25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Entre la noche y la madrugada del 18 al 19 de agosto de 1936 mataron por la espalda al más grande de los escritores adscritos a la Generación del 27

Se cumplen 85 años del asesinato de Federico García Lorca, un poeta único que sigue presente

Federico García Lorca.
Federico García Lorca.
Se cumplen 85 años de la muerte de Federico García Lorca, uno de los poetas más representativos de la poesía y del teatro español del siglo XX. Adscrito a la generación del 27, también creó 'La Barraca', una compañía de teatro ambulante que acercaba la dramaturgia al pueblo. El 18 de agosto del 1936, un mes después del golpe de Estado, fue asesinado a manos de las autoridades franquistas. El periodista Julio Merino lo recuerda hoy en elcierredigital.com.

En homenaje al gran Federico me complace reproducir el capítulo que le dediqué en mi obra El Viacrucis de los escritores españoles durante la II República, la Guerra Civil y el Exilio. Han pasado 85 años y el recuerdo de su obra y de su vida sigue presente en todas las mentes y en todos los aficionados y amantes de la cultura y la poesía. A un genio como Lorca se le puede asesinar, pero su memoria es inmortal.

Pasen y lean. 

El Viacrucis de los escritores españoles 

Si alguien recibió la República con palmas y castañuelas ese fue, sin duda, Federico García Lorca… Y no porque fuera más republicano que nadie, sino porque se había “enamorao” del socialista Fernando de los Ríos, su siempre protector y el hombre que le había llevado hasta Nueva York, que ya se vislumbraba como Ministro. A Federico le cogió el 14 de abril en Madrid, donde ya era aplaudido por su Romancero Gitano. Aquellos versos que le habían hecho gitano sin él desearlo: “Me va molestando un poco mi mito de gitanería. Los gitanos son un tema. Y nada más. Yo podía ser lo mismo poeta de agujas de coser o de paisajes hidráulicos. Además, el gitanismo me da un tono de incultura, de falta de educación y de poeta salvaje que tú sabes bien no soy. No quiero que me encasillen. Siento que me van echando cadenas”.

Fuente Vaqueros, localidad natal de García Lorca. 

Pero para conocer al verdadero Federico no hay que leer sus obras ni identificarse con sus personajes, hay que repristinar y volver a sus orígenes, y sus orígenes llevan hasta un pueblecito granadino llamado Fuente Vaqueros, porque allí nació el 5 de junio de 1898, el año del Desastre y el hundimiento del Imperio. Sí, fue allí donde en septiembre de 1931 abrió su alma, con motivo de la inauguración de la Biblioteca del Pueblo, y pronunció el discurso más bello que pronunciaría en su corta vida, del cual algunos fragmentos se recogen a continuación. 

"Tengo un deber de gratitud con este hermoso pueblo donde nací y donde transcurrió mi dichosa niñez por el inmerecido homenaje de que he sido objeto al dar mi nombre a la antigua calle de la iglesia. Todos podéis creer que os lo agradezco de corazón, y que yo cuando en Madrid o en otro sitio me preguntan el lugar de mi nacimiento, en encuestas periodísticas o en cualquier parte, yo digo que nací en Fuente Vaqueros para que la gloria o la fama que haya de caer en mí caiga también sobre este simpatiquísimo, sobre este modernísimo, sobre este jugoso y liberal pueblo de la Fuente. Y sabed todos que yo inmediatamente hago su elogio como poeta y como hijo de él, porque en toda la vega de Granada, y no es pasión, no hay otro pueblo más hermoso, ni más rico, ni con más capacidad emotiva que este pueblecito. No quiero ofender a ninguno de los bellos pueblos de la vega de Granada, pero yo tengo ojos en la cara y la suficiente inteligencia para decir el elogio de mi pueblo natal.

Está edificado sobre el agua. Por todas partes cantan las acequias y crecen los altos chopos donde el viento hace sonar sus músicas suaves en el verano. En su corazón tiene una fuente que mana sin cesar y por encima de sus tejados asoman las montañas azules de la vega, pero lejanas, apartadas, como si no quisieran que sus rocas llegaran aquí donde una tierra muelle y riquísima hace florecer toda clase de frutos".

[...]

"Aquí hay un anhelo de alegría o sea de progreso o sea de vida. Y por lo tanto afán artístico, amor a la belleza y a la cultura.

