Carlos Ferrando afirma que Pedro Almodóvar ha cambiado desde que lo conoció
Carlos Ferrando repasa su vida en 'La delgada línea rosa', coescrito con César Heinrich.
Carlos Ferrando es por derecho propio uno de los grandes nombres de la crónica social en España. Con ayuda de César Heinrich ha hecho memoria en el libro La delgada línea rosa (La Esfera de los Libros). Por sus páginas, donde Ferrando equilibra ironía y ternura, pasan las reinas del couché, pero también los grandes nombres de 'La Movida', gran parte del cine y el teatro de nuestro país y los grandes popes de los medios de comunicación.
- Arranca el libro contando que es periodista en parte gracias a Rocío Jurado y a Esperanza Roy. ¿No era vocacional lo suyo?
Es que la madre de Rocío me preguntó "¿escribes como hablas?" y me pidió que fuera a su casa a contestar cartas de los fans. Lo cierto es que yo nunca me he planteado qué hacer. Siempre he pensado: "¿Qué tengo que perder?". Yo empecé trabajando en una petrolera en Tarragona. ¿Qué tenía yo que ver con eso? Todos los fines de semana me escapaba a la casa de Esperanza Roy. La descubrí en Barcelona y me volví loco. Con una cosa sobre ella empecé a escribir en Fotogramas. Yo, que era una persona que no tenía estudios superiores. Maruja Torres siempre me aconsejaba: "escribe como hablas". Esa frase me ha perseguido siempre.
- Con Rocío Carrasco ha pasado de darle caña y enterderla perfectamente.
Sí. La clave para mí ha sido la docuserie. Entendí muchas cosas. A mí Antonio David nunca me ha gustado. Cuando coincidía en Crónicas marcianas con él, intentaba evitarle. No me gustaban sus formas y había algo en él que me disgustaba. Además, luego se unió a un ser repulsivo como es Emilio Rodríguez Menéndez. Algunos se olvidan de que Antonio David estaba de número dos en la revista que le dio a ese señor por publicar {Dígame}. En uno de sus números me pusieron en la portada como que estuviera detrás de una verja, de una cárcel. Eran tremendos. Cualquiera que haya tenido eso en su vida, se la destroza.
Eso sí, mis críticas iniciales venían porque a esta chica en su adolescencia le dio por querer ser de todo: modelo, actriz... y no valía y así lo expresaba yo. A su madre no le gustaba, nada, claro. Sin embargo, nos hemos reencontrado con el tiempo y ella que podría guardarme rencor, lo cuál entendería, no lo hace. Me parece una mujer que ya no se calla y que sabe lo que quiere. En Lazos de Sangre nos reeencontramos. Fidel Albiac que me parece un tipo estupendo.
- Sin embargo, de Ortega Cano no guarda tan buen recuerdo. ¿Por qué?
Desde el principio no me gustó nada. Y no sé decirte el motivo. Pero no me gustaba él, ni me gustaba para mi amiga Rocío y se lo dije a ella. Esa historia empezó para tapar un escándalo que tuvo lugar durante el espectáculo Azabache, pero no pensé que llegarían a casarse.
Luego, Rocío y yo trabajamos en la película La Lolase va a los puertos y el señor montó un escándalo porque su novia tenía una escena de cama con un galán, Jesús Cisneros, y a su novia, no la podían tocar, faltaba más. ¿Se puede ser más antiguo? Pero ahora sigue igual. Cuando soltó lo del "semen de fuerza", yo pensaba "¿en qué año estoy?".. Este señor tiene siempre en la cabeza lo del machito, el parecer muy hombre. Se ha quedado en otra época.
- Gran parte de su contacto con los famosos le viene de su paso por Bocaccio y Archy. ¿Qué tenían de especiales esos lugares para ser el centro de reunión de las celebridades?
Con la juerga se trabaja con ventaja. Con las copas a la gente se le soltaba la lengua y yo en mi libreta tomaba nota de todo. Eso sí, lo hacía delante de ellos. Sabían que al día siguiente eso salía en mi crónica. En Bocaccio, tanto en Madrid como en Barcelona, lo que ofrecía a los famosos era que nadie iba a ir a tocarles las narices, no había móviles con lo cuál todavía se mantenía la libertad de disfrutar sin que nadie te molestara.
- En el libro tiene capítulo propio Pedro Almodóvar. El retrato que hace de él, es el de alguien que cada vez hace menos vida social. Sobre todo después del primer Óscar.
Yo no puedo decir nada malo de él. Gracias a él he vivido muchas cosas. Cuando le nominan al Óscar por Mujeres al borde de un ataque de nervios, yo fui el único periodista que iba con el equipo de película. El único que acaba con ellos en la fiesta en casa de Jane Fonda. En un sitio donde nadie hablábamos inglés, salvo Antonio Banderas. Él forma parte de mi vida y de una etapa muy concreta. Por muy bien que hayamos conectado en el pasado yo eso no lo pude traer el presente. ¿Ha cambiado en treinta años? Claro. Y yo también. Somos muy distintos a los que éramos hace años. Todos. Pedro no tiene nada que ver con el que yo conocí cuando estaba rodando su primera película.
Luego, a partir de Laberinto de pasiones, su segunda película, fui el jefe de prensa de sus siguientes películas hasta que monta El Deseo y ya no me contrata pero sí que sigo visitando los rodajes como uno más. La última vez que lo ví fue en un estreno de una obra de teatro de Loles León y Bibiana Fernández y me costó saludarle porque ya no teníamos el día a día del pasado. No había esa relación. Fue él quien se acercó pero, evidentemente, ya no hay esa relación. Hemos cambiado mucho, los dos.
