29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

El diseñador nos habla de su otra faceta de escritor y de su primera novela,'Juan Griego', en verso, sobre un militar en Argentina de los años 70

Adolfo Domínguez, Premio Nacional de Moda 2019: "El puro entretenimiento me aburre"

Adolfo Domínguez, Premio Nacional de la Moda 2019
Adolfo Domínguez, Premio Nacional de la Moda 2019
Acaban de otorgarle el Premio Nacional de Moda 2019 por su contribución al sector. Adolfo Domínguez ha sido siempre un pionero en el diseño, -“la arruga es bella” fue su lema rompedor y que permanecerá cosido a la memoria de todos-, pionero en los negocios, en acercar la alta costura a las clases medias... Una osadía comercial y profesional que no ha sido muy reconocida. El hombre discreto es también escritor y nos habla de su novela ‘Juan Griego’.

Un nombre: Juan Griego. Un libro. Una novela sorprendente. Una ficción histórica donde no falta el romance, la acción, un crimen aderezado de un realismo mágico donde se entremezclan en un escenario, América, en una época, los años ochenta y que nos invita a viajar a la esencia de la identidad humana. Es la historia de un oficial de la Armada Argentina que emprende un viaje trepidante a través del corazón de la noche de América Latina en unos años marcados por dictaduras brutales y opio.

Un lugar de encuentro, en una de las tiendas más estilosas que conozco, acogedora de estilo …y con varias plantas, con un showroom, que visito de vez en cuando y donde dos personas, Patricia y Nacho, me reciben con una sonrisa y cordialidad. Y un café. Un café con él, con el protagonista de esta entrevista en su despacho, en una sala privada, donde los libros y los estilismos decoran uno de sus refugios favoritos. Es uno de los creadores y diseñadores principales de la moda española que ha conseguido un público literario. Y ahora, el Premio Nacional de Moda 2019.

El diseñador gallego ambienta su novela en la América de los años 80.

Adolfo Dominguez. Para el gran público es conocido sobre todo por tu trayectoria como empresario y hoy lo descubrimos como escritor.

P: ¿Hablar con Vd. es hablar con un empresario escritor o un escritor empresario?

AD: yo no he vivido del oficio de escribir.

AD: Leerle es sentir, oler, vivir, …. Muchas emociones y calidad sensorial con el que consigue transmitirnos y trasportarnos a una época. Una novela con diferentes géneros, con variedad de registros. Un poema épico difícil de resumir, ¿Quién es Juan Griego?

AD: Juan Griego es un oficial de la Armada Argentina que emprende un viaje trepidante a través del corazón de la noche de América Latina en los ochenta del siglo XX. Impulsado por un desgarro que le sube por no sabe qué grietas, cruza yermos y lo atraviesan las preguntas que se plantean quienes nacen en el lado equivocado del mundo. Y el héroe de esta odisea no es un hombre que viva para salvarse. Busca la luz, quiere entender.

P: Un gallego que nos lleva a través de las páginas de Juan Griego a América, pues su novela está ambientada un espacio tiempo muy particular: en la Hispanoamérica de los años 80, con su violencia e inestabilidad. ¿Por qué Argentina? Y, ¿por qué esa Argentina?

AD: Argentina, en los años 40 o 50, era la cuarta o quinta renta per cápita del mundo. Buenos Aires sostenía una ópera a la altura de La Scala de Milán, Londres o París. Tuvieron la oportunidad de tocar el cielo y se les fue entre los dedos. Cuarenta años más tarde, eran la renta per cápita nº150. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Qué valores adoptó ese pueblo? ¿Qué decisiones tomaron sus gobernantes, sus líderes sociales? ¿Qué les sucedió? En ese fondo suceden las historias individuales de esta novela. Yo escribo sobre lo que quiero entender.

 P:  Aunque la historia se centra en Argentina también aparecen otros países, como Colombia o Bolivia, casi siempre relacionados con el tráfico de cocaína.

AD: Juan Griego es una reflexión intensa sobre la violencia, la creadora y la destructora, la individual y la de la tribu. Venimos de un mundo en el que salimos a la noche a cazar o a ser cazados, sin adjetivos. Porque Dios no castiga las maldades, solo los errores. Pero detrás del dolor puede haber un orden más profundo. O no. «¿Progreso? Me temo que solo movimiento ciego, lava despeñándose» O no. Juan Griego va de eso. Que no entren almas pusilánimes. Él, entre todo ese lío, encuentra la luz, la aceptación y la paz.

 P: Sin embargo, Juan Griego, es también un thriller. Hay crímenes, misterios y un cadáver. ¿Ha utilizado los recursos del suspense para crear algo totalmente diferente, que vaya más allá del entretenimiento? ¿Era consciente o se dejó llevar por la trama?

