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Un hombre cantando con un micrófono en un estadio vacío.
CULTURA

Julio Iglesias desea cantar en la inauguración del nuevo Estadio Santiago Bernabéu

El exportero del Madrid prepara canciones para la inauguración del Bernabéu con Pérez y el Emérito.

El pasado 23 de septiembre el cantante gallego Julio Iglesias cumplía 80 años. Una fecha señalada que vivió desde su residencia, localizada en Nassau, capital del país caribeño de Las Bahamas, donde vive desde hace años y lugar donde ha fijado su retiro mediático del que podría salir ahora para cumplir uno de sus sueños. Tal y como ha podido saber elcierredigital.com, el cantante, protagonista de la banda sonora de varias generaciones, "quiere estar presente en la inauguración del estadio Santiago Bernabéu" y, además, "tiene la ilusión de poder actuar durante este acto si la salud se lo permite".

Según han revelado a elcierredigital.com fuentes cercanas al entorno íntimo del intérprete gallego, "Ramón Arcusa, uno de los integrantes del 'Dúo Dinámico', está con él y ya ha llamado a varios de los músicos que trabajaban con él, como su arreglista Tony Renis  o su batería Pepe Sánchez. E incluso su hija está allí con ellos. Es por ello que querría cantar una canción, que además  podría ser un tema nuevo, durante la inauguración del estadio, dos o tres como mucho y apoyado por otros conocidos cantantes que versionarían sus canciones. Algo similar al concierto que ofreció el tenor Plácido Domingo en el Bernabéu en julio de 2016, pero no dar un concierto como tal ya que no podría permanecer de pie durante todo el concierto". 

Estas mismas fuentes también han recalcado en conversación con elcierredigital.com que "esta es su mayor ilusión, ya que es el lugar donde jugó con el Real Madrid y sería un cierre de etapa perfecto. Para él, el club merengue lo es todo y, es más,  a este evento también vendrá el rey Emérito, con quien Julio Iglesias tiene una gran amistad" y fue uno de los muchos rostros que felicitó al cantante de 'Me va, Me va' en su 80º aniversario. 

Una vida llena de éxitos

Julio Iglesias de la Cueva nació por cesárea en Madrid a las dos de la tarde del 23 de septiembre de 1943, en el seno de una familia burguesa acomodada, sólo conservadora en sus formas, formada por su madre, Charo de la Cueva, su padre, el reconocido ginecólogo Julio Iglesias Puga, y su hermano pequeño, Carlos. Su infancia, “de pequeño era feíto, aunque después se convertiría en un guapo mocetón”, trascurrió plácidamente en el barrio madrileño de Argüelles, en un hogar típico de la derecha española de esos años, con un piso grande sin ostentaciones en el centro de Madrid.

Un hombre en una cancha de fútbol gira un balón sobre su dedo índice mientras sonríe.
Julio Iglesias en el Estadio Santiago Bernabéu en 1983. | El Cierre Digital

Estudió el bachillerato en los Sagrados Corazones. Ya desde pequeño le gustaba practicar el deporte del balompié, jugaba en la demarcación de  guardameta en el Real Madrid, pero su familia se opuso a que por el deporte abandonara sus estudios, así que eligió la carrera de Derecho, que empezó en el CEU de Madrid y casi terminó en la Universidad de Murcia, ya que le quedó colgada una asignatura, Derecho Internacional Privado, que aprobó años después.

Su padre siempre deseó que su hijo siguiera la carrera de diplomático, ya que esa era su gran ilusión, pero finalmente 'Julito' terminó como cantante, una profesión que empezó a convencerle como futuro cuando estuvo meses y meses en cama tras un accidente de coche que le produjo una tumoración y una paraplejía parcial. En la vida de Julio Iglesias, la imagen de su padre siempre ha tenido una importancia trascendental, mientras que para su hermano Carlos la tenía su madre. 

Julito también había vivido su primer amor en brazos de una guapa hija de un diplomático, Gwendoline (Jane Harrington), con la que coincidió en su etapa de Londres, donde cantaba por las calles y en los pubs, como el  Airport Pub. Esta relación supuso para él, según sus propias palabras, “el amor verdadero y sincero, sin limitaciones”. Una chica a la que dedicó una de sus más conocidas canciones que llevó por título su nombre y con la que representó a España en el Festival de Eurovisión del año 1970 en Ámsterdam, tras haber ganado el Festival de Benidorm con la canción ‘La vida sigue igual’. Para entonces, Julio Iglesias ya se había convertido en un cantante de moda. Fue precisamente en 1970 cuando conoció a la que sería su primera mujer y madre de tres de sus hijos: la filipina Isabel Preysler.