Yo he visto a muchos hombres de otros campos volver del trabajo a sus hogares, y llenos de cansancio, se han sentado quietos, como estatuas, a esperar otro día y otro y otro, con el mismo ritmo, sin que por su alma cruce un anhelo de saber. Hombres esclavos de la muerte sin haber vislumbrado siquiera las luces y la hermosura a que llega el espíritu humano. Porque en el mundo no hay más que vida y muerte y existen millones de hombres que hablan, viven, miran, comen, pero están muertos. Más muertos que las piedras y más muertos que los verdaderos muertos que duermen su sueño bajo la tierra, porque tienen el alma muerta. Muerta como un molino que no muele, muerta porque no tiene amor, ni un germen de idea, ni una fe, ni un ansia de liberación, imprescindible en todos los hombres para poderse llamar así. Es éste uno de los programas, queridos amigos míos, que más me preocupan en el presente momento".

[...]

"No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos".

[...]

"Y a los que no tienen medios, que acudan a leer, que acudan a cultivar sus inteligencias como único medio de su liberación económica y social".

[...]

"Porque es necesario que sepáis todos que los hombres no trabajamos para nosotros sino para los que vienen detrás, y que éste es el sentido moral de todas las revoluciones, y en último caso, el verdadero sentido de la vida".

[...]

"Y sabed, desde luego, que los avances sociales y las revoluciones se hacen con libros y que los hombres que las dirigen mueren muchas veces como el gran Lenin de tanto estudiar, de tanto querer abarcar con su inteligencia. Que no valen armas ni sangre si las ideas no están bien orientadas y bien digeridas en las cabezas. Y que es preciso que los pueblos lean para que aprendan no sólo el verdadero sentido de la libertad, sino el sentido actual de la comprensión mutua y de la vida".

Palabras que demuestran que Federico era un ciudadano del mundo, un hombre que estaba por encima de ideologías, de razas, de sexos y de géneros. ¡Libros! ¡Cultura!... ¡La cultura que hace libres a los hombres y a los pueblos!

Pero, ¿cómo vivió Lorca la República? Sólo fueron cinco años, los años que le hicieron grande, el más grande de todos y que terminaron con la tragedia de su muerte, que no fue sino la cuarta obra de su “Trilogía trágica”: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.

Fueron también los años de “La Barraca”, aquel grupo de teatro ambulante que puso en marcha con su compañero Eduardo Ugarte y con el patrocinio de su “amigo” Fernando de los Ríos, que ya era Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. Con “La Barraca” Federico se fue por los campos de España para llevar al pueblo (¡El Pueblo!, la gran pasión y la única ideología que tuvo en su vida) las obras de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina y los grandes personajes de ficción del Siglo de Oro. Aunque para mayor felicidad, en 1933 tuvo que marcharse a Buenos Aires, donde la grandísima Lola Membrives le esperaba triunfante con sus Bodas de Sangre, y en Argentina vivió un año largo en loor de multitudes y ensalzado y agasajado por todos.

Federico García Lorca. 

A su vuelta, en 1934, vivió los dos años más intensos y fructíferos de su vida. Escribió Yerma, Doña Rosita la soltera, La casa de Bernarda Alba y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. La noche del estreno de Yerma (29-12-1934) Lorca subió a la cúspide de la gloria, entre aplausos y vítores, porque además la estrella Margarita Xirgú bordó el papel de la protagonista. Por cierto, que aquel éxito lo celebró también con su buen amigo José (que no era otro que José Antonio Primo de Rivera) “José es un buen chico -les diría a otros amigos que le criticaban la amistad con el ya fundador de la Falange-. ¿Sabéis que todos los viernes como con él? Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo ni a mí me conviene que me vean con él”.

Sin embargo, con el triunfo del Frente Popular, en febrero del 36, le llegó la vorágine, aquella vorágine que acabaría en la Guerra Civil. Todo le alcanzó el 5 de julio, el día que cumplió los 38 años, porque aquella noche, mientras los 'hunos y los hotros' se mataban en las calles de Madrid, conoció a un joven de Albacete del que se enamoró locamente nada más conocerle. Se llamaba Juan Ramón de Luca, era rubio y guapo y sólo tenía 19 años (justo la mitad que él)… y desde ese momento “el rubio de Albacete” entró en su alma e inundó su corazón. También aquella noche le pasó algo que no esperaba y que pudo ser su final, pues cuando fue a entrar en su casa (calle Alcalá, en el cruce con la de Goya) unos pistoleros, no se sabe si “rojos” o “azules”, le dispararon a quemarropa y huyeron dándole por muerto. Afortunadamente en aquella ocasión se salvó.

