20 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

'El último baile de Miss U.' recrea, con texto de Ángel Caballero, los últimos años de vida de la estrella malagueña, etapa en la que la conoció

Mar Regueras es Amparo Muñoz en el teatro: "Es un homenaje a las actrices del destape"

Mar Regueras.
Mar Regueras. / Moisés Fernández Acosta
La actriz Mar Regueras se pone en la piel de la mítica Amparo Muñoz sobre el escenario. La obra "El último baile de Miss U.' recrea, con texto de Ángel Caballero, los últimos años de vida de la estrella, etapa en la que la conoció. Regueras charla con 'Elcierredigital.com' sobre su trayectoria, los problemas de las actrices maduras, la figura de la recordada actriz y modelo malagueña y las diferencias y paralelismo entre ellas.

Amparo Muñoz fue una actriz poco reivindicada en su momento. Sus problemas personales y su vida sentimental hicieron que, en un momento determinado, la industria del entretenimiento se olvidara de ella. Ángel Caballero, que la trató en sus últimos años, recrea en la obra El último baile de Miss U. los años finales de la malagueña. 

En la piel de Amparo se pone Mar Regueras. La actriz, que viene de pasar una etapa de sequía laboral, se sube a la escena para interpretar a la que fuera toda una estrella de los 70. Sobre eso, su trayectoria, los problemas de las actrices maduras y, claro, también sobre Amparo Muñoz, ha hablado con Elcierredigital.com. 

- ¿Da vértigo ponerse en la piel de alguien que fue tan popular como Amparo Muñoz?

- No es una obra basada en ella, sino inspirada. No es la primera vez que me pongo al frente de un personaje conocido. Ya lo hice con la baronesa Thyssen. Pero es verdad que no es como construir un personaje de cero. Es difícil, porque la gente tiene en mente a alguien concreto. Llegar a esas expectativas es más complicado. La obra es un homenaje a ella y a toda esa generación del destape. Cuando leí el texto dije “esto lo tengo que hacer”.

- En una obra así es inevitable establecer la comparación entre actriz y personaje. ¿Qué le une y que le separa de Amparo Muñoz

- He tenido la suerte de tener otro tipo de circunstancias. No viví esa época en la que las actrices eran obligadas a desnudarse. Tampoco he caído en las adicciones. Pero sí me veo en el personaje en el hecho de que en un momento dado el teléfono deja de sonar. El tiempo va pasando y tú tienes que buscar alternativas. En mi caso pasaron diez años y me tuve que reinventar porque tenía que vivir y mantener a mi familia.

Mar Regueras./ Moisés Fernández Acosta. 

- En la obra se aborda el controvertido asunto de los abusos en el mundo del espectáculo. ¿Es una realidad ajena a su experiencia?

- Yo creo que en esos años [los 70 y 80] sí pasaban esas cosas. Lo único que querían eran ver tetas y culos y, claro, eso hacía que algunos productores se aprovecharan. Cuando llegué a la profesión ya no funcionaba así, pero sí que he oído cosas de compañeras que venían de esa época. Ahora empieza a pasar con los chicos, pero a ellos sólo se les ve el culo. Sigue habiendo una hipocresía muy grande en ese aspecto.

- Amparo Muñoz siempre se quejó de que le costó que le tomaran en serio por su pasado como modelo y en el destape. En su caso, se hizo especialmente popular en la televisión de los 90 como presentadora de programas como Grand Prix o Música sí. ¿Fue difícil que en el mundo de los actores la respetasen?

- No, porque yo había empezado en la danza y de ahí pasé a los musicales. Chicago fue muy aclamado y, rápidamente, pasé a hacer cine y teatro. Lo que sí es cierto es que cuando empecé a trabajar de actriz de forma continuada me decía todo el mundo 'ni se te ocurra volver a ejercer de presentadora'. Yo no lo entendía. Siempre me han parecido ridículos esos sesgos. Si actúas no cantas, y si cantas no puedes presentar. No lo entiendo. Por eso defendí a Gloria Camila cuando la criticaron por empezar en la interpretación. Ser hijo de un famoso, a veces, es más un problema que otra cosa.

- Amparo fue también, a veces en su contra, un personaje de la prensa del corazón. Su caso, salvo alguna relación con alguien también popular, ha sido diferente. ¿Le ha tratado bien la prensa?

- Nunca me he metido en nada de eso. En general mi relación ha sido positiva. Nunca se han pasado de la raya. Yo creo que porque hay respeto mutuo. Pero mira, volviendo al tema de Amparo, a través de ella he descubierto el poder de la palabra. No sabemos lo que puede repercutir en otra persona, algo que decimos o escribimos.  

- Películas y series de éxito, una nominación al Goya por Rencor… ¿Cómo es posible su falta de trabajo durante casi una década?

- No tengo ni idea. Me gustaría poder responder a esa pregunta. Soy una persona sana, que no doy problemas… No lo entiendo. Hay gente que me dice que me he salido del circuito. Pero, ¿qué circuito? Simplemente, a partir de los 40 el teléfono dejó de sonar y tuve que buscarme la vida.

Ángel Caballero, Mar Reguera y  Kesnit Peris/ Moisés Fernández Acosta.

- Parece una queja común en las actrices de su generación. ¿Qué ocurre para que después de los 40 el trabajo disminuya?

- Lo que me llevan diciendo diez años es que buscan chicas más jóvenes o más mayores. Yo no tengo el problema, lo tiene la industria. Las mujeres de 40 de hoy no son como mis madres. Nos pasan cosas. Pero parece que sólo hay series para adolescentes. No lo entiendo, porque a la gente de mi edad no le interesan esos argumentos. Yo no me pongo a ver algo sobre adolescentes. Mi hija sí. Cuando hice de Manuela en Hospital Central me alegré porque por primera vez era un personaje real. Una mujer que no era madre y esposa, sino que llegaba para salvar el hospital con su gestión. Curiosamente, las propias mujeres criticaban al personaje. Decían que era muy mala. Estamos acostumbrados a que las actrices a partir de los cuarenta sólo hagan de madre o de la mujer abandonada por una más joven. A mí me ha pasado de decir un actor veinte años mayor que yo que no daba edad para hacer de su pareja. Es sorprendente. Por eso, cuando me llegó esta obra y leí el texto dije: “La tengo que hacer”. Es muy difícil que te llegue una obra tan rica, con un personaje que lo tiene todo: ironía, ternura, dramatismo… Es un regalo.

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