El Barberillo de Lavapiés en el Teatro de la Zarzuela: humor e intriga política.
Crónica de Zarzuela
Y es que España no ha cambiado un ápice. Las intrigas para alcanzar el poder, los intereses creados, las rencillas y traiciones que vemos todos los días en el escenario político español del siglo XXI fueron magistralmente ilustradas en la España del siglo XIX por el músico madrileño hasta tal punto que, como dice Lamparilla, ese burlón y astuto barbero de la corrala madrileña de Lavapiés, son los mismos perros con diferentes collares. En el estreno de anoche el público disfrutó mucho y este cronista también.
Intensa, emocionante y llena de talento
Bajo una impetuosa dirección del Maestro Pérez-Sierra al mando de la Orquesta y Coros titulares del Teatro de la Zarzuela (¡¡¡ojo al gran nivel, señores del Real!!!) la función discurrió intensa, emocionante y llena de talento, escénico y musical.
En el primer apartado, la Dirección de Alfredo Sanzol fue magnífica por ilustradora y consecuente. La trama está servida desde el primer momento y el humor de su adaptación consigue llegar al público desde el minuto uno, cuando todos los espectadores se ven reflejados en cada uno de los habitantes de ese Madrid castizo y auténtico que todos, a pesar de algunos bobos modernistas, llevamos dentro. Precioso el vestuario de época diseñado por Alejandro Andújar y muy acertada la iluminación de la escena, destacando ese Madrid nocturno y misterioso, esquilachero, de capas embozadas y amores ocultos.
Borja Quiza fue el triunfador de la noche
En lo musical es necesario destacar el bellísimo timbre lírico del joven barítono gallego Borja Quiza, posiblemente una de las voces jóvenes con más talento del panorama musical español. Su interpretación de Lamparilla fue excelente en lo vocal y en lo actoral. La holgura de su registro, brillo y potencia bien medida lo convirtieron en el gran triunfador de la noche. Un viejo aficionado me recordó a la salida su similitud con el gran barítono valenciano Marcos Redondo. Ahí lo dejo para los que les gusta de etiquetas.
Estuvo acompañado de un elenco de buenas voces masculinas y femeninas, como la mezzo Cristina Faus, en el papel de la costurera Paloma, bien conocida y querida en este coliseo. Aunque curiosamente estuvo algo insegura en la célebre Canción de la Paloma, consiguió un personaje creíble que fue ganando peso a lo largo de la velada.
Igualmente María Miró y Javier Tomé mantuvieron un tono alto toda la noche.
En resumen, majas, majos, marquesas, condes, corralas, verbenas y el pueblo de Madrid, descarado, sincero y auténtico, impertérrito y criticón ante unos gobernantes cambiantes, que, como en nuestra España actual, van a lo suyo.
No se la pierdan.
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