Adolfo Domínguez es un lector infatigable y amante de los clásicos.

AD: La trama es un pretexto para reflexionar. No se puede pensar sin anécdota. Me quedó marcado a fuego de los libros de aventuras de cuando era adolescente, que no me dejaban dormir hasta que los acababa. Pero no tanto como para olvidar que es más importante pensar que narrar. Los libros que me interesan revientan por las costuras, estallan de significado. Quiero, si puedo, acotar el caos de la vida. El puro entretenimiento me aburre. Escribo sobre lo que quiero conocer. «Dios mío, concédeme saber el nombre exacto de las cosas».

P: Escribe sobre lo que quiere conocer … Dicen que para escribir bien hay que leer mucho, y que para escribir novelas hay que formularse una pregunta compleja de la forma más compleja posible.

AD: Porque la vida es así, caótica. Pero la función de escribir es poner orden en medio del ruido y la furia.

P: Muchas preguntas en busca de muchas respuestas. ¿Cómo fue el proceso de creación?

AD: Primero hice la trama, los personajes, el primer borrador, el primer libro, leyendo las noticias de Argentina que caían en mis manos. Allí, en el primer libro ya había un tono. Aprendí a narrar lejos de la estética del XIX, el libro ya era muy dialogado y tenía un ritmo calámbrico. Para escribir una novela se necesita tiempo y madurez. Y tuve la paciencia de dedicárselo. Y hasta llegar al verso, al pie libre. Y me di cuenta de que exige precisión.  Y fui creándome mis propios códigos: Sujeto, verbo, predicado. Obstinadamente, con el objeto de hacer inteligible el relato, ya suficientemente denso y conceptual. Escritura sustantiva, con adjetivos contados. O sea, claridad, como primer mandamiento, como un yugo. Como consecuencia, me liberé del precepto de contar sílabas o rimar, que me llevaría por otro lado. Todo sin olvidarse de escuchar las palabras, cómo se rozan unas con otras, que no se peleen. Siempre con la convicción de que la metáfora acerca el texto a la música. A ese pie, ya no métrico o yámbico, le llamo pie de «sentido», es decir que está al servicio de la inteligibilidad (Tomé el vocablo prestado de Williams Carlos Williams).  Así es como el relato, poco a poco, acabó deslizándose como un líquido, sin apenas fricción. Pero procuré que los bongos se escucharan debajo.

Su novela tiene 700 páginas escritas en verso

P: ¿Y qué pregunta o preguntas se esconden detrás de Juan Griego? ¿Cuál fue su génesis?

AD: De pequeño creía que Buenos Aires era España, porque en Trives, donde nací, recibíamos cartas constantes de mis tíos (medio Trives vivía allí, en México o en Cuba). Cuando empecé el colegio, tardé meses en asimilar que un lugar del que yo no había oído hablar, Madrid, era la capital de España; mientras que Buenos Aires, tan cercano, era la capital de un país que se llamaba Argentina, en el otro lado del mundo. No lo entendía. Madrid tardó en asentarse en mi cabeza.  Cuando ya tenía 19 años, el descubrimiento de Borges en la biblioteca de Vincennes me abdujo. Y luego asistí a una serie de escenas fortuitas que me llevaron a vivir una vida paralela en Buenos Aires. Como el desembarco de la fragata Libertad (el buque escuela de la Armada Argentina) en no sé qué puerto del mundo. Decenas de muchachos de marino y blanco, jóvenes, insultantemente hermosos, bajando de golpe del barco que aún tenía alguna vela desplegada… Y hubo algún otro encuentro decisivo. Todo unido a las noticias que nos llegaban a través de la prensa de esa parte del mundo con el que compartimos la lengua (la patria es la lengua) y que cruzaba tiempos de esos que llamamos interesantes, y que solo deseamos para los enemigos. Pasaban tantas cosas... Tiempos para novelistas.

 

 "Venimos de un mundo en el que salimos a cazar o somos cazados"

 

P: Y todo a través de los ojos de Juan, está narrado en tercera persona.

AD: La voz narrativa, la voz a través de la cual el resto de los personajes aparece, cada uno peleándose por ser ellos mismos. Y Juan, atento, escucha y los deja aparecer. Juan es una presencia imperceptible, pero está allí, flexible y resistente como un junco. No es la voz del autor, que está detrás de todos. De hecho, solo hay un capítulo que no está narrado en primera persona (Carmen, en la segunda parte). En él se cuenta el enamoramiento de la madre de la novia de Juan Griego, una mujer maduraSolo tuve tentaciones de cambiar el punto de vista cuando hablaba una mujer, porque encuentro que el género es una diferencia radical, mayor que la de un niño, que también. De hecho, había algunas más, que tanto Tiziana como Susana combatieron, hasta que las quité. Las reglas están para cumplirse, a no ser que lo hagas manera genial y te lo acepten. Además, Juan tiene una presencia tan sutil, que no tiñe a los personajes que aparecen. Al contrario, brillan con luz propia. No es invasivo, a su alrededor, las flores crecen, brilla en la medida que los otros brillan.

