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Un collage en blanco y negro de varias mujeres de diferentes edades sonriendo y mirando a la cámara.
CULTURA

Carmen Conde: pionera en romper barreras en la RAE y la literatura.

Carmen Conde, primera mujer académica de la RAE en 1978, y solo diez más lo han logrado desde entonces.

El 9 de febrero de 2022 se celebra el 44 aniversario de la llegada de Carmen Conde Abellán a la Real Academia Española de la Lengua (RAE). Es una fecha especial puesto que la poeta, prosista, dramaturga, ensayista y maestra española fue la primera mujer en sentarse en uno de los sillones de la institución. Conde Abellán, que perteneció a la generación del 27, ocupó el sillón de  la letra K.

“Mis primeras palabras son de agradecimiento a vuestra generosidad al elegirme para un puesto que, secularmente, no se concedió a ninguna de nuestras grandes escritoras ya desaparecidas”, estas fueron las primeras palabras que Carmen Conde pronunció en la RAE, una institución que ha ignorado el papel de las mujeres en la lengua y la literatura española durante mucho tiempo. Conde rompió ese día uno de los tantos techos de cristal que las mujeres sufren a lo largo de sus vidas.

Un grupo de personas vestidas de manera formal, sentadas en una fila de sillas, con medallas colgando de sus cuellos.
Carmen Conde. | El Cierre Digital

Sin embargo, y aunque es cierto que la escritora le abrió la puerta de la Academia a otras mujeres, en 2022 solamente siete de los cuarenta sillones están ocupados por mujeres. Si se echa la vista atrás, la proporción es aún peor, teniendo en cuenta, sobre todo, que la institución se fundó en el año 1713 y la primera mujer en formar parte de ella lo hizo en 1978. ¿El resultado? Once mujeres académicas frente a los más de 480 hombres.

Los techos de cristal

Para ser conscientes de lo que implican los techos de cristal, es totalmente necesario definir este término. La psicología ha descrito los techos de cristal como las “barreras invisibles, difíciles de traspasar, que representan los límites a los que se enfrentan las mujeres en su carrera profesional”, y es importante recalcar que no se produce por falta de preparación y capacidades sino por la estructura de las instituciones. 

El techo de cristal es un conjunto de restricciones y obstáculos que no permite a las mujeres alcanzar o permanecer en puestos de responsabilidad. También se ven perjudicadas, durante su desarrollo profesional, en etapas como el embarazo o la crianza de sus hijos. Y no son pocas las mujeres que durante una entrevista han tenido que enfrentarse a la pregunta de si tenían intención de tener hijos o si tenían pareja, datos personales que sirven a las empresas para discriminarlas.

La imagen muestra una ilustración con varias personas en diferentes actividades, incluyendo leer, estudiar, levantar los puños y trabajar en una computadora.
Techos de cristal. | El Cierre Digital

Si bien es cierto que en los últimos años se ha incrementado algo el número de mujeres que ocupan puestos de responsabilidad e importancia en las empresas y las instituciones públicas, los estudios del Instituto Europeo para la Igualdad de Género arrojan datos aún bochornosos. El pasado año 2021 publicaron el Índice de Diversidad de Género en Europa, y el indicador de “poder”, que mide la igualdad “en posiciones de poder y toma de decisiones en las esferas políticas, económicas y sociales” según el Observatorio de Igualdad y Empleo, fue puntuado con 53’5 puntos sobre 100. El indicador más bajo de todo el índice en materia de igualdad de género.

La injusticia literaria

Hay un poder que también se ha visto afectado por los techos de cristal, y ese es el poder de la palabra. La cultura ha sido –y sigue siendo– un elemento fundamental en el desarrollo de la conciencia social y las mujeres no han podido formar parte de ella con facilidad.

Las escritoras que lo consiguieron fueron capaces de sortear la censura y las fronteras impuestas, ya fuera firmando con seudónimos o con nombres masculinos para poder publicar sus obras. La igualdad de género en la literatura ha sido frenada de forma sutil mediante  la invisibilización de las mujeres.

Históricamente, al género femenino se le ha asignado el papel de musas, de inspiración de aquellos que sí merecían ser artistas, y han sido protagonistas de versos como el de Neruda: “Me gustas cuando callas, porque estás como ausente”. Sin embargo, aquella ausencia que el escritor describía era irreal. Hay muchas mujeres que han escrito grandes obras y que, sin embargo, no aparecen en los temarios de Lengua y Literatura, ni siquiera en estudios avanzados.

Un grupo de personas posando alrededor de una mesa con botellas y copas en un ambiente de reunión social.
Artistas de la generación del 27. | El Cierre Digital

Ya decía Rosalía de Castro –la mujer que aparece más frecuentemente en los temarios– que “todavía no les es permitido a las mujeres escribir sobre lo que sienten y saben”, y es que tuvo la oportunidad de representar lo que le sucedía a muchas. Las Sinsombrero, por ejemplo, son un conjunto de escritoras de la generación del 27 que, sin embargo, quedaron a la sombra de compañeros masculinos como Federico García Lorca, Vicente Aleixandre o Rafael Alberti. Lo mismo les pasó  a muchas otras.

En la actualidad, cada vez hay más mujeres escritoras que, pese a los límites y las barreras que puedan encontrarse, no se dejan amedrentar y luchan por romper esos techos de cristal a golpes de pluma.

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