28 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

Ambos han participado en el desprestigio y descrédito familiar del otro y como consecuencia han distorsionado la relación con sus vástagos

Guerra Rocío Carrasco y Antonio David: El error de la agresión sentimental delante de los hijos

Rocío Carrasco y Antonio David Flores.
Rocío Carrasco y Antonio David Flores.
La ruptura de Rocío Carrasco y David Flores ha estado marcada por una serie de errores en los que ambas partes han incurrido por igual. La agresión sentimental, que va dirigida innecesariamente hacia donde se considera que “más duele”, es un fracaso familiar en el que los mayores perjudicados han sido los hijos. Y es que presenciar desde la infancia enfrentamientos mediáticos de los progenitores utilizando a los niños como justificación para sus mutuos reproches, no es en absoluto razonable.

En la ruptura de Rocío Carrasco y David Flores ha pasado un poco de todo, pero con independencia de los argumentos que se postulen a favor y en contra de cada uno de ellos, es claro que ambos han arremetido contra el otro. En estas situaciones no hay buenos, ni malos, ni vencedores, ni perdedores. Todos están del mismo lado, del de los perjudicados en un mal divorcio. Ambos han perdido las formas y han tratado al otro de manera despectiva.

Es un error perder el respeto y las formas. En el caso de Rocío Carrasco, para hablar de su expareja y padre de sus hijos, ha empleado calificativos como “ese ser”, "maltratador" o "ladrón". Antonio David, por su parte, ha calificado a Rocío públicamente como “mala madre” y, antes incluso de emitirse el documental,  Antonio David declaró que iba a tomar acciones legales en contra de Rocío, a pesar de que aún no había podido estudiar el contenido del reportaje.

La agresión sentimental que se dirige hacia donde se considera que “más duele”, es un fracaso familiar. El hecho de que nuestra expareja tenga un compartimiento inadecuado no justifica que nosotros también lo tengamos. El fin no justifica los medios, y criticar al padre o madre de nuestros hijos desde luego que no es un buen ejemplo, pues materializa nuestros resentimientos en prejuicios.

Lo que no es razonable es que los hijos hayan de presenciar desde la infancia enfrentamientos mediáticos entre los progenitores en los que son utilizados como justificación para sus mutuos reproches.

¿Qué ha pasado para que la relación se degrade tanto?

En su día se casaron, a los pocos años se separaron y de la relación nacieron y viven dos hijos. Por responsabilidad, ambos progenitores deberían guardar las formas y mantener el respeto debido al otro.

Pueden tener los dos razón en sus afirmaciones, pues cada uno siempre tiene su propia visión y versión de lo ocurrido, pero no es justo para los hijos que se aireen públicamente sus problemas familiares. Problemas familiares de los que ambos progenitores son responsables.

Seguramente la relación ha sido injusta tanto para Rocío como para Antonio David, pero presenciar ataques recíprocos en el contexto de una relación familiar con hijos es un despropósito. En el pasado han tenido infinidad de procesos judiciales, en la actualidad se están interponiendo más y, lo que es peor, es previsible que se sigan sucediendo más demandas y denuncias fruto de la confrontación.

Se habla mucho de la importancia de la mediación y del abogado de familia para resolver controversias pero los primeros que deben tener una actitud conciliadora son los protagonistas, que tienen que dar ejemplo en primera persona y no echar más leña al fuego. La fatalidad es que en este caso ninguno parece mostrar una actitud pacificadora.

Antonio David, Rocío Carrasco con su hija y Rocío Jurado. 

El gran error de Rocío Carrasco y Antonio David Flores, como ocurre en muchas familias anónimas sin repercusión y sobreexposición mediática, es que ambos han participado en el desprestigio y descrédito familiar del otro y, evidentemente, esto ha distorsionado la relación con los hijos comunes.

Hay muchas formas de decir las cosas y cuando tenemos hijos comunes debemos de tratar de utilizar la menos hiriente, pues es innecesario sacar de la intimidad las miserias familiares para dejar pública constancia de la mala actuación o comportamiento del otro.

En los dos se puede observar una versión buenista de sí mismos, es curioso cómo en sus relatos consideran que el otro es el “culpable” o responsable de la situación. Y es preocupante que ambos muestren una visión tan diferente de la misma realidad, es como si cada uno de ellos formara parte de familias diferentes pues el relato de cada uno de ellos es tan distinto que no es que sean contradictorios, es que son incompatibles.

¿Uno miente y el otro dice la verdad en todo?

