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CULTURA

Muere Luis Ortiz, exmarido de Gunilla Von Bismarck e icono de la jet set marbellí

El empresario, que había superado una larga enfermedad, ha fallecido a los 80 años en la Clínica Quirón de Marbell

El empresario Luis Ortiz ha fallecido a los 80 años de edad. El que fuera marido de la alemana Gunilla Von Bismarck se encontraba ingresado en la Clínica Quirón de Marbella. 

Aunque se desconoce la causa exacta de su fallecimiento, el empresario había superado un cáncer de próstata y acarreaba diversos problemas de salud. 

La última vez que aparecieron frente a los medios

Este pasado mes de mayo la expareja reaparecía frente a los medios por última vez. Lo hacía en el 70 aniversario del Marbella Club. Este hotel fue un día puesto en marcha el príncipe Alfonso de Hohenlohe.

Precisamente, el pasado sábado acogió la fiesta por el aniversario de su apertura. En el evento, Rudolf Graf von Schönburg, más conocido como el conde Rudi, cofundador y director del hotel, ejerció de anfitrión.

Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz.
Luis Ortiz y Gunilla Von Bismarck. | Europapress

La condesa alemana estuvo muy pendiente de su exmarido, que  acudió en silla de ruedas por sus problemas de movilidad. "Aunque ahora estoy estupendamente, he pasado un mal trago de salud por una enfermedad que, afortunadamente, he superado, un cáncer de próstata. Pero sigo con un tratamiento. Soy un hombre optimista, con mucha fortaleza, que ha hecho mucho deporte…", reveló el empresario. 

También declaró que "Gunilla me ha salvado la vida. Si no es por ella, yo hubiera seguido con una vida de desenfreno". Una vida de desenfreno que era la que hace años reinaba en la Marbella. Allí, Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, que pertenecía al grupo de los conocidos como Los Chorys, se movían como pez en el agua.  

La dolce vita de Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz en Marbella

En Marbella reinaba por derecho propio Gunilla Von Bismark. Esta rubia alemana descubrió la Costa del Sol a finales de los 60. Marbella era un refugio para la jet set y Gunilla decidió instalarse allí. Ya en 1970 decoró con su sonrisa king size la inauguración de Puerto Banús junto a Roman Polanski y Rainiero de Mónaco con Grace Kelly.

De lo exclusivo de los 70 a lo irreverente y recargado de los 90, la bisnieta del Canciller de Hierro siempre estaba ahí. En verano era imposible abrir las revistas del corazón y no tropezarse con la imagen de Gunilla.

Siempre extravagante y dando la sensación de que se pasaba la vida vestida como para un carnaval. Iba de fiesta en fiesta, sonriendo como si nos recordara que tenía el mejor hígado de la zona euro dada la resistencia a décadas de juergas y, suponemos, sus consecuentes resacas.

Llegó a tener un local con su nombre, el Gunilla’s, pero lo suyo no era administrar la noche sino disfrutarla. Educada en Estocolmo y amiga desde la adolescencia del hoy monarca de Suecia, Carlos Gustavo, acabó encontrando el amor en las playas de Marbella. Allí conoció a Luis Ortiz, hijo del que fuera censor oficial de Radio Televisión Española.

Tras casarse en un frío palacio alemán en 1978, la pareja fue la más estable dentro de la 'inestabilidad' que reinaba en la jet marbellí. Vendieron un falso divorcio que se hizo verdadero en 1989 y aún hoy nadie sabe si seguían juntos o no. El caso es que siempre, antes y después de la separación, siguieron entrando juntos a todos los locales de moda.

En los ochenta Gunilla defendió con uñas y dientes a sus comadres de la jet set. Esto fue tras una carta del obispo de Málaga, Xirinac, criticando la forma de vida de la ciudad.

Con la llegada de Jesús Gil 'se subió al carro' y hasta se llegó a rumorear que el Ayuntamiento le pagaba por hacer de relaciones públicas. Tanto quería a Gil que participó en una manifestación, "como si fuera una Irene Montero de los pijos", pidiendo la excarcelación del alcalde.

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Luis Ortiz y Gunilla Von Bismarck. | El Cierre Digital

Cuando la Marbella de Gil acababa, también la imagen de Gunilla se 'empobrecía'. Cada vez interesaba menos a las revistas y declaraba que "odiaba las multitudes". Sobre todo si eran de acreedores, ya que desde hacía años estaba con problemas económicos y no veía soluciones al caso. Esto era porque su familia había desterrado el trabajo de sus quehaceres diarios desde hacía tres generaciones.

Hasta ahora, el exmatrimonio seguía disfrutando de Marbella pero lejos del foco mediático. De hecho, la condesa evita a la prensa. Y tiene un hijo, inversor en su día de Tuenti, que se encarga de todo.

La Marbella de Gunilla y Luis ya no existe. Y aquella época dorada tampoco. Hoy la jet set que un día reinó en aquel municipio dice adiós a uno de los personajes icónicos. 

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