Centenario de José Luis López Vázquez: su vida sentimental.
El actor se casó dos veces, tuvo cuatro hijos y su complicado divorcio de Flor Aguilar saltó a la prensa del corazón
El pasado 14 de enero falleció a los 81 años Carmen de la Maza, una de las damas de la interpretación más elegantes de los últimos tiempos, a quien José Luis López Vázquez dedicó el Goya de Honor 2005 refiriéndose a ella como a “un amor tardío”. Meses antes de su deceso, la actriz me confesó que se quedó "muerta en el sofá cuando le oí pronunciar mi nombre”.
Para la nieta de la escritora Concha Espina y sobrina del periodista Víctor de la Serna, trabajar con él en la obra Cena para dos y compartir los últimos años de su vida “significó muchísimo, porque creo que se sintió querido y le di un punto de felicidad”. El próximo 11 de marzo se conmemora el centenario del nacimiento del magnánimo actor, fallecido en 2009 a los 87 años.
Con motivo de esta fecha clave, algunos de sus compañeros glosan su figura. En esa Cena para dos también trabajaba Rosa Valenty, ya jubilada y encantada de disfrutar de sus nietos, que tira por tierra el mito de que López Vázquez era un gran tacaño: “No solo me respetaba y me daba cariño, sino que a Carmen y a mí nos mandaba flores, nos escribía poesías y nos invitaba a cenar”. Su ahijado cinematográfico, Valentín Paredes, que también tuvo como padrino a Alberto Closas durante el rodaje de La familia, bien gracias (1979), recuerda que “en la profesión normalmente se decía que era un rácano, pero a su favor he de decir que en el rodaje de Los gusanos no llevan bufanda (1991) me invitó a un par de cafés (risas)”.
Tras los cables, las cámaras y los decorados, López Vázquez era conocido entre los compañeros como ‘el morito’, debido a que era de la virgen del puño. Así lo recuerda Jesús Mariñas: “hasta tal extremo era rácano que cuando fuimos a Nueva York a celebrar un cumpleaños de Sara Montiel, íntima de José Luis, éste llegó desde España al hotel Waldorf Astoria con una bolsa de naranjas porque decía que las que se vendían en Nueva York no eran buenas”.
Para las nuevas generaciones, Bárbara Rey es conocida por haber sido la ‘amiga especial’ del Emérito y por los malos tratos sufridos por su exmarido, el empresario circense Ángel Cristo, con quien tuvo a sus dos hijos, Ángel y Sofía. Sin embargo, se debería escarbar en el pasado, porque la actriz trabajó con la aristocracia del cine español, entre ellos, Paco Rabal, Guadalupe Muñoz Sampedro, Luis Escobar, José Sazatornil, Luis Berlanga y, como no, José Luis López Vázquez. La actriz recuerda que durante el rodaje de La escopeta nacional (1978) “me puse a tejer unas bufandas para Umbral y Berlanga y al ver que eran de color granate, como era tremendamente supersticioso, casi le dio un patatús”.
Un hombre lleno de sorpresas
Su calidad artística estaba al mismo nivel, si no más, de los grandes de la comedia internacional. “Si hubiera aprendido inglés habría sido mucho más grande que Jack Lemmon -apostilla el escritor José Aguilar- vamos, ya le habría gustado a Jack Lemmon ser como él, porque José Luis era mucho más sutil. Era un hombre lleno de sorpresas extraordinarias que sabía manejar perfectamente”. El autor de la biografía de Rocío Dúrcal, Acompáñame, no anda nada desencaminado ya que Charles Chaplin gritó a los cuatro vientos que era el mejor actor del mundo.
Y George Cukor, legendario director de algunos de los clásicos más notables de la historia del cine, como Luz que agoniza (1944) o My Fair Lady (1964), que le ofreció un pequeño papel en Viajes con mi tía (1972). “Le llamó por teléfono para disculparse por haberle dado un papel tan insignificante, porque tiempo después vio Mi querida señorita y se dio cuenta de lo grande que era como intérprete”, admitía orgullosa Carmen de la Maza.
En las distancias cortas “era muy parco en palabras, no tenía demasiada empatía, pero era muy amigo de sus amigos”, apostilla Aguilar, mientras que Jaime Blanch, que interpretó a uno de sus ahijados en la saga de La gran familia (1962), destaca que era muy “culto, bastante serio, disciplinado hasta límites insospechados y refinado”. María Kosty, a quien cariñosamente el actor llamaba ‘kostillita’ y con quien trabajó en la serie Este señor de negro (1975-76) y El divorcio que viene (1980), refresca su memoria: “A cultísimo y educadísimo no le ganaba nadie. Era tan buen profesional que nunca se confundía, siempre clavaba su parte y le irritaba profundamente que se hablara durante los ensayos. Fue uno de los actores mejor pagados y amasó una fortuna bastante importante”.
Recordar los malos tiempos de la Guerra Civil, el abandono de su padre, el oficio de costurera de su madre, por la que le pagaban tres pesetas diarias, provocó que fuera tremendamente mirado por el dinero, que casi nunca cogiera vacaciones y que, cuando lo hacía, se marchara unos días a Oropesa del Mar (Valencia) con su segunda esposa, la periodista Flor Aguilar, con quien tuvo a sus gemelas, Cayetana y Camino, con quienes tuvo una relación nefasta.
Flor aireó los trapos sucios en televisión y José Luis, al parecer, se desentendió de la manutención de las niñas que, hoy en día, no guardan ningún recuerdo de su progenitor, alejadas completamente del objetivo público. Con su primera mujer, la actriz Ana María Ventura, fallecida a los 98 años el pasado verano, también estuvo a la gresca. Después de esta, tuvo una larga relación con Ketty Magerus, de la que nacieron dos hijos, José Luis y Virginia, fallecida en 1994. Y entre Flor y Carmen, durante algo más de una década, se ‘coló’ la actriz y directora Cari Antón.
Con 224 películas a sus espaldas y un sinfín de obras de teatro y series de televisión, José Luis López Vázquez forma parte de lo que se ha dado en llamar la realeza del cine español.
Inmemorables son sus interpretaciones en Atraco a las 3 (1962), la anteriormente mencionada Mi querida señorita (1972), Mamá cumple 100 años (1979) y Patrimonio Nacional (1980), entre otras. Parte de esa inmortalidad también recae sobre el arte del dibujo, porque José Luis era un excelente diseñador, figurinista y cartelista, cuyas obras cuestan una pequeña fortuna. A sus íntimos amigos solía dibujarles postales de navidad.
Así lo rememoraba su íntima Julia Gutiérrez Caba en la inauguración de la exposición José Luis López Vázquez, arte en papel, organizado por la Fundación Aisge en 2013, “al ir perdiendo la vista nos dijo que ya no podía mandarnos más y las navidades ya no fueron las mismas”. Todos esos tesoros están a buen recaudo.
Más noticias: