Estados Unidos. Consiguió superar la enfermedad que supuso un duro golpe para Valenzuela.

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Laura Valenzuela. | El Cierre Digital

La propia Laura padeció un cáncer de mama en 2005 por el que fue intervenida en Houston. La actriz siempre mostró un buen ánimo e incluso llevó con buen humor la pérdida del cabello luciendo en público todo tipo de pelucas. Felizmente, Laura, al igual que su hija superó la enfermedad. Actualmente vive en un piso del capitalino Paseo de La Habana.

Desde que falleciera José Luis Dibildos en 2002, Laura comenzó a retirarse poco a poco de los focos, provocando que algunos especularan sobre su salud. En 2018 Lara subió una foto sin maquillar de su madre en la que llamó la atención que Laura aún conservaba su legendaria belleza.

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