La otra Lola Flores: Frustrada en el cine dramático, icono LGTBI y musa de Paco Umbral
Elcierredigital.com desvela como 'La Faraona' sabía que muchos de sus seguidores eran miembros del colectivo
El centenario del natalicio de Lola Flores (21 de enero de 1923) ha traído todo un alubión de programas de televisión, actos en su Jérez natal y emisiones de sus películas más recordadas. Todo un calendario de eventos que demuestran que 'La Faraona' es uno de los nombres del siglo XX que más se ha fijado en el subconsciente de la sociedad española.
Actriz, cantante, bailaora y personalidad social por derecho propio, su popularidad ha ido más allá de las modas. Por eso, aprovechando una fecha tan importante el mercado editorial ha lanzado una serie de publicaciones que ahondan en aspectos particulares de la figura de la mítica artista jerezana.
El cine de Lola Flores
La editoria Notorius, conocida por sus cuidadas publicaciones sobre personalidades del mundo del cine, ha sacado a las librerías El universo de Lola Flores donde la figura de la jerezana es glosada por los siguientes autores Juan Luis Álvarez, David Felipe Arranz, Ana Asión, César Bardés, Carlos Barea, Carlos Díaz, Carlos Díaz Maroto, Alberto Esteban, Belén Ester, Albert Galera, Carlos Gurpegui, Jaime Iglesias, Juan Carlos Laviana, Jesús Antonio López, José Madrid, Luis Martínez, Víctor Matellano, Guillem Medina, Alejandro Melero Salvador, Rubén Montes, Moisés Rodríguez, Kepa Sojo, Lucía Tello Díaz, Joaquín Vallet y José Ignacio Wert Moreno.
La folklórica participó en más de treinta películas en una carrera cinematográfica irregular que se alargó durante más de medio siglo desde su debut en Martingala (1939) hasta su despedida en Sevillanas (1992) de Carlos Saura.
Para uno de los auores del libro David Felipe Arranz la influencia de Lola en el cine español es "la misma que ha tenido sobre la sociedad española: Lola siempre era noticia y con cada película suya se producía una revolución mediática. Lola inventó el marketing y el "brunch" con la prensa cuando esa palabra ni siquiera estaba en boca de quienes se dedicaban al cine".
"La niña bailaora de Jerez ya nació bajo el signo de una estrella: su simpatía y carisma hicieron el resto. La sociología de la petenera que encarna Lola según Umbral resume una España que se fue, de mucho sacrificio, oficio y genialidad que dio como fruto figuras extraordinarias como ella. Pero podríamos nombrar a Carmen Sevilla, Sara Montiel, Paquita Rico, María Félix en su amado México (que pertenece a esa misma estirpe que Lola de la emancipación femenina)... Y solo se le podría igualar en ese tronío racial Rocío Jurado, por siempre la Más Grande. Lolita y Rosario guardaron respetuosa memoria de su madre, pero el recuerdo de la Jurado no corrió igual suerte, aunque se la merecía, ensombrecido durante años por su entorno parasitario. En un escalón paralelo de sensualidad se situarían Gina Lollobrigida y su equivalente hispánico, Marujita Díaz, antes de que la devorara lo rosáceo. Lola fue víctima del determinismo paleto de los productores de la época, que buscaban el estereotipo: la folclórica, la vamp, la monja, la niña milagro a lo Marisol, la gitanilla descalza... El sota, caballo y rey de Suevia Films o Cifesa", explica Arranz par Elcierredigital.com.
Lola Flores siempre se quejó de que su carrera cinematográfica fue mediocre y no le dejaron, salvo excpeciones, aprovechar su talento dramático. "Ella adoraba las mujeres fuertes y con carácter, casi siempre mediterráneas, porque la Faraona era así: desbordada y desbordante. Además de a Anna Magnani o Silvana Mangano, adoraba a Irene Papas, capaz de manejar un fusil de asalto, o a Sophia Loren en Dos mujeres, una feminidad llena de coraje y determinación. Nunca le ofrecieron esos papeles porque las Agustinas de Aragón de turno iban a parar a Aurora Bautista, que era la oficialidad", explica Arranz.
Para el escritor sí hay algunos títulos en los que Lola brilló más allá de la medicoridad de los vehículos que dirigían para ella: "Es Carlos Serrano de Osma, director de la prodigiosa Parsifal, quien se hace un Edgar Neville -un punto y aparte en la historia de nuestro cine- con Embrujo (1947), filme que resume el duende y el cante más jondo, al que se añade el determinismo, el destino fatal, el fuego fatuo... Luego la recupera Ramón Fernández para Casa Flora (1973), precioso y chispeante divertimento lleno de picaresca que hoy sería censurado por tanto inquisidor vocacional que disfraza ignorancias".
Un icono gay
Por su parte, la editorial Dos Bigotes, especializada en los libros de temática LGTBI, edita el libro Flores para Lola, en la que varios autores (Carlos Barea, Lidia García, Noelia Cortés, Nerea Pérez de las Heras, Daniel María, Carlos Carvento, Fernando López, Pepa Blanes y Álex Ander) como icono de la emancipación femenina y de la defensa del colectivo homosexual.
"Muchas personas del colectivo ven a Lola como referente feminista/LGTBI involuntario porque, de algún modo, se rebeló contra la moral nacionalcatólica del momento que le tocó vivir y, tanto durante como después de la dictadura franquista, luchópor ser libre. No creo que su afinidad con el colectivo fuese producto de una estrategia calculada, aunque ella era lista y sabía que una parte importante de su público eran los 'mariquitas' (como ella los llamaba). Alguna vez escuché a Lolita Flores comentar que, desde que ella recordaba, la casa de su madre había sido frecuentada por hombres del colectivo... Como comento en el libro, Lola era consciente del nivel de dolor y persecución que padecían en esa época muchos gais, lesbianas, bisexuales y trans. Por su condición de mujer con parte de sangre gitana, la jerezana sabía bien lo que eran la discriminación y el rechazo, y quizás por ello empatizaba siempre con el sufrimiento ajeno", explica uno de los autores Álex Ander, a Elcierredigital.com.