El diseñador gallego ha compaginado sus dos pasiones: moda y literatura 

P: Descubrió la literatura con tan sólo once años. Un lector compulsivo que siendo un crío le hacen bibliotecario, vive entre libros de aventuras y escaleras que le llevan a otros mundos. Y siendo adolescente la lectura y literatura formó parte de su vida, un joven que se sentía atraído por obras como La Ilíada y la Odisea, o escritores como Azorín, Homero, Cervantes, Shakespeare.

AD: Por aquel tiempo, en clase de literatura me introducen a Azorín como maestro de estilo y cada día tengo que escribir una página imitándolo; frases cortas, sin subordinadas, a la manera anglosajona. En griego, trabajo tres años con la Ilíada y la Odisea. ¿Para qué más? Con el tiempo me di cuenta de que prefería a los profesores que optaban por Homero, Cervantes, Shakespeare… Ahora sé que Homero no fue solo Homero, sino el epígono genial de una larga tradición de juglares. Tanto la Ilíada como la Odisea son el poema épico por excelencia. En latín no encontré el equivalente de Homero. Salustio, Plutarco y Tácito me interesaron, pero no me llevaron al cielo. Aún era demasiado chico para apreciarlos. Homero me embelesaba. Y La poesía de Ovidio me interesó y Catulo, y sobre todo el De rerum natura de Lucrecio, un intento de reflexión sobre la ciencia que se había hecho hasta entonces, y además escrito de una manera hermosa, con un comienzo sublime Mucho más tarde descubrí las Meditaciones de Marco Aurelio…

P: ¿Un escritor nace o se hace?

AD: Nace y se hace. Te interesas por cosas y lees mucho, borras páginas y páginas…hasta que lo que escribes, te arrebata. Si no te arrebata a ti, ¿a qué lector vas a arrebatar?. Pero se tarda una vida (o dos si te dejasen).

P: ¿ Por qué tantos recuerdos de niño o adolescente?

AD: Vivimos nuestras vidas traspasadas, día y noche, por recuerdos. Incluso lo que no recordamos, aunque existe, y son como pequeños agujeros negros que condicionan nuestros actos de una manera que no imaginamos.  

P: Por su extensión y la complejidad de su estructura, es evidente que es un libro que te ha debido llevar mucho tiempo y esfuerzo. ¿Cuándo decide que este es el libro que quiere escribir?

AD: Fue en el entorno de mis 35 años. Me llevó tres o cuatro años en mis ratos libres. Lo publiqué en Mondadori, que dirigía Enrique Murillo. Se hizo una edición y se acabó. Supongo que la habrán vendido, pero no lo reintentaron. Tampoco hacía falta, necesitaba más años de vida y conocimiento. Seguí trabajando en él todo el tiempo (el que tenía libre, yo tengo otro oficio). No necesitaba otra trama. Solo con obstinación uno llega al centro de las cosas.

P: Ha dedicado siempre tiempo a la lectura y escritura … ¿Qué hay de ese diario? ¿Lo sigue escribiendo?  Dicen que es una manera de escribir y de conocerse a uno mismo, pero en su caso, hay un momento que Vd. empieza a mirar por la ventana en vez de mirarse en el espejo, ¿verdad?

AD: Lo dejé porque me aburría. Los diarios son cosa de adolescentes. Cuando creces, miras por la ventana. 

El diseñador gallego es uno de nuestros máximos exponentes en el mundo de la moda.

P: Volviendo a su novela, se percibe una influencia del lenguaje cinematográfico. De hecho, se incluye el guion de una película.

AD: El cine me empuja a dialogar mucho y describir poco. La cámara describe mejor, solo describo si puedo provocar un estado de ánimo. Me concentro en el alma, o sea, el cerebro, o sea, el diálogo (aunque ese no es el territorio del cine, lo tachan de inmediato, de teatral). E ir rápido, como el cine americano. Y eso no quiere decir quedarse en la superficie. Porque el gran arte revela el otro lado de las cosas, esa es su misión, no solo entretiene. El cine es la música del ojo, como la literatura, más abstracta, es la música del alma, de esos cientos de neuronas del cerebro que llamamos alma.

P: ¿Le gustaría que se hiciera una película basada en su novela?

AD: Estudié cine, pero sólo si aparece una propuesta a la altura del libro de mi vida.