El inicio de su relación con Isabel Preysler

Julito intentaba llevar sus relaciones sentimentales de forma discreta y reservada pues, por entonces, él ya triunfaba y habían proliferado sus clubes de fans que seguían fielmente los pasos de su ídolo, lo que aumentaba su publicidad. Por eso era muy receloso en sus incursiones amorosas: lo primero, su carrera musical; y luego, los escarceos.

Pero en esta ocasión estaba completamente enamorado. A menudo llamaba al domicilio de los tíos de Isabel (donde vivía ella) para invitarla a salir por Madrid. La recogía en su coche y visitaban los lugares de moda de la capital hasta altas horas de la madrugada. Sus tíos no eran muy estrictos con los horarios, a diferencia de sus padres en Filipinas. Iban casi siempre acompañados de carabina, ya que a Isabelita sus tíos no la dejaban ir sola, en una sociedad todavía muy machista.

La pareja solía ir acompañada del íntimo amigo de Julio, compañero de penas y alegrías, que era el encargado de llevarle las maletas y que luego se reconvirtió en su representante, Alfredo Fraile Lamayer. Este había contraído matrimonio escasos meses antes en la iglesia madrileña de San Francisco el Grande con María Eugenia Peña Soto, integrante de la familia de los Bardem. Una de sus primeras salidas, como cuenta Preysler, fue a un concierto del cantante Juan Pardo en el Teatro Carlos III, en la calle Goya, de Madrid. Desde entonces, siempre que sus compromisos profesionales se lo permitían, la acompañó.

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Miranda Rijsburguer y Julio Iglesias. | El Cierre Digital

Aunque Julio Iglesias se marchó a Londres para grabar su segundo LP, ya tenía el gusanillo de Isabel metido en el cuerpo. Empezaba a llamarla “mi pequeñaja”. Ese joven, que no era capaz de mantener una relación durante más de una semana, el que iba de flor en flor como las mariposas, se había enamorado de verdad. Tanto que, nada más llegar de la capital londinense, lo primero que hizo fue presentarla en sociedad a su familia. “Me pareció guapísima, encantadora y con mucha clase. Tenía esa serenidad oriental que mantenía a raya el pronto explosivo de mi hijo”, afirmo en su día el doctor Iglesias Puga.

A finales de julio de 1970, la joven filipina viajó a Málaga con sus tíos para pasar el verano y Julio iglesias cambió radicalmente sus estíos en Peñíscola (Castellón) por las playas de la Costa del Sol. El amor continuó apasionadamente durante todo el otoño. Idas y venidas. Encuentro tras encuentro. Besos y noches de amor en un desapacible clima madrileño. Fue en las navidades de 1970, al regresar de sus compromisos en Argentina, cuando Julio Iglesias comentó a sus más allegados que se casaba deprisa y corriendo. La pareja sólo había tardado seis meses en formalizar el contrato nupcial.

Los primeros tiempos de la vida de la pareja transcurrieron sin grandes acontecimientos. Isabel acompañaba a Julio Iglesias en sus viajes. “De luna de miel nos fuimos a las Canarias y seguidamente a México, donde pasamos tres meses. Mi marido debía cumplir allí unos contratos. Las salas donde actuaba no se llenaban y Julio me decía: 'Pequeñaja, dentro de unos años tendré a esta gente rendida a mis pies', y la verdad es que fue así. Julio trabajaba mucho y yo cada vez estaba más sola”, contó en su día Isabel.

Alfredo Fraile, el sempiterno mánager del cantante durante quince años, dio fe de ello y relató a periodistas cómo, en 1971, en su primera gira por Latinoamérica, Isabel acompañó a su marido en destartalados y tercermundistas autobuses en sus recorridos por las carreteras mexicanas. Los contratos eran todavía muy humildes, entonces no había tanto dinero, y a pesar de estar embarazada de varios meses de su primera hija, Chábeli, no se escuchó una sola queja o lamento de la tenaz y hermética Isabel, que fue la perfecta compañera del cantante en sus tiempos más duros.