"Me comentó Juanito Díaz 'el Gosolina', que Lola le dijo que ya desde los tiempos de Juana Vargas 'La Macarrona' era habitual ver a los gais adorando a estas artistas. Muchos de aquellos homosexuales reprimidos bajo el régimen franquista encontraban en las letras de las coplas escritas por Quintero, León y Quiroga o por Rafael de León la liberación que querían para sus vidas. Juanito me dijo que los primeros "clubes gais" que existieron fueron los camerinos de las vedettes y las artistas. Lola admiraba a los artistas transformistas que la imitaban, y ellos valoraron siempre su gracia y cercanía. Ella les ayudaba cuando podía, no solo con dinero, sino también con consejos. Fue uno de los poquísimos personajes populares que, en los años de la Transición, se atrevió a visibilizar de forma pública la realidad de las personas gais y a normalizar la homosexualidad", añade Ander sobre la vinculación de las folklóricas en general y Lola en particular con el colectivo LGTBI.
Álex Ander entrevista en libro a un nombre siempre vinculado a la folklórica. El gran arcano de sus secretos, Juanito Díaz 'el Golosina': "Juanito fue uno de los mayores amigos y confidentes de Lola. Dice que congeniaron bien porque ambos tenían un gran sentido del humor y los dos estaban ahí el uno para el otro cuando hacía falta. Ella no soportaba a los aduladores (tenía muchos en su época de vacas gordas), y Juanito sabía calmarla cuando necesitaba paz. Dice Juanito que Lola lo quería siempre a su lado y que, si ella dormía una noche en su casa, le llamaba a cada instante con la menor excusa. Desde que se conocieron, Lola le ayudó en lo que pudo (le hizo regalos y le dio trabajo en más de una ocasión) y siempre le ofreció buenos consejos. De hecho, fue Lola quien pidió a Juanito que se casara con su compañera Magdalena, para que ninguno de los dos se quedara con una mano delante y otra detrás si en alguno de sus viajes de trabajo le ocurría algo a él. Juanito siempre ha sido leal a la amistad que tuvo con Lola y, de hecho, cuando le pedí una entrevista para este libro, lo primero que me comentó es que me la concedería siempre y cuando no le preguntase por determinadas cuestiones personales de su amiga".
"Hoy Juanito lleva una vida tranquila desde hace unos años. Vive de forma modesta en su piso madrileño, con la pensión que cobra, junto a su mujer Magdalena, y sigue manteniendo una estrecha relación con la familia Flores. Cuando hablamos hace ya unos meses, me comentó que llevaba tiempo con algunos problemas de salud y que ya no estaba para participar en un reality, por ejemplo rechazó participar en Pesadilla en El Paraíso, pero que todavía estaría dispuesto a aceptar una colaboración en algún programa de radio o de televisión", remata Álex Ander sobre el gran amigo de 'La Faraona'.
La musa de Francisco Umbral
La editorial Zut lanzó hace unos meses la reedición de una de las muchas obras literarias de Francisco Umbral. Se trata de Lola Flores. Sociología de la petenera. Una biografía de La Faraona que el escritor vallisoletano publicó, por encargo, en 1971 y que ahora se rescata con una edición a cargo del escritor Juan Bonilla, biógrafo a su vez de Terenci Moix.
En el citado libro, Umbral ahonda más en el perfil de la artista más que en los datos concretos. Algunos, incluso, son erróneos como la fecha de nacimiento de la actriz que Umbral sitúa en 1928 y no en 1923 como sería lo correcto.
Umbral describía a la folklórica de la siguiente forma: "Lola Flores, artista, ha encarnado literariamente, sociológicamente, estéticamente, folclóricamente, el mito de Petenera, la imposible mujer don Juan que el español espera por los siglos de los siglos".
Lola Flores fue uno de los personajes favoritos de Francisco Umbral. El autor de Mortal y rosa tenía una serie de musas que aparecían constantemente en sus columnas, libros ensayísticos y novelas: Pitita Ridruejo, Lita Trujillo, Sara Montiel o Carmen Díez de Rivera entre otras.
La relación de Lola y Francisco Umbral fue larga en el tiempo pero tuvo altibajos y los lectores de Umbral se encuentran con el nombre de La Faraona en varios de sus libros como Las españolas, Mis mujeres, Museo nacional del mal gusto o Crónica de esa guapa gente.
Lola Flores entrevista a Paco Umbral
En 1974 la entrevistó para la revista Blanco y negro y tuvo la ocurrencia de transcribir la entrevista fonéticamente. Es decir con los giros que caracterizaban al hablar a la artista: su ceceo, su peculiar forma de pronunciar algunas palabras y nombres y hasta algún taco. Esto causó sensación en el momento y le sentó fatal a la tonadillera que abroncó a Umbral que, por supuesto, lo contó en una de sus columnas transcribiendo, de nuevo, de forma fonética la bronca: "Umbrá, constipaíllo, cómprate un magnetofón nuevo que yo hablo asín".
Hasta el final de la vida de Lola Flores fue uno de los personajes favoritos del escritor vallisoletano. Incluso protagonizaron un recordado momento televisivo casi surreal cuando el escritor aceptó ser entrevistado por ella en el programa Sabor a Lolas que la jerezana presentaba junto a su hija Lolita en Antena 3 en 1993 a las órdenes de Raúl del Pozo, amigos de ambos.
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