25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Desde su Universidad de padres online imparte consejos y enseñanzas útiles a los progenitores que tienen dificultades con sus hijos adolescentes

José Antonio Marina, filósofo y escritor: "Tolerar la cultura del alcohol es de estúpidos, debemos ser más rigurosos"

El escritor José Antonio Marina.
El escritor José Antonio Marina.
José Antonio Marina será estudiado en las escuelas dentro de algunos años como el pensador y filósofo español más importante de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Su discurso es apasionante, sin fisuras, junta las yemas de los dedos de ambas manos cuando quiere enfatizar una idea y es muy fácil imaginarlo impartiendo clases en un estrado. Habla sobre el consumo de alcohol por parte de menores y señala herramientas que pueden usar los padres para educar a sus hijos.

Habla José Antonio Marina desde la autoridad que le confieren sus 80 años de edad, gran parte de ellos dedicados a la filosofía y la docencia. Este catedrático de Filosofía, que ya no da clases en el instituto madrileño de La Cabrera, es doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia y autor de 34 libros en solitario y otros 11 como coautor.

Marina ha elaborado una teoría propia sobre la inteligencia, materia a la que ha dedicado gran parte de sus últimos estudios. Es autor del libro de texto de la asignatura Educación para la Ciudadanía. Tiene diez premios importantes, entre ellos el Premio Nacional de Ensayo y la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha. Entre sus últimos proyectos se encuentran la colaboración con la Fundacion Alcohol y Sociedad (FAS) y la Universidad de Padre on-line, desde donde intenta dotar de herramientas a padres que no saben cómo enfrentrarse a hijos adolescentes.

-¿Cómo deben actuar los padres cuando un menor llega borracho a casa?

Que dejen que su hijo se vaya a dormir y al día siguiente hay que explicarles por qué son rigurosos en prohibirle el consumo de alcohol. Hay que hacerles entender muy claramente qué cosas son negociables y cuáles no. Entre las segundas el consumo de alcohol y de cualquier otro tipo de droga, porque los efectos del alcohol en exceso son similares al consumo de otras drogas. Se debe ser inflexible, pero explicándolo.

José Antonio Marina.

- ¿Prohibir sirve para algo?

Los adolescentes se van a rebelar contra las prohibiciones por sistema, como hemos hecho todos, pero deben tener un punto de referencia que son las causas que motivan esa medida por parte de sus padres. Tanto en la Fundación FAS como en la Universidad de Padres facilitamos esas herramientas a los progenitores para que opongan con fundamentos lógicos.

- Parece algo difícil con adolescentes de por medio.

Nosotros tenemos acumulada mucha experiencia a lo largo de los años y a nosotros nos dicen cosas que si las oyeran sus padres se pondrían de los nervios, por ejemplo, "mis padres hicieron mal en no darme una bofetada en alguna ocasión".

 - ¿La rigidez de normas es importante?

Los hijos van a protestar siempre, pero ellos deben mantenerse coherentemente en las normas que impongan, no es bueno pensar este día lo prohibo y otro me lo tomo más relajadamente porque estoy de buen humor. Debe haber rigidez en muy pocas cosas, pero esos pocos asuntos deben ser innegociables. Además, hay que explicar a los padres que son responsables civiles de lo que hagan sus hijos, si rompen un cristal lo van a pagar ellos.

- Sin embargo, vivimos en una sociedad donde los niños ven beber a sus padres, sus tíos, sus abuelos, a todos los adultos.

Nosotros no decimos que el consumo de alcohol sea malo, decimos que el abuso del alcohol está mal. Insistimos en que las medidas prohibicionistas totales no funcionan en ningún lugar y hay que enseñar que a partir de los 18 años se puede beber con responsabilidad, porque en el momento que se pierda esa responsabilidad la sociedad va a actuar y va a castigarte.

 - ¿Hay que generar entonces una conciencia universal?

Todos tenemos que actuar porque cualquiera puede ser víctima del abuso de alcohol de los demás y tenemos que ser menos tolerantes con esto. Cualquiera que pare en un bar de carretera ve a conductores comiendo y tomando alcohol y a esa misma persona te la puedes encontrar en la carretera, hay que explicarles que esa conducta está mal. Ellos argumentarán que no está prohibido, pero la presión social a veces es más efectiva que la ley. Además, debemos hacer entender que los borrachos deben ser rechazados, el mensaje es yo no quiero tratar con alguien borracho porque es asqueroso.

Marina durante la entrevista.

- ¿Las costumbres han cambiado mucho?

Las estamos cambiando para mal. Antes éramos una sociedad más mediterránea, más de consumo convivencial, se bebía a lo largo de la tarde, era alcohol de baja graduación, se comía, se merendaba y se cenaba. Ahora se está imponiendo el modelo nórdico de beber, más rápido y cuanto antes me emborrache mejor, porque lo que quieren es perder la responsabilidad. Tenemos que ir creando la conciencia de que eso es repulsivo, no solo insano.

- ¿El alcohol es la puerta de entrada a otras adicciones?

No, por lo que sabemos es algo que va aparte. Por ejemplo, los porros sí que son entrada a otras drogas, más que el alcohol. El 14 por ciento de los jóvenes que beben siendo menores se convierten en alcohólicos en la edad adulta, pero no consumen otras drogas. Hay que alertar de que el consumo excesivo una sola vez genera un comportamiento de riesgo. Un menor que ha bebido y coge un patinete o una bici no sabe lo que hace y puede provocar un accidente, además de los problemas médicos asociados como el riesgo de maduración cerebral.

- Sin embargo la sociedad permite ese comportamiento.

Hay una cultura de tolerancia al consumo de alcohol que es estúpida. Es algo que en pocas dosis es agradable, el alcohol ha llegado y se va a quedar, debemos ir creando en la adolescencia un rechazo al exceso.

 - ¿Quién educa más, la familia o el colegio?

La frase más sabia que yo he leído sobre educación es un proverbio africano, “para educar a un niño es necesaria la tribu entera” y yo añadiría algo más, hace falta una buena técnica. Cuando uno de los actores falla en la educación se puede compensar con los otros. Actualmente, los programas educativos están destinados a aumentar las probabilidades de que suceda algo bueno para el niño en el futuro, así que cuantas más personas haya remando en la misma dirección, mejor y más probabilidades habrá de que algo bueno suceda.

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