Como en la mayoría de los aspectos de la vida, nada suele ser totalmente blanco ni totalmente negro, más bien cada uno relata sus vivencias familiares desde su punto de vista, que por tendencia natural suele coincidir con el que es más favorecedor para uno mismo.  No es que se quiera distorsionar conscientemente la realidad, puede ocurrir perfectamente que cada uno la perciba e interprete de manera diferente.

En este artículo podríamos entrar a valorar quien se ha comportado mejor o peor pero eso es precisamente lo que no hay que hacer. ¿Hasta cuándo se va a alargar esta situación? A las extensas manifestaciones de Rocío en el documental es previsible que Antonio David conteste largo y tendido con otra versión totalmente diferente, de modo que se puedan seguir sucediendo manifestaciones y réplicas de uno y otro.

¿Nadie va a tener la cordura y sensatez de parar este conflicto?

No tiene sentido. Ni siquiera se trata de una relación actual sino de algo que ocurrió en el pasado, hace más de 15 años. Y desde luego, el drama familiar en vez de reconducirse se está agravando.

Rocío Carrasco y Antonio David.

Lo deseable sería que ambos progenitores hicieran un comunicado dejando claro que su prioridad son los hijos comunes, con independencia de las posibles injusticias del pasado, y que ambos van a abstenerse de realizar manifestaciones que pudieran suponer una ofensa para el otro progenitor, pues en definitiva, son el padre y  la madre de los hijos.

Este reportaje, además de agravar posiblemente la situación familiar, esta produciendo una polarización en los telespectadores, en definitiva, en la sociedad, que siente la necesidad de tomar postura por uno o por otro. Sin embargo, los problemas relevantes y no conciliables deben de resolverse en los Juzgados,  no en los platós de televisión. Y los menos importantes se deben tratar de superar con mediación familiar, que debe reservarse a la intimidad.

¿Qué pasa cuando contamos nuestra versión a un amigo común?

El amigo, si quiere ayudar desde el respeto, no tiene que tomar partido sino dar meramente su opinión y recomendar aquello que sea mejor para ambos, sin tratar de hacer leña del árbol caído y sin culpabilizar ni victimizar sobre lo ocurrido.

En este caso está ocurriendo todo lo contrario, la sociedad está vertiendo miles de opiniones que en mayor o menor medida pueden tener repercusión y dificultarán más el entendimiento familiar. Y es que reabrir un problema familiar del pasado no ayuda a superar las dificultades del presente. Por ello, el punto de partida debería ser buscar el acercamiento de hijos y padres.

En este caso, la relación familiar parece que se ha ido de las manos, ambos progenitores siguen criticando con rabia al otro y no parece que sea posible un acercamiento.

Los delitos deben perseguirse con la máxima contundencia, pero la vida sigue y ambos han rehecho sus vidas.  Ahora deberían tender la mano al otro en beneficio de sus hijos para que puedan relacionarse de manera libre y positiva con ambos padres. Sin embargo, ninguno parece tener predisposición a tender la mano al otro creyendo que se trata de un acto de debilidad, cuando realmente es un verdadero acto de generosidad.

Un buen amigo, un mediador profesional o cualquier otra persona de buena voluntad que presencie este drama familiar debería intentar recomendar a ambos que dejen a un lado sus diferencias de pareja del pasado, pues hace mucho que dejaron de serlo, y se centren en respetar a sus hijos en el presente, condicionando positivamente su relación con el otro progenitor y absteniéndose de alimentar la discordia, pues ambos lo están haciendo en mayor o menor medida.

De seguir así, Rocío Carrasco y Antonio David aumentarán la tensión de una relación que mantienen viva de manera insana cuando debería de haberse dado por terminada hace mucho, una circunstancia que priva a sus hijos de desarrollar sus vidas sin condicionamientos. Una mediación supone la conciliación de dos personas que tienen intención de acercar sus posturas, que tienen voluntad real de entendimiento. Si esta premisa no se cumple, lo más normal es que no se llegue a ningún acuerdo o que, de conseguirlo, sea en parte impuesto e injusto.

El error de Antonio David y Rocío Flores, sin distinción, es alimentar el trato despectivo al otro progenitor. En un divorcio traumático con hijos se debe mantener el respeto al otro progenitor, con independencia de que no sea inicialmente algo recíproco, poner límites y no permitir ningún tipo de agresión sentimental.  Tratar de mejorar en la medida de lo posible la vida de nuestros hijos, que no pueden convertirse en las víctimas de las discordias de los padres, ni mucho menos en la herramienta y justificación de ataques mutuos.

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