El catedrático Felicísimo Valbuena analiza el libro de 'Encarna en carne viva'
Opina que la obra de Juan Luis Galiacho y Pedro Pérez "puede dar origen a un guion de cine" que tendría "gran éxito".
Según la información que he buscado, el libro Encarna, en carne viva, de Pedro Pérez y Juan Luis Galiacho, lleva una marcha que empezó con fuerza y sigue aumentando el impulso. Los autores van a comenzar una gira por ciudades españolas y lo que hace falta es: 1) que la Editorial disponga de libros suficientes para satisfacer el interés de los públicos. Y 2) que esta obra dé origen a uno o varios guiones de cine sobre esta mujer de radio.
Si los autores del libro leen esta columna mía, les recomiendo que busquen buenos guionistas. He escrito muchas veces que estas tres palabras, “director de cine”, están entre las más hinchadas que existen.
Los guionistas son más importantes que los directores
Cualquier persona puede decir que es director de cine y, sin embargo, el resultado carecer de valor e interés. ¿Cuánto dinero del Presupuesto se tira todos los años financiando documentales y películas sin valor?
Un director del montón, con un buen guión, puede lograr una película digna. Un director que domine todas las técnicas, con un mal guion, puede conseguir un adefesio.
Grandes guionistas han acabado dirigiendo sus guiones, para impedir que otros directores estropeen lo que ellos han escrito. El ejemplo más célebre es el de Billy Wilder.
Cómo reinventaba su vida
Y después de fijar este marco, voy a dar algunas ideas a Pedro Pérez y Juan Luis Galiacho, autores, colegas y, sin embargo, amigos, sobre cómo elaborar un buen guion sobre Encarna Sánchez.
¿En qué coincidía Encarna con muchísimos hombres y mujeres? Tenía un carácter fuerte y decidido, se reinventó su vida en varias ocasiones y se enfrentó a diversas pruebas. Venció en casi todas porque tenía muy claro qué quería hacer con su vida. Murió relativamente pronto. Sólo vivió 60 años.
¿Cómo presentar a un personaje así? Mostrando que ella se veía en el mundo como defensora de la gente, a quienes ni los políticos ni los poderosos ni los medios de comunicación defienden: camioneros, taxistas, familias sin casas, pacientes de enfermedades difíciles… Para todo eso, necesitaba energía moral, que ella recibió de su madre, la mujer a la que más quiso en el mundo.
Hay una faceta que resalta, también, en la vida de Encarna: su habilidad para generar ingresos; sabía gestionar la publicidad de sus programas como nadie. Invirtió sus ingresos en casas y chalets, …pero no supo invertir a fondo sus ingresos.
He escrito que supo reinventar su vida en varias ocasiones. ¿Cómo? Cuando decidió abandonar España en 1970, fue a México y triunfó en televisión y ¡en teatro! Cuando los sindicatos de actores mexicanos protestaron porque decían que ellos lo hacían mejor, ella no se arrugó. Se fue a la República Dominicana y Puerto Rico. Y de ahí, a Los Ángeles y Miami, en Norteamérica. En cada sitio aprendió una o varias habilidades, que aplicó en España. Primero, en Barcelona. Después, y definitivamente, en Madrid.
O dicho de otra manera: Cuando se le cerraba una puerta, abría otra. ¿Y cómo mostrar en un guion de película o en guiones de una serie ese abrir y cerrar de puertas?
A mí me parece sencillo: Encarna recibía presiones para que llegase a un compromiso o abandonase sus fines y hábitos nobles. O aceptaba lo que le proponían o se atenía a las consecuencias. ¿Y qué hacía Encarna Sánchez? Como siempre tenía las cosas claras, hacía las maletas.
Y cuando, en la cima de la fama, las ofertas económicas le podían hacer perder el favor de sus oyentes, no lo dudaba: su público por encima de todo, el público al que se dedicaba y que daba sentido a su vida.
