25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El periodista tesorero de los secretos inconfesables de figuras del cine español como Sara Montiel o Carmen Sevilla saca a la luz algunos de ellos

José Aguilar, el biógrafo de las estrellas: "Sé cosas que si las contara, España se caería"

El Cierre Digital en
/ José Aguilar.
El periodista y crítico cinematográfico José Aguilar es conocido por su habilidad para hilvanar a través de las palabras un retrato de las figuras más emblemáticas de la historia del cine español. Por ello, también es el tesorero de los secretos inconfesables de personajes como Sara Montiel, Carmen Sevilla, Analía Gadé, María José Goyanes, Amparo Muñoz, Rocío Dúrcal o Luis Sanz. El periodista desvela ahora para elcierredigital.com algunos de ellos.

De haber nacido en Estados Unidos, José Aguilar pertenecería al mismo círculo que Charles Higham, Patricia Bosworth o Alexander Walker. Su habilidad para hilvanar, a través de las palabras, un retrato de las figuras más emblemáticas de la historia del cine español le convierten en una rara avis, que le permitió llegar a ser el tesorero de los secretos inconfesables de Sara Montiel, Carmen Sevilla, Analía Gadé, María José Goyanes, Amparo Muñoz, Rocío Dúrcal, Luis Sanz y a quien Amparo Rivelles o Aurora Bautista llamaban para que les escribiera su biografía.

“Pero no pudo ser por compromisos previos o por falta de tiempo. Aurora estaba muy bien de salud, pero de repente cayó enferma y murió muy rápido, con Amparo Rivelles ocurrió lo mismo y con Lina Morgan ya estábamos en negociaciones y, de pronto, ya nada fue posible. He tenido mucha suerte. He tratado de cuidar mucho a los actores y a la gente del cine que han trabajado conmigo. Es cierto que he grabado cosas que no he podido utilizar porque se habría caído España”, asegura el escritor desde su domicilio madrileño.

Por edad, José Aguilar pertenece a la generación X, pero su forma de representar el universo onírico de nuestras estrellas se ancla en aquel pasado ya pretérito y pluscuamperfecto en el que las damas de la cultura lucían sus mejores trajes a juego con guantes y tocados cada vez que subían a un avión. Hoy, todo vale. En aquella época, el glamour se conjugaba a la perfección.

Con 20 libros en su haber, cientos de artículos publicados, infinidad de apariciones en televisión, asesor en varias series televisivas y muchas horas de radio, José Aguilar cuenta a elcierredigital.com su vida al lado de todas aquellas mujeres y hombres que hicieron soñar a un país. Su último libro es Rocío Dúrcal. Acompáñame pero. además. prepara otro del que no puede contar nada y está en negociaciones para realizar una serie sobre una estrella de cine

-¿Cuál sería la faceta más desconocida de Sara Montiel?

-Aun no había cumplido los 22 años cuando se instaló en México. Enseguida se convirtió en un referente para la mujer mexicana, que era muy sumisa y dependiente. Rompió moldes y fue un icono de la modernidad. Aparecía retratada con pantalones, lucía trajes de baño ceñidos, vestidos con grandes escotes, diseños de noche también ajustados y sus personajes cinematográficos se enfrentaban a los galanes. Le pagaron auténticas fortunas. Firmó un contrato por tres películas y el guion de las dos últimas se lo escribieron para ella. Esa Sara de los comienzos no era la de los últimos años.

-Aquí nos quedamos con la copla de sus amoríos con Severo Ochoa o León Felipe.

-Frivolidades. España no terminó de valorarla. Sara fue mucho más que eso. Fue una superestrella a la altura de Dolores del Río, Miroslava Stern -que se suicidó al no ser correspondida por Luis Miguel Dominguín- o María Félix, que la tuvo mucha inquina porque consideraba que nadie podía equiparársela. Le nombraron reina de la primavera, apareció en todas las revistas, la invitaban a las fiestas más exclusivas, acudía a tertulias donde se codeaba con León Felipe, Octavio Paz, Frida Khalo, Diego Rivera o los Purrúa, una de las familias más distinguidas. Aquello no lo podía soportar María Félix. Alquiló una mansión en Cuernavaca que luego compró y allí conoció a las estrellas más grandes de Hollywood, como Gary Cooper.

-¿Así que no se conocieron cuando rodaron Veracruz?

-No. En aquella época, en Cuernavaca existían bastantes mansiones en zonas residenciales a las que acudían las celebridades hollywoodienses a pasar temporadas.

-¿Qué personajes han resultado un fraude por su falta de empatía, su tacañería o su antipatía?

-Una de las personas más frías que he conocido es Catherine Deneuve. Es muy poco humana y muy pagada de sí misma. Me impactó su frialdad. Juan Luis Galiardo tenía un carácter muy especial, si se enfadaba mejor que cogieras el primer avión a Estocolmo, pero luego era la persona más sincera y con mayor capacidad de reflexión y crítica que he conocido. El más tacaño, quizá, fue José Luis López Vázquez y también Paquita Rico, que siempre guardaba para el día de mañana. Con ochenta años aun lo hacía y le respondía “pero Paca, que tu mañana es hoy” (risas).

José Aguilar acompañado de algunas de las damas del cine español.

-El primer Óscar que ganó una película española fue Volver a empezar de José Luis Garci. Su protagonista femenina, Encarna Paso, creo que te contó algo difícil de creer.