- Algo parecido cuenta con Ana Belén en un estreno.
Eso me dolió mucho. Fue en las últimas Navidades. Fui a saludarla y se me quedó mirando y me preguntó quién era. Cuando le dije que Carlos Ferrando, para ella fue como que me acababa de conocer. Esa noche lloré mucho porque habíamos trabajado mucho juntos. Había llevado la prensa de muchas de las películas que hizo como productora con Víctor Manuel y yo me encargué de llevarla al Orgullo gay.Allí le dieron un premio y se presentó vestida con el mismo traje de La corte del faraón.
- Su trabajo de jefe de prensa en la productora de Víctor Manuel y Ana Belén le llevó a trabajar en las dos películas de Isabel Pantoja. Su relación con ella ha estado llena de altibajos..
Isabel Pantoja es un género en sí misma. Yo creo que ha pasado tantas necesidades en la adolescencia que eso le ha llevado a buscar el dinero en demasía. Ahora no sé cuál es su día a día, pero me da pena ver cómo ha acabado. Todo el día encerrada en su casa con todo el mundo, el clan y el no clan hablando de ella. Mi relación en la primera película, Yo soy esa, fue fantástica. Ella estaba feliz. Mejor que nunca. Además, era una actriz aceptable. En la segunda película, El día que nací yo, llegó ya Encarna Sánchez a su vida y prohibió que yo llevara la prensa con ella, no quería hombres con ella aunque fueran maricones, Encarna la apartó de muchas cosas.
Mira, yo creo que para Encarna, Isabel Pantoja fue el segundo plato porque no había podido conseguir a Rocío Jurado. A Isabel la encerró y la protegió no dejando que nadie se acercara. Mientras, se desquitaba en la radio atizando a Rocío Jurado. Era tremenda. Encarna yo creo que fue la persona más triste que he conocido del mundo del espectáculo, a pesar de todo el dinero y el poder que tuvo. En los años 70, cuando yo iba a casa de Esperanza Roy era vecina de Encarna y todavía no era la estrella que luego fue ni tenía tanto poder. En el rellano coincidía con actrices que iban a verla. Allí conocí a Clara Suñer que, sorpresas de la vida, acabaría siendo la heredera de Encarna.
- Califica de diva favorita a Sara Montiel. Con ella, en la boda con Tony Hernández, el amigo se impuso al periodista que asistía a una exclusiva.
Yo a Sara la quería mucho. Cuando hacía un programa en el canal del productor José Frade, todas las noches al salir me iba a casa de Antonia (Sara Montiel) y cenaba con ella y con su hermana Elpidia. Allí, ella me contaba sus cosas, con su forma de hablar y su sentido del humor. Sara tenía muchas joyas, propiedades, pero no tenía liquidez... y me propuso casarme con ella. Sabía que eso era una bomba, pero también una locura y así se lo dije.
Luego cuando me anunció lo de la boda con el cubano me dijo: "como tú no quisiste casarte". Yo a Tony Hernández, le había visto en La Habana en un local vestido de Sara cantando La violetera y se lo dije a Antonia, pero ella ya sabía lo que había. Todavía no sé, y estaría bien saberlo, quién llevó a Sara a hacer eso en todas sus consecuencias. El caso es que duró poquísimo, como era previsible. Lo que es un pena de este país es que de Sara se recuerden sus últimos tiempos y no que fue un mito. Eso sólo pasa en España. De los artistas sólo se recuerda la parte del corazón. Es tremendo.
- Radio, prensa... Sin duda la televisión es un episodio importante en su vida. ¿Por qué acabó tan mal su pasó por Crónicas Marcianas?
Javier Sardá se va a enfadar cuando lea el capítulo. En los primeros meses le pudo la obsesión por hacer espectáculo a toda costa. Ya me la lió cuando llevó a mi madre sin consultarme y prácticamente le preguntó qué pensaba de tener un hijo maricón y ella salió por la puerta grande. Cuando me ofreció hacer un paripé con Alessandro Lequio en la que él tenía que hacerme una llave de judo me negué y me dijo que ya no volviera al día siguiente y hasta hoy.
- Mejor fue su experiencia con María Teresa Campos...
Totalmente. Tuvimos química desde el principio. De María Teresa Campos no se recuerda el gran sentido del humor que tiene. En televisión, le gustaba lo que le proponías ,entraba a todo. Nos reíamos mucho como cuando hicimos aquella 'cama redonda' con Hermida en TVE. Entendía perfectamente el ritmo de la televisión sin ceder a ciertas cosas. Desde luego, es uno de los mejores recuerdos que tengo en mi vida.
- Por el libro pasean gran parte de los protagonistas de 'La movida', ¿fue para tanto?
Lo fue. Veníamos del franquismo y, por primera vez, todos podíamos ser lo que nos diera la gana. Fue una locura. ¿Hicimos burradas?, pues sí pero se necesitaba. Y, además, debajo había talento. Gente que hacía cine, música, literatura... han quedado grandes cosas porque fue, sobre todo, un movimiento cultural.
- ¿Qué legado queda de La Movida?
Pues mira, si hoy hay una libertad sexual es porque por primera vez, en los 80 hubo una gente que le echó huevos y salía a la calle diciendo aquí estoy yo. Y no sabes lo que era. Había gente que te gritaba maricón por la calle pero, con todo y con eso, se peleaba por esa libertad. Ahora, hay una tendencia a volver a lo retrógrado que me da mucho miedo. Tanto pelear para esto.. ¿Sabes lo peor? Creo que hemos perdido la alegría que teníamos en los 80.
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