Contaba el periodista José Luis Gutiérrez que en esas giras nadie podía ver a Isabel, que permanecía recluida, secuestrada día y noche en su habitación. Julio Iglesias se comportaba con su mujer como si no quisiera que nadie se acercara ella, la mantenía en el hotel durante todo el día y la obligaba a ocultarse en el baño cuando la camarera acudía cada mañana a servirle el desayuno a la habitación.

Relevo de la vida de casado por la de artista

Con el paso de los años, el distanciamiento físico entre Isabel y Julio fue cada vez más habitual y constante. Y aunque el matrimonio pasaba junto menos tiempo, sus encuentros eran pasionales. Así, Isabel se quedó embarazada dos veces más albergando la esperanza de que esto representaría el regreso definitivo del hombre a quien entonces amaba. Pero eso nunca ocurrió. Nacieron sus dos hijos varones: Julio José, el 25 de febrero de 1973; y Enrique Miguel, el 8 de mayo de 1975. Desde entonces sus tres hijos ocuparon todo su tiempo. Ya no acompañaba en sus viajes a su marido, que cada día conseguía mayores triunfos discográficos, tanto en España como fuera de nuestras fronteras. Y las ausencias eran cada vez más largas y el teléfono había dejado de sonar con la insistencia de los primeros tiempos.

Cuentan sus amigas que Isabel aguantaba todo aquello sin una queja, aunque el cansancio y el hastío ya habían aparecido en su relación con el célebre cantante, un hombre que había relegado la vida de casado por la vida de artista, dedicando a su familia un tiempo que, a todas luces, no era suficiente. Las numerosas fans que rodeaban a su marido, los incontables idilios reales e inventados que se le atribuían, la reputación de donjuán, los reportajes de atleta sexual en las revistas, etc., iban minando cada vez más la relación de la pareja.

Isabel, sin apenas familia en España, se iba encontrando cada vez más sola. E iba tomando poco a poco conciencia del progresivo alejamiento de su marido. Por entonces, el matrimonio ya había comprado una casa en la urbanización Guadalmar (Torremolinos), valorada en unos 25 millones de pesetas, donde iban a pasar las vacaciones. Los niños llevaban una vida normalizada, como la de cualquier hijo de buena familia: iban a un colegio inglés y pasaban los veranos en Marbella y las Navidades con sus abuelos maternos en Filipinas, a donde también acudía Isabel prolongando su estancia, en ocasiones, por varios meses. Era ella quien les educaba, pues cuando Julio aparecía por casa, este era incapaz de levantar la voz a los niños tras sus repetidas ausencias. 

Cuentan que la llegada del cantante era siempre una novedad que se convertía en una fiesta, donde el orden cotidiano se transformaba en una pequeña anarquía. Por entonces, Isabel ya era un personaje popular y todos la conocían. Pero su felicidad era incompleta pues las continuas ausencias de su marido cada día le pesaban más.

Julio Iglesias y las 3.000 mujeres

Isabel llegó a confesar a sus amigas que estaba harta de llamar por las noches a los hoteles donde se hospedaba el cantante y encontrarse al otro lado del teléfono con una extraña voz femenina. Era habitual, cuentan compañeros de entonces, que Julio al finalizar su actuación, todas las noches, ocupara, acompañado de los músicos de la orquesta, dos habitaciones del hotel, donde recibían, bebiendo y escuchando música hasta el alba, a las privilegiadas fans que tenían la fortuna de franquear las puertas de aquellas dos habitaciones intercomunicadas.

Por entonces, Julio Iglesias ya era una estrella en toda Latinoamérica. El cantante tenía  fama de amante maravilloso y perfecto compañero de cama. Según él mismo ha confesado, 3.000 es el número aproximado de mujeres que habrían pasado por su azarosa y complicada vida sentimental. Julio era el típico “Casanova” castigador. Prefería relacionarse con mujeres desconocidas que frecuentemente eran amantes de una noche.