-Antes que nada, Encarna Paso ha sido de las actrices más importantes de este país que no están lo suficientemente valoradas para el nivel de su talento. En más de una ocasión me contó que para ir a la ceremonia de los Óscar se compró el vestido en El Corte Inglés, se peinó ella misma porque no se podía permitir pagar a un estilista, con los nervios y las prisas se le olvidó el moño postizo y se pagó los billetes de avión que creo que se los reembolsaron tiempo después. ¡Increíble!. Convencida de que tras el Óscar le lloverían ofertas no la tuvieron muy en cuenta.

-Escribiste la biografía de Marisol. La gente no puede imaginarse lo que supuso ese fenómeno.

-Por ponerte un ejemplo, en Japón tuvo tal repercusión que le querían comprar la ropa que llevaba puesta. Hizo desfiles de moda, protagonizó anuncios de chocolates, grabó con las mejores orquestas del país e incluso tiene discos con canciones en japonés. El merchandising que orquestó Manuel Goyanes -su descubridor y futuro suegro- fue alucinante: muñecas, recortables, discos de cuentos, banderines, cromos, cajitas con su cara… La fortuna que ganó Goyanes gracias a ella es incalculable. Hasta en los países más desconocidos de África la reconocían.

-¿Se dejó tentar por Hollywood?

-La Columbia quiso comprar el contrato a Goyanes tras el rodaje de 'Ha llegado un ángel' (1961), hubo incluso varias reuniones en los estudios, pero él no quiso. No le interesó. Por mucho que le hubieran pagado, él ganaba mucho más con los productos vendidos alrededor del universo Marisol.

-¿Qué otros intérpretes declinaron ir a la Meca del Cine?

-A Carmen Sevilla no le interesó en absoluto, no quería aprender inglés y no se veía viviendo en Los Ángeles. Lo mismo le pasó a Alfredo Landa y a Fernando Fernán Gómez.

-¡Qué gran diferencia entre Manuel Goyanes y Luis Sanz!

-Luis descubrió a otro mito adolescente, Rocío Dúrcal. Siempre la protegió y se convirtió en un padre para ella. La convirtió en una estrella cinematográfica con un gran merchandising de la noche a la mañana. Pero Rocío, bajo mi punto de vista, hizo muy mal rompiendo el contrato con Sanz alentada por Junior. Su carrera cinematográfica prácticamente se truncó. Es cierto que la ayudó mucho en la música, pero su irrupción no fue positiva en la profesión de Rocío como actriz.

-Luis era un productor tan sagaz que veía oro antes de que otros empezaran a excavar.

-Fíjate cómo era de sabio que en una época tan complicada como finales de los ochenta y principios de los noventa logró que Isabel Pantoja se convirtiera en una estrella de cine cuando ese tipo de películas no funcionaban en España. Lo que hizo con 'Yo soy esa' (1990), también con José Coronado, fue un milagro. Isabel hizo otra película más, 'El día que nací yo' (1991), de Pedro Olea, y ya no quiso seguir. Isabel Pantoja se cargó su propia carrera. Luis hubiera podido hacer más cosas con ella, no hubo posibilidad. Decía que con sus giras ganaba mucho más dinero y que el cine le ocupaba mucho tiempo.

-¿Cómo te sientes con todo lo que ha estado pasando con Carmen Sevilla?

-Me da mucha pena, no se lo merece. Lleva ya diez años enferma y este final es muy triste. Aunque tenga alzhéimer y no sea consciente de lo que pasa se merece que la recordemos por su gran calidad artística. La Carmen del Telecupón, de Cine de Barrio o de las ovejitas no es la importante. Los últimos años de su vida han distorsionado su gran importancia como actriz, ya que no solo era la de 'Violetas imperiales' (1952). Supo reinventarse constantemente y en cada década se pueden destacar cuatro o cinco películas, algo difícil de conseguir en una carrera tan larga. Hay que destacar sus trabajos con Eloy de la Iglesia, Gonzalo Suárez, etc.

Carmen Sevilla y José Aguilar.

-Lina Morgan tenía fama de ser muy complicada, ¿es cierto?

-La veía muy reservada, educada, precavida a la hora de hablar y muy pendiente de lo que podía decir y lo que no, porque eso le preocupaba. Había mucha leyenda a su alrededor. La gente que trabajó con ella siempre dijo que era tremendamente exigente y perfeccionista.

-Conociste profundamente a una de las mujeres más inteligentes del espectáculo, Ana Diosdado. Tras esa apariencia seria se escondía una mujer con un gran sentido del humor, ¿no?

-Ja, ja ja, lo que nos llegamos a reír una noche. Ana y yo habíamos hablado de hacer una segunda parte de 'Anillos de Oro', que ella iba a protagonizar junto a algunos de los actores de la serie original. Se iba a llamar 'Aquellos anillos' e íbamos a reflejar cómo habían evolucionado todos en veinticinco años. Hay una parte de los guiones escritos que yo tengo. Nos reunimos en un hotel fantástico para cenar con un productor y otras personas, degustamos unos manjares exquisitos, pedimos los mejores vinos y en un momento dado, por lo bajini, Ana me comentó con mucha sorna: “Oye, ¿pero esto quién lo va a pagar?”. Me hizo mucha gracia. Nos moríamos de risa los dos.

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