Rosa María Calaf, pionera del reporterismo: En TVE sufrí un rechazo tremendo.
La periodista afirmó: "Me contrató por ser mujer en un equipo de hombres".
Rosa María Calaf llegó a Televisión Española cuando el periodismo era un mundo en el que imperaba el dominio masculino. Y llegó gracias al realizador de radio y televisión José Joaquín Marroquí. La comunicadora catalana se abrió paso y, también, abrió paso a muchas aquellas que quisieron hacerse un hueco en el ámbito de las letras y la comunicación.
La periodista creó un estilo, bautizado como 'estilo Calaf', y una seña de identidad. A sus 78 años, se ha jubilado en el papel pero continúa activa en una profesión que adora y la cual ha considerado un privilegio poder desempeñar. A lo largo de su carrera ha realizado corresponsalías desde Moscú, la Unión Soviética o Hong Kong. Ha estado en 184 de los 195 países que las Naciones Unidas ya que viajar para ella "es una de las prioridades en la vida", tal y como ha confesado en elcierredigital.com.
-Usted comienza en los años setenta en Televisión Española, una época en la que imperaba el dominio masculino en todos los sectores profesionales… ¿Se encontró trabas a la hora de desempeñar su trabajo?
-Con mucha determinación. Yo siempre digo que no hubiera podido hacer nada de lo que hecho sino fuera por la familia maravillosa que tuve. Desde pequeña siempre me dejaron ser yo misma. Nunca oí en mi casa, algo que era muy frecuente en aquella época: "¿qué vas a hacer?", "esto no es de niñas" o "cuidado por donde vas". A mi me empezaron a enviar a estudiar fuera en verano con tan solo 14 años. Iba yo sola. Primero a Francia, luego a Estados Unidos...estamos hablando del año 1959.
Por aquel entonces era muy extraño que una niña fuese a estudiar sola. Yo creo que lo que hicieron fue conformarme un tipo de personalidad por la que no tuviera miedo. No obstante, pensaba que los miedos eran normales y había que vencerlos.
En Televisión Española no había ni una sola mujer. Había magníficas locutoras y secretarias de dirección, pero no periodistas y, por supuesto, ninguna reportera. No había ni baño para las mujeres en la zona donde hacíamos televisión. Pero yo me sentí muy afortunada porque me encontré unos compañeros fantásticos que me recibieron muy bien sino lo habría tenido muy difícil.
Primero con José Joaquin Marroquí, que fue la persona que me contrató y un profesional extraordinariamente innovador y quien hizo grandes programas de radio y televisión. Trajo personajes como Soledad Serrano, que conocía mucho el periodismo latinoamericano...Él buscaba una mujer, quería a una mujer en un equipo de hombres.
- Y fueron ustedes quienes nos abrieron camino, aunque en la actualidad sigue existiendo comentarios, palabras y actitudes machistas…¿tuvo que lidiar con ellas?
-Si, por supuesto. Allí tenías varias formas de ser recibida. Por una parte, sufrir un rechazo tremendo, es decir, llegabas como una intrusa. También había mucha desconfianza sobre tu capacidad y, de hecho, ahora tenemos que seguir demostrando que siempre que una mujer consigue una carrera exitosa o un puesto importante es un hecho opinable y el cual no consigue por su valor profesional sino por el hecho de ser mujer. Es muy injusto que se le siga dando más importancia a nuestra apariencia que a la forma o estilo que tienes al contarla. Tienen que cambiar mucho las cosas.
-¿Por qué dio el paso de contar el intento de violación que sufrió durante la Guerra de los Balcanes?
-Lo di hace muy pocos años. Es un tema al que todavía sigo dando muchas vueltas y todavía no sé si hice bien o no. Yo creo que como periodista no creo que nunca deba de ser protagonista de una noticia, excepto en casos extremos. Pero, en este caso y en el contexto en el que se dio, porque no solo es lo que sucede sino donde te sucede. Es decir, violaciones permanentes a mujeres locales como táctica de guerra.
Pero, no se lo conté a nadie. Ni a mi familia aunque sí a un par de amigos y amigas porque necesitas sacarlo. Yo tengo un primo psiquiatra y cuando volví hablé con él para poder gestionarlo. Per lo fundamental no era hablar de mi sino de lo que estaban sufriendo las mujeres locales, es decir, denunciar lo que les estaba pasando.
-Está considerada una de las maestras del reporterismo, ¿qué recuerdos guarda de su trayectoria en Televisión Española?
- En primer lugar, que era un reto tremendo. Una gran responsabilidad. Yo tenía un alto nivel de ansiedad y esa convicción de que no podía fallar en absoluto y debía de estar siempre disponible. Yo sentía que debía de prepararme todo lo máximo que pudiera, era muy exagerada y recuerdo que, al tiempo, lo pasaba uy bien. Cuando ya decidí que no hacía carrera diplomática y tomé la determinación de dedicarme al periodismo, este se convirtió en mi pasión absoluta. Yo disfrutaba muchísimo y tuve compañeros que fueron un apoyo para mí. Todavía seguimos siendo muy amigos.
- ¿Es consciente de que muchos de ellos han bautizado su estilo como 'Estilo Calaf'?
-Si, si. Yo hice un pequeño curso en la BBC y una de las cosas en la que nos insistían era la importancia de la conexión con el público, es decir crearte una imagen. En eso insistió mucho José Joaquín Marroquí. Cuando ya entré en televisión, me llamo Lluís Llongueras y creó para mí un estilo rompedor, el cual cera distinto al que llevo ahora. Es importante crear una marca aunque, insisto, sin que sea prioritario porque si no tienes marca, mal vas.
En cuanto al estilo periodístico es muy importante conectar con el público ya sea periodismo escrito o radiofónico. Hay que tener cierta diferenciación.
