24 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Casada con un hombre que le triplicaba la edad, fue convencida por la alta sociedad de su país para enamorar al corso cuando invadió Varsovia

María Walewska, la polaca que conquistó a Napoleón Bonaparte y le visitó en su exilio en la isla italiana de Elba

María Walewska.
María Walewska.
Los grandes protagonistas de la Historia han llenado páginas de libros, ocupan estatuas en lugares públicos o se utilizan sus nombres para bautizar calles, edificios y hasta hoteles. Paralelas a sus vidas están las de sus amantes. Hombres y mujeres que asistieron desde la retaguardia doméstica a los grandes acontecimientos. Los hubo desinteresados, arribistas, enloquecidos, conspiradores y hasta espías. Observaron el devenir de la política desde la atalaya de lo íntimo.

Maria Walewska pasó a la Historia por compartir la vida con uno de los hombres más influyentes de todos los tiempos, Napoleón Bonaparte, el hombre que tenía toda Europa a sus pies. Para muchos, su papel fue el de una mera amante sin más influencia que la sexual, pero cada vez más su figura está siendo reivindicada por la utilización política a la que fue sometida.

María Leszczynsk nació en Lowicz (Polonia) en el año 1786. Los Leszczynsk eran una familia cuyo origen hay que buscarlo en plena Edad Media pero que a principios del siglo XIX se hallaba en franca decadencia económica. El padre de María falleció cuando ésta era muy pequeña dejando a su viuda y sus seis hijos en una complicada situación.

Desde su primera adolescencia María, motivada por su madre, comenzó moverse en los círculos más importantes del poder polaco usando su belleza como reclamo. Entre fiesta y fiesta consiguió el sueño de su progenitora: hacer una buena boda. María con apena 18 años se casó con el Conde Walewska, Anastasio Colonna Walewska, de quién adoptó su apellido. El aristócrata tenía 70 años. 

María llamaba la atención en los círculos del poder polaco por el halo de misterio que le rodeaba. Bella y delgada, sabía moverse en sociedad despertando entusiasmo, pero sin mantener conversaciones con gente ajena a su esposo. Esta actitud despertaba aún más interés entre la gente.

Napoléon Bonaparte.

En 1805, un año después de la boda, el matrimonio tuvo a su único hijo Antonio Basilio Rodolfo. Todo parecía ir sobre ruedas en la unión de los Walewska. Sin embargo, un año después todo cambiaría. En 1806 las tropas de Napoleón invadieron Polonia. El recibimiento en el país fue positivo ya que en un principio el ejército napoleónico se enfrentaba a Prusia que había invadido Polonia. En la Nochevieja de ese año, el emperador francés fue recibido en loor de multitudes en Varsovia.

Asediada por el hombre más poderoso del mundo

En una de las muchas fiestas celebradas en su honor, María coincidió con el corso y le entregó un ramo de flores dando las gracias al emperador por liberar su país. Éste se quedó prendado de ella. Los prohombres de la sociedad polaca sabedores de los deseos del francés decidieron convencer al Conde Walewska para que su esposa fuera amable con el emperador. Creían que así su relación con el país sería mucho más positiva.

