Helena Bianco, de 'Los Mismos': 'Sólo en nuestro país influye negativamente la edad'
La vocalista de este grupo musical de los 60 acaba de publicar su libro de memorias 'Entre el cielo y el suelo'
Helena Bianco acaba de cumplir, el pasado 6 de enero, 75 años y tiene un libro de memorias en el mercado (Entre el suelo y el cielo, Editorial Milenio). En él repasa una vida dedicada a la música y el precio a pagar por tener una voz propia. Un retrato descarnado sobre el éxito y el fracaso. Las dos caras de la fama y la industria del espectáculo.
- Lo suyo con la música parece un monacato. ¿Nunca quiso ser algo que no tuviera que ver con ella?
- Desde muy niña la música es mi vida. Mis padres me decían que ya con tres años actuaba ante la familia y saludaba al final como si estuviera en un escenario. En la primera adolescencia no tenía un círculo de amigas y mi divertimento era ir al cine sola a ver películas de Marisol o Rocío Dúrcal. Sacrificaba mi propina semanal para ver películas donde se cantaba. Prefería eso a ir a la feria con las amigas.
- Y conoció el éxito en la música con 'Los Mismos'. Sin embargo, en 1980 toma la decisión de romper y volar en solitario. ¿Alguna vez ha pensado que no hizo bien?
- Tenía una exclusiva de 80 galas con una empresa y no podía dejar de cumplirla, pero ya dos años antes quise hacerlo. Fui muy arriesgada. A veces, soy demasiado impetuosa, pero yo había crecido con la evolución musical del país y no podía quedarme en el éxito conocido. Lo que pasaba es que había una discográfica que defendía un mercado concreto y no todo el mundo quería dar ese giro. Llega el momento en el que te tienes que plantear si quieres vivir de las rentas o seguir creciendo. Lo que no sabía es que iba a ser tan duro, lo duro que es dejar una formación de éxito. Me ha costado mucho implantar que soy Helena Bianco aunque tengo que depender de los éxitos de 'Los Mismos'. Es difícil que se me reconozca fuera de ahí.
- Los ochenta no fueron una buena época para usted. La industria discográfica le da la espalda, no le van bien los negocios, un divorcio complicado... ¿a qué se agarró para seguir adelante?
- Yo tenía en mi mente sobrevivir porque la música estaba cambiando. Se necesitaba una buena producción para conseguir un buen éxito. Los ochenta lo cambiaron todo. Sin embargo, desde las discográficas no querían hacer una buena apuesta. Mientras eso pasaba, monté una peluquería con mi exmarido. Quería que él tuviera una ocupación y ahí empezaron los problemas. No quería asfixiarme más, tenía claro que tenía que salir de algo que ya no funcionaba. Fue un cambio de vida total. Una vez más, pensé que sería algo tortuoso, pero no que iba a sufrir una venganza. No existían las separaciones de bienes, porque fue de los primeros divorcios en España. Había que llegar a un acuerdo y yo pensé que cediendo, todo funcionaría mejor. Pero no fue así. Perdí esa casa que fue fruto de todo mi esfuerzo. Igual que la peluquería. Estuve mucho tiempo viviendo con lo mínimo porque el piso que tenía se lo quedó mi exmarido. Tuve la fortuna de tener buenos amigos que me ayudaron. Monté mi pub Casablanca y conseguí sobrevivir.
- Los concursos televisivos van unidos a su vida. En 1970 se presentó a Pasaporte a Dublín que ganó Karina. Ella en sus memorias cuenta que todos la acusaban de estar enchufada y Encarnita Polo[otra de las concursantes]en las suyas directamente lo afirma. Ahora también usted en su libro. ¿Qué pasó realmente?
- Era ilógica la elección de Karina. Teníamos a Conchita Márquez-Piquer o Rocío Jurado que eran muy típicas de España, Nino Bravo con una voz de diez o Junior que era muy rompedor. Jaime Morey y Junior se negaron a ir a los informativos porque les parecía que estaba todo orquestado. Entiendo que las entidades que se dedican a elegir al representante en Eurovisión arriesgan mucho, pero lo ofensivo es que jueguen con nombres, con carreras. Que se te utilice como comparsa.