"Federico, -le dijo a la mañana siguiente el Embajador de México, un buen amigo, que fue a verle nada más enterarse del atentado- tienes que irte de Madrid. España es un polvorín y sólo falta la mecha que encienda el fuego. Creo que tu vida corre peligro".

"No te preocupes, Embajador, no pasará nada, al final llegará el 7º de Caballería y aquí paz y después gloria".

"No lo veo yo así, porque eres una pieza demasiado golosa. Yo te invito a México. Podíamos organizarte, de momento, un ciclo de conferencias… al menos hasta que pase lo que aquí, desgraciadamente, va a pasar".

"Bueno, amigo mío, lo pensaré".

Y en esas estaba cuando la mañana del 13 de julio le despertó su secretario particular para darle la noticia de la muerte de Calvo Sotelo. ¡Dios, y eso sí que le conmovió y le asustó!...

"¡Es la Guerra!"- se dijo a sí mismo.

Así que en cuanto desayunó se fue a ver a su novio, “el rubio de Albacete”, al “Comercial”, donde habían quedado

"Juanito ¿sabes ya lo de Calvo Sotelo?" -le dijo a su “rubio” en cuanto se sentó a su lado.

"Si, Amor, lo sé".

"¡Es la Guerra!... Nos tenemos que marchar de Madrid y de España".

"¿Qué dices? ¿Tan mal lo ves?"

"¡Muy mal! ¡Esto está a punto de estallar!"

"¿Y dónde nos vamos a marchar?"

"A México. El Embajador me ha ofrecido que me vaya a su país para dar un ciclo de conferencias, hasta que pase la tormenta".

"Pero, Federico, tu sabes que yo soy menor de edad y que sin la autorización de mis padres yo no puedo salir de España".

"Vaya, eso es verdad. Pues eso quiere decir que hoy mismo te tienes que ir a Albacete para que tu padre te dé la autorización".

"¿Y tú?, no quiero separarme de ti".

"No te preocupes por mí, yo me marcho a Granada para despedirme de mis padres y la familia… y en cuanto me avises nos vamos".

Y así lo hicieron. A las cinco de la tarde ya estaban en Atocha y uno cogió un tren para Albacete y otro para Granada. No sabían ellos que sería la última vez que se vieran.

Porque las cosas no rodaron tan fáciles como había previsto Federico, ya que el padre de Juan Ramírez no sólo se negó a darle la autorización para salir al extranjero, sino que hasta le prohibió salir de Albacete. Tampoco le fue bien a Federico, ya que cuando llegó vio que Granada estaba igualmente al borde del incendio, se encerró en la Huerta de San Vicente, la casa de la familia, a ver qué pasaba. Pero pocos días después, el día 20, la Guarnición Militar se sublevó y rápidamente se apoderaron de la ciudad. El cuñado de Federico, que era en ese momento el alcalde, fue detenido en su despacho y poco después fusilado. Uno de aquellos días, al ser preguntado por un periodista sobre su ideología política respondió: “Yo me siento a la vez, católico, comunista, libertario, falangista, anarquista, tradicionalista, monárquico, republicano… pero por encima de todo me siento español… y ciudadano del mundo”.

Sin embargo, las cosas fueron a peor, ya que las Derechas habían comenzado una implacable persecución contra todos los que no fuesen adictos al Alzamiento o fuesen rojos. En ese ambiente de peligro Federico y los suyos consideraron que el mejor sitio donde podía refugiarse era en la casa de los Rosales, dado que dos hermanos de su amigo Luis eran destacados falangistas de Granada y allí permaneció hasta que el 16 de agosto se presentó la Guardia Civil y lo detuvo, a pesar de la numerosas gestiones que hicieron los Rosales a su favor. De momento fue trasladado al Gobierno Civil, pero el Gobernador, José Valdés Guzmán, autorizó a un grupo de radicales nacionales, entre ellos el ex diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso para que se lo llevaran a Viznar en el término de Alfacar y en el camino, en la madrugada del 19 de agosto, fue vilmente asesinado a tiros por la espalda.

No, tampoco Federico, Federico García Lorca, pudo quedarse en España ni marcharse al exilio.

¡No!

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,

que no quiero ver la sangre

de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par.

Caballo de nubes quietas,

y la plaza gris del sueño

con sauces en las barreras.

¡Que no quiero verla!

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