Los supermercados reemplazan a cines y teatros emblemáticos.
Las salas de proyección se convierten en hoteles, tiendas o quedan abandonadas.
El ejercicio de desmantelación de salas de cine continúa siendo palpable. España ha visto cómo cada año el número de establecimientos de la gran pantalla ha disminuido, una tendencia que se contrapone al auge del sector digital y otro tipo de formatos de vídeo. En los últimos años, Madrid ha presenciado la desaparición de varias salas de proyección donde ahora se levantan nuevos supermercados.
Es el caso de los Cines Lido, localizados en el barrio madrileño de Tetuán, concretamente en la calle de Bravo Murillo. Estas salas, que cerraron sus puertas de forma definitiva en el año 2012, se encuentran actualmente en obras ante la construcción de un nuevo supermercado en la zona. El distrito madrileño se queda sin cine y su lugar será ocupado por un establecimiento de la marca alemana Aldi.
Como homenaje cultural, la página web de ecartelera mantiene su ficha activa, donde exponen la dirección del antiguo local. Debajo, un anuncio ciertamente afligido mantiene: “Este cine ya no está activo. Probablemente haya cerrado. Mantenemos su ficha a modo de histórico”. La fachada de Cines Lido se mantenía intacta, con apariencia de abandono, hasta que los trabajadores comenzaron las obras que, prevén, finalizarán en enero de 2021, momento en que el local reconvertido abra de nuevo.
Lo ocurrido en Tetuán no se trata de un hecho aislado. Los populares Cines Roxy, que se encontraban en el distrito de Chamberí, en el número 123 de la calle de Fuencarral, son a día de hoy otro supermercado Aldi. Las obras del local, en este caso, finalizaron el octubre pasado y desde entonces, no quedan vestigios de lo que fue en su día el cine. Muchos vecinos lamentan que los carritos de la compra vayan solapando la cultura en la capital de España.
Más allá del cine, el teatro también ha visto cómo peligraba su situación. En Madrid, el mítico Teatro Martín de la calle de Santa Brígida, en el barrio de Chueca, vivió décadas de triunfo artístico y algunas rehabilitaciones. Sin embargo, de cara al siglo XXI el edificio acabó siendo clausurado, y sobre él se construyeron apartamentos. A día de hoy, el bajo que en su día dio cobijo a cientos de artistas, yace abandonado y en una situación deprimente.
No es el único ejemplo. La mítica Sala Canciller, templo del heavy madrileño durante años también cerró para convertirse en un Aldi. La parte superior de la sala, que eran los cines Canciller, ubicados en el número 15 de la calle Alcalde López Casero, junto al metro El Carmen, dejó su uso como sala de conciertos y fue comprado por la conocida cadena de supermercados. Por aquella sala de conciertos pasaron Manowar, Marillion y Running Wild, entre otros.
Denuncias vecinales ante los cierres
Los vecinos de Madrid se posicionan en contra de la demolición de los cines. La presión de la comunidad ya se dio a conocer en el distrito de Salamanca cuando los cines Conde Duque, en la calle Goya de Madrid, desaparecerían para dar lugar a un supermercado. Una llamada de atención que llegó hasta el ayuntamiento de la capital el pasado febrero, donde la reflexión giró alrededor de José Luis Martínez Almeida.
No obstante, la solución que encontró el Ayuntamiento de Madrid no permitió el total convencimiento de los vecinos. El cine Conde Duque cerraría y, en base a las declaraciones del delegado de Desarrollo Urbano de la capital, Mariano Fuentes, de Ciudadanos, el Ayuntamiento negociaría con los propietarios del edificio, así como con la distribuidora del cine, para mantener al menos un establecimiento de proyección en el distrito.
Se explicó que se había conseguido “alargar el contrato de arrendamiento del cine Goya” y que se tramitarían las licencias para que en octubre pudiera abrir, mediante inversión privada de la misma empresa que gestiona el actual Conde Duque, "un multicine con entre 6 y 7 salas y muy cerquita de donde se encuentran a día de hoy”. Un hecho que no llegaban a creerse los vecinos, como así han afirmado a elcierredigital.com, y del que no se conocen detalles a día de hoy.
Desaparición del cine
Los casos de cierre de salas de cine pueden contarse a pares. A principios de año, los míticos cines Renoir desaparecían. El barrio de Cuatro Caminos se despedía de sus proyecciones en una sangría cinematográfica que afecta a muchos barrios. Renoir se despidió casi a la vez que Conde Duque en el barrio de Salamanca.
A los pocos días le llegaría el turno al famoso Real Cinema, ubicado en la plaza de Isabel II, conocida como Ópera, en pleno centro de Madrid. El Real Cinema comenzó a construirse por parte de la empresa Sagarra con diseño de Teodoro Anasgasti que le dio un estilo mudéjar en 1918. Abrió sus puertas dos años después con la proyección de las películas El cuarto número 23, La hija del Plata y Las vacaciones de Solly y se ganó el apodo de Real al ser inaugurado por Alfonso XIII.
El cine fue toda una revolución en el Madrid de la época, con 3.500 localidades, un ascensor y un cine al aire libre con capacidad para trescientas personas. Durante la II República, cuando se eliminó cualquier referencia a la monarquía, pasó a llamarse Cine de la Ópera. La primera etapa de su historia -siempre como cine- se extendió hasta la Guerra Civil.
De sus restos emergerá un hotel de lujo de nombre Ocean Drive, aunque no sin antes enfrentarse a diversas críticas políticas e incluso concentraciones frente al lugar donde fue derribado el edificio.
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