"Creo que las discográficas apuestan muy fuerte en el asunto de Eurovisión y, claro, hay algunos intereses".
- Volviendo a las memorias de Karina, ella cuenta que se presentó en el despacho de Adolfo Suárez, entonces director general de Televisión Española, para quejarse de esas acusaciones de 'enchufe'.
- A lo mejor ella también era consciente de dónde estaba. Yo creo que las discográficas apuestan muy fuerte en el asunto de Eurovisión y, claro, hay algunos intereses. Pero mira, ha seguido el mismo circo con Eurovisión en la actualidad y seguirá. Cada año hay una batalla nueva, una polémica. Es evidente. Lo que pasa es que la gente ahora tiene más sitios donde quejarse. En el año 70, en TVE, no se decía nada, aunque la prensa sí habló de eso. Junior y Nino Bravo hablaron muy claro. Encarnita en sus memorias ha sido mucho más directa que yo.
- En 2007 volvió a intentar ir a Eurovisión. ¿Qué le animó a tomar la decisión de presentarse a la preselección?
- Me animaron a hacerlo. Tenía un dúo con Guillermo[Antón, su actual marido], Los Amantes, enviamos una maqueta sin decir quién éramos y nos llamaron. Ahora mismo Eurovisión no es lo que era. Tuve esperanza cuando vi que en dos o tres países llevaron a personas mayores, pero rápidamente se volvió a lo de siempre. A que todos los países lleven propuestas parecidas.
- Y la historia pareció repetirse en 2003. Participa junto con Karina en Vivo cantando (Telecinco) que vuelve a ganar. Ahí sí que no se cortó a la hora de criticar favoritismos.
- Es que también fue la pera. Si crees en un critero lógico, la valoración tiene que ser diferente. A mí se me castigó porque critiqué ciertos privilegios. Cuando se hizo la reunión del programa quedó claro que iba a ser un concurso para músicos maduros que querían tener una nueva oportunidad. Sin embargo, pronto se empezó a centrar en cosas del corazón. Por eso dije que si yo me hubiera casado cinco veces también habría tenido más promoción. Desde el principio se notaba el interés que había. Por ejemplo, a Karina se le permitía tener contactos con la prensa cuando eso, en los realities, no es normal. Nos iban quemando a todos. La diferencia es que los demás se calientaban en camerinos, pero la niña rebelde que soy yo saltaba y criticaba cosas que no entendía. ¿A qué venía contar en directo que habías sido novia de José María Iñigo[copresentador del programa]? Faltó resaltar nuestra vida profesional y no ese tipo de cosas. Pero bueno, volvió a pasar lo de siempre. Yo di la cara y se montó. Y no gané un duro por esa polémica. Me ofrecieron ir a Salsa Rosa y dije que no.
- En 2019 gana con gran éxito La voz senior en Antena 3. Parecía que iba a ser una nueva oportunidad. ¿Qué pasó?
- Hay que tener valor para ir porque la filosofía era que participaran artistas que hubiesen tenido éxito pero no visibilidad, o famosos que estábamos en la nieblina. La segunda edición ya fue distinta. No se atreven a ir mucho porque, a lo mejor, en la audición a ciegas, igual no se dan la vuelta.
Funcionó muy bien en audiencia pero la gente mayor no interesa. Es una pena que influya negativamente la edad. Sólo pasa en España. En mi caso, después de ganar, me encontré con cosas que me llamaron la atención. Grabé el disco con Universal y no se promocionaba. Se decía que la canción (Voy a a salir a la calle) no la aceptaban en las radios. No entendí por qué la grabaron entonces. Luego ya llegó la pandemia y después no quisieron retomarlo. Es una pena porque es una canción estupenda para el tiempo que estamos viviendo.
- ¿Qué papel ha jugado su actual marido, Guillermo Antón, en su vida?
- Va unido a mi evolución musical y artística. Con él han sido más fáciles algunas de las luchas que he vivido.
- ¿Qué proyectos tiene en lo inmediato?
- Hay tres cosas que me hacen mucha ilusión para este 2023, pero no las puedo contar porque no estan aún materializadas.
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