En el libro de Pérez y Galiacho hay crisis en las que el lector siente que la protagonista debería abandonar y salvar su cuello; sin embargo, si lo hace, pagará el precio de perder el respeto que se tiene a sí misma y también el que su público siente por ella.
Como ella elige el único camino apropiado, el lector siente la satisfacción de que su fe en la protagonista ha quedado justificada.
¿Qué decir de su vida privada?
El aspecto más dramático de su vida privada es que vivió en una época en la que los homosexuales y lesbianas apenas habían salido del armario. Y decidió preservar su vida íntima todo lo que pudo. Ella se parece a un Oscar Wilde, que nunca quiso admitir en público su homosexualidad. Le faltó la decisión de Truman Capote, que escribió: “Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio”.
Es comprensible que Encarna no se comportase como Capote. Éste no tenía un contacto diario con su público. Encarna, sí. De haberlo hecho, hubiera quedado en una desnudez psicológica que ella no quería afrontar.
¿Y sus detractores?
El libro recoge diversos incidentes en los que Encarna demuestra que podía enfadarse hasta extremos que resultan impensables en una mujer de su categoría. Si la cosa quedase ahí, el asunto no iría más allá de perder amistades de varios años. Lo peor fue que, según ella declaró en varias ocasiones, una imitación que le hicieron Martes y Trece en una gala de fin de año, le provocó el cáncer del que ella murió. En palabras más técnicas: somatizaba sus disgustos. Somatizar es presentar síntomas físicos causados por una afección psicológica.
¿El gran fallo de su vida? No soportaba los disgustos. Sobre todo, los que le causaban los que ella clasificaba como ingratos y traidores.
Ella tenía en el peor de los conceptos a Pedro J. Ramírez. Si Encarna hubiera controlado mejor su ira, seguramente habría vivido más y más años. Así se hubiera encontrado en 2009 con el libro Pedro J. Ramírez al desnudo (2009), de José Díaz Herrera. Entre los muchos asuntos que aborda en sus 688 páginas, hay dos muy interesantes: En Diario16, periódico que él dirigía, aparecieron 61 editoriales en los que se justificaba que el Ejército acabara con ETA al margen de las instituciones; que se aplicase la pena de muerte a los terroristas y escribió docenas de artículos y editoriales defendiendo a los GAL. Díaz Herrera afirma que nadie, como él, ejerció el oficio de “inspirador intelectual del terrorismo de Estado”.
En 1989, Pedro J.Ramírez, en el Club Siglo XXI, anunció que había que acabar con el felipismo por los medios que fuera. Dispuesto a ejecutar su planteamiento, dio un giro de 180 grados y de “salvador de la patria” a enemigo acérrimo del socialismo, empleando el GAL como elemento para combatirlo.
Si Encarna se hubiera fijado más en lo que estaba ante sus ojos, hubiera podido transmitir a sus oyentes hechos probados, no desahogos pasajeros. Y hubiera vivido más. ¿Quién ha dicho que investigar no alarga la vida? Pero esto es otra historia.
Aunque suene fuerte lo que voy a decir, tenía un concepto de la intimidad parecido al de los animales. Gustavo Bueno ha escrito sobre ese concepto de intimidad.
Películas para ilustrar esta trama
-El viejo y el mar, La leyenda del indomable, Fitzcarraldo, Esencia de mujer (el personaje Charles Simms), Forrest Gump, El inocente (de Brad Furman).
-Me agrada poner como ejemplo más próximo al Doctor Gregory House, protagonista de la serie House que duró ocho temporadas. House no se conforma con tratar a pacientes que podríamos llamar ordinarios. Quiere curar a pacientes a los que otros médicos no curan o no saben curar. Se distingue porque no quiere caer bien a todo el mundo y por dar cortes a médicos, pacientes y familiares. Es arrogante y, prácticamente, sólo tiene un amigo, el oncólogo Dr. Wilson. Sin embargo, cuando en la segunda temporada el director del Hospital somete a votación el despido del Dr. House, sus colaboradores le apoyan y es el director el que ha de irse.
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