‘Dolor y Gloria’, la última de Almodóvar con Antonio Banderas como protagonista es un regalo para los amantes del cine

Mi relación con el cine de este director es breve ya que no soy fan de las películas muy  adornadas y con un excesivo protagonismo del diseño de producción que caracteriza parte de su trabajo. La otra pega que siempre tenía era hacia ciertas piruetas narrativas que me parecían rocambolescas o exageradas (especialmente “La piel que habito” o “Todo sobre mi madre”). Más tarde fui aprendiendo que una de las habilidades de Pedro, precisamente, es la de transmitir relatos imposibles y hacerlos conmovedores, lo aprendí viendo el éxito de este realizador fuera de España, especialmente en Francia y en EEUU, donde le adoran (no solo tiene dos Oscar, en sus victorias el público de la gala le ovaciona).

Y aunque le debo una vuelta a su filmografía, me sigue gustando su versión más contenida como: “Volver”, “Julieta” o “Dolor y Gloria”.

En esta última película de Almodóvar lo primero que llama la atención es la valentía para exponerse con una autobiografía ficcionada, ya que se trata de narrar una serie de reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, y otros recordados, como su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad.

Todos los actores han realizado un gran trabajo en la película. 

Resulta conmovedora y bastante entretenida para ser sobre un director retirado, el metraje está divido implícitamente en capítulos con diferentes secundarios y no hay una que no haya conseguido mi atención. Requiere una habilidad introducirnos y sacarnos de estas secuencias diferenciadas pero sus responsables lo consiguen. Conmovedora en todo lo que respecta a la relación entre el protagonista y su madre, tanto la versión madre y niño infante como la de él ya adulto y su madre mayor. Las cuatro versiones de los dos personajes podrían haber sido caricaturizados y no es el caso. Podría ver horas y horas al personaje de Penélope Cruz criando a su hijo.

Una escena de la película con Penélope Cruz y Asier Flores.

Huye del melodrama, de los planos largos y secuencias lentas y también de la pretenciosidad. Todo eso da paso a la esperanza, el positivismo y el sentido. Es que es hasta divertida a ratos. Todo el elenco está fabuloso, todos los secundarios tienen momentos para brillar: Asier Etxeandia, Leonardo Sbaraglia o Nora Navas. Especial mención a Antonio Banderas, a quien he visto actuar en muchas películas y aquí no le he pillado actuando ni un momento.

Es poética, entretenida y trascendente, y acompañada por un plano final de quitarse el sombrero.