Hombre con traje y corbata en un entorno al aire libre con árboles y vegetación.
Javier Santos. | El Cierre Digital

De aquella época todavía le quedan a Julio Iglesias supuestos hijos secretos que levantaron en su día la polémica. Uno de ellos es Javier Santos Raposo, fruto de una presunta semana de pasión en Sant Feliu de Guixol con la bailarina portuguesa María Edite Santos durante una gira veraniega por la Costa Brava en el año 1975. Julio había acudido allí para actuar durante unas semanas en la discoteca Las Vegas y había alquilado un chalé a su gran amigo de juergas, el exjugador del Real Madrid, Pedro de Felipe, con el que compartió su adolescencia. La casa se convirtió en lugar de citas clandestinas. La primera selección de las bellezas que siempre acompañaban al cantante era hecha por su fotógrafo de entonces y hombre de confianza, José María Castellví.

Por entonces en España, un país inmerso en plena transición democrática tras la muerte de general Franco pero aún con los tics del franquismo, la figura de Julio Iglesias y de su casa de discos, Columbia, pesaba mucho. Tenían muy bien controlados a los periodistas y a las publicaciones de la época. Éstas ofrecían noticias en torno al cantante de moda, ídolo de las jóvenes adolescentes, en un tono muy acorde con la moralidad oficial de entonces. Era la imagen de un Julio Iglesias amante de su esposa e hijos, buen padre de familia, miembro “de la España de bien”.

El divorcio con Isabel Preysler y el acuerdo con la discográfica americana CBS

Mientras tanto, la relación con su esposa, Isabel Preysler, se iba rompiendo más y más cada día. El 21 de julio de 1978, en pleno arranque de la movida madrileña, se anunciaba finalmente la ruptura del matrimonio a través del diario Arriba, uno de los periódicos propiedad del llamado Movimiento Nacional, y de la revista Hola. Fue por entonces cuando Julio Iglesias, ya convertido en una celebridad tras su definitivo acuerdo con la discográfica americana CBS, adquirió su casa de Indian Creek en Miami (EE.UU.), para dar definitivamente el salto internacional e introducirse de lleno en el show business.

Era una persona que perseguía por encima de cualquier cosa el éxito en su carrera y el cariño del público y no podía desprenderse de los aplausos. Se hallaba en un momento crucial de su profesión, donde se le estaban abriendo nuevas fronteras. Estaba dispuesto a trabajar sin descanso para apagar así las penas de su separación con Isabel Preysler. Necesitaba refugiarse en su profesión para sobrellevar un fracaso amoroso que para él fue traumático, como recuerdan las letras de las canciones que por entonces compuso con gran éxito comercial. Desde ese momento se convirtió en el cantante español que más récords ha batido.

Sin embargo, cuentan sus amigos que es un personaje tendente a la depresión y egoísta, que necesita estar rodeado de personas que le quieran o aparenten quererlo. Su situación personal hizo que su madre y su hermano Carlos, con toda su familia, se fueran a vivir a Miami junto a él para consolarle. Su hermano Carlos Iglesias, jefe de cirugía mamaria, renunció a su plaza en un hospital de Madrid y se convirtió desde entonces en su mano derecha. Desde ese momento, su amigo y mánager Alfredo Fraile pasó a un segundo plano.

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Miranda Rijsburguer y Julio Iglesias. | El Cierre Digital

Empezaron a tener problemas y a colisionar por la forma de dirigir el gran tinglado musical y económico creado en torno al cantante. Fraile, que se llevaba el 20 por ciento de las actuaciones que conseguía, dejaría su puesto y regresaría a Madrid, donde creó una empresa de imagen y relaciones públicas con presencia activa en la España socialista de los años ochenta y noventa, como jefe de comunicación del empresario catalán Javier de la Rosa, implicado en el escándalo de corrupción del grupo Kuwaití KIO.

En cuanto a Isabel, de la familia de su exmarido, sólo su suegro, el doctor Iglesias Puga, le siguió dando cariño y protección. La familia de Julio Iglesias, que durante sus casi ocho años de matrimonio ejerció una gran influencia sobre la joven inexperta filipina, presionó insistentemente para que ésta renunciara a todos sus derechos.

Ahora a sus 80 años, Julio Iglesias tiene el éxito que ha cosechado a lo largo de su carrera y el amor, en forma de matrimonio con Miranda Rijsburguer, con la que tiene cinco hijos: Miguel Alejandro, Rodrigo, Victoria, Cristina y Guillermo, que serán, junto a los hijos que tuvo con Isabel Preysler, los encargados de heredar el patrimonio y la gran fortuna del cantante.

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