 

"Con el tiempo me di cuenta de que prefería a los profesores que optaban por Homero, Cervantes, Shakespeare…"

 

P: ¿Cuáles son sus novelas de cabecera?

AD: Leí muchas veces: El Quijote, Pedro Páramo, La Cartuja de Parma, Guerra y Paz y no puedo no añadir a Shakespeare, el mejor escritor de la historia, un escritor arrebatado, ¿realista? Si la realidad solo es una de las variantes de la ficción… Y a San Juan de la Cruz, el mejor poeta de la historia. Y a Homero, el que originó todo. Y añadiría una de Jane Austen, la mejor escritora en inglés después de Shakespeare, que solo escribe de cosas pequeñitas. No es una novela-mundo, pero me encanta. Vivió en la época de las guerras napoleónicas y ni las menciona…

P: ¿Y Borges ha sido uno de los escritores que más le han influenciado a la hora de escribir? Se lo pregunto porque en su libro tiene una pequeña aparición.

AD: Borges me abdujo durante todo el tiempo que estuve en Vincennes. El cuento de Ulrica es definitivo, o Historia universal de la infamia, El Aleph o Ficciones. Logró en pocas palabras la mejor definición del nazismo en Deutsches Requiem. Luego me topé con Juan Rulfo, que borró a Borges de mi radar por un tiempo. Aunque no escribió ninguna novela, uno de los escritores más importantes de esa corriente que aboga por mezclar géneros y romper las reglas del realismo decimonónico es Borges.

La portada del nuevo libro del diseñador Adolfo Domínguez

P: Las cosas horribles tienen su punto de encanto y las hermosas su punto de horror. Una reflexión interesante

AD: En física el concepto del mal y el bien no existe. Lo que llamamos mal o violencia es parte de la vida. La rosa, para que nazca en primavera, tiene que morir en invierno. De muerte natural o violenta. Drama el justo.

P: Volviendo a la novela, una de las cosas que más llaman la atención son los diálogos. Son la estructura ósea de la novela.

AD: Sí, y le dan un carácter cinematográfico a la obra. La vida es diálogo. 

P: A través de estos diálogos a menudo dejas que los personajes defiendan visiones diferentes sobre política, economía o ciencia.

AD: Es que para diálogos de besugos ya está la vida real…

P: Las conversaciones sobre economía y política tienen un gran peso en el libro.

AD: Las historias individuales suceden en un fondo de historia colectiva, la vida de la ciudad, a la que nada se substrae. Y la política es el forcejeo eterno por la riqueza. O por generarla, que es algo complicado y lento. Pero ya hemos visto que fuera del mercado, al abrigo del viento, solo hay muerte. Aún está por ver una excepción.  Y, más al fondo aún, las leyes físicas.

Domínguez ha tardado  veinte años en terminar esta novela.

P: ¿Y las mujeres? Son personajes esenciales en la novela. Sobre todo, Tiziana y Sofía, las dos mujeres más importantes de la vida de Juan Griego. ¿Cómo las definirías?

AD: Es que Juan no puede vivir, si no es agarrado a otro cuerpo. Ambas estudiaron en el Balmes, con dos o tres años de diferencia, como Juan. Tiziana es la razón, hija de un empresario, descendiente de vascos. Inteligente, despegada. Estudió ingeniería. Es el amor de Juan, aunque ella lo comparte con otros. Sofía, emocional, es hija de un pintor que los dejó cuando ella era pequeña, nieta de un hacendado que se jugó su estancia en la mesa de póker. Hizo artes escénicas, incluyendo la danza, que le quedó tatuada en su piel. No busca la perfección sino la plenitud que se siente después de una sesión de estiramientos, o de una hora de danza, lo que la deja vivir con menos ansiedad. No pretende que le levanten una estatua.

P: ¿Qué espera conseguir con este libro?  

AD: El objetivo de escribir fue entender. ¿El motivo? A algunos humanos nos encanta conocer y en eso pasamos la vida. Y después quizás queramos que nos quieran. A medida que entiendes, aceptas y lo único que quieres es volver a diluirte en el todo. No entiendo a Camus, a mí eso no me rebela. El yo es un agobio. De  nuevo, la flor, para que renazca en primavera, tiene que morir en otoño.

P: Sus tres convicciones principales a la hora de hablar de esta novela.

AD: No solo entretiene, te agarra y te deja exhausto cuando acaba. Pero lo más importante: desvela el otro lado de las cosas.

P: Motivos por los que Adolfo Dominguez recomienda la lectura de Juan Griego

AD: me remito a las palabras de la editora, Susana Prieto Mori, “la oportunidad de leer un clásico antes de que se convierta en clásico”. O las de Luis García Montero, que dijo de él que “es un monumento literario”.

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