-Viajar para usted es muy importante, algo vital, y en 1973 coge una furgoneta y viaja desde Barcelona a Ciudad Del Cabo, por aquel entonces no había ni teléfonos, ni redes…¿no sintió miedo?
-Había momentos en que sí. Aunque por aquel entonces ya había viajado mucho. Había hecho autostop por Europa. Pero viajar te da bagaje y mucha experiencia. Viajando te conoces a ti mismo y, concretamente, aquel viaje me demostró lo que podía y no podía hacer. Pero evidentemente vas con miedo porque la mayoría de esos países estaban recién salidos de la colonización, había muy poca gente occidental y pasamos momentos complicados... pero estos momentos son los que te dan la medida de tu capacidad para resolver imprevistos.
-Entre los destinos a los que fue destinada figura Nueva York, Moscú, Buenos Aires, Roma, Viena, Hong Kong y Pekín…¿Cual es la peor noticia que le ha tocado dar a lo largo de tu carrera como corresponsal?
-Esto es complicado porque siempre son acontecimientos trágicos. Transmitir el dolor o la injusticia que casi siempre llevan aparejados este tipo de acontecimientos en los que hay seres humanos implicados es complejo. En estos casos la empatía es fundamental y hay que tener mucho cuidado cuando hablas con las personas. Ha habido muchos, en China cuando ocurrió el terremoto de Sichuan. Se derrumbaron escuelas con los niños dentro y tan solo a 50 metros había casas u hoteles en los que no se había roto prácticamente ni un cristal.
En 2004 durante el Tsunami en el Océano Índico. Me marcó porque vi la destrucción absoluta. Había una franja costera que quedó completamente arrasada. No quedó absolutamente nada ni nadie y quince días después, la gente te enseñaba fotografías para ver si habías visto a amigos o familiares. Uno de los acontecimientos más relevantes para mí fue durante mis inicios como corresponsal.
Fue en la Unión Soviética y hubo un terremoto en Armenia. Como estaba Gorbachov en el poder, pudimos ir y llegamos bastante rápido para las dificultades logísticas que había y la poca libertad de movimiento. n la primera crónica que realicé pregunté en un hospital que necesitaban. Allí me dijeron que filtros de diálisis infantil porque los niños habían sido aplastados por los escombros y no había forma de salvarles la vida.
Enviamos la crónica esa misma mañana y al siguiente teníamos los filtros gracias a que salió un avión de la Cruz Roja desde Madrid. Al cabo de dos meses recibí una carta de ese hospital con firmas de agradecimiento. Todavía me sigo emocionando.
-Precisamente, este pasado 22 de mayo de 2004, los reyes de España celebraron su 20º aniversario de boda, ¿recuerda lo que estaba haciendo ese día?
-Yo estaba trabajando porque todavía estaba en activo, pero no recuerdo si pude verla ya que seguramente me encontraba en algún sitio en el que no tenía acceso a la boda. Lo que sí recuerdo es ver las bodas de las infantas Elena y Cristina. Una de ellas la vi en Moscú y otra en Roma donde nos reunimos en la oficina e incluso vino un grupo de monjas españolas con una tarta para desayunar. Vimos la boda todos juntos.
- ¿Coincidió con la reina en Televisión Española?
-Coincidí en el tiempo en el que ella trabajaba allí, pero no físicamente porque yo estaba fuera. Recuerdo que una vez la vi muy rápidamente. Fue cuando me dieron el premio Ondas e hicieron una comida de dirección. Ella vino a saludar pero fue todo muy rápido y un caos.
-En 2020 se hicieron eco unas declaraciones suyas en las que afirmaba que “la reina Letizia haba tirado la toalla”. Desde que llegó a la familia real, ¿cree que ha habido una evolución en la monarca?.
- Al principio ella luchó mucho por tener un papel más activo y lo tiene, sin ninguna duda. Pero me refiero a que podía tenerlo en cuanto al cambio de figura, es decir, en dejar de hablar de que modelito lleva. Y yo creo que ha luchado contra eso. Ella tiene un papel institucional y, por tanto, se ajusta a eso. Creo que en ese sentido lo hace bien pero le debe de costar. Yo cuando mencioné que "había tirado la toalla" me refería a que ella ya ha dejado de pelar. Pero no habría que echar a perder ese activo fantástico que tiene y una personalidad como la suya así como su faceta de comunicadora.
-Volviendo al periodismo, la profesión que le une a la monarca, ¿cree que las redes sociales están haciendo daño al periodismo?
- Lo que ocurre con la tecnología en la actualidad es que es una herramienta extremadamente valiosa si se usa bien, sin embargo si se usa mal puede ser extremadamente peligrosa.
- Y por ello mucha gente se cree las conocidas como 'fake news'...
-Es extraordinariamente peligroso porque se invierte mucho para eso sea así. Por eso hay una campaña feroz contra el periodismo crítico u honesto, independiente, etc...Todo eso es un proceso contra el que debemos luchar porque está en juego la democracia y, si para defender las libertades y los derechos dejamos que la democracia se siga vaciando de contenido, hay un riesgo extraordinario.
-En la actualidad, ¿la gente está informada o solo busca el entretenimiento?
-Sí, porque se le ha conducido a eso. Pero no hay que generalizar. Es muy peligroso e injusto. Pero hay que analizar las tendencias y vigilarlas porque estamos en un cambio de época y tenemos que ser muy claros respeto a qué tipo de sociedad queremos construir.
Si queremos una sociedad de plataformas y aplicaciones y de consumidores que simplemente compren ideas y productos que interesen. O, por el contrario, queremos una sociedad de ciudadanos, personas educadas, informadas, que piensen y sepan cuales son sus derechos y los defiendan. Eso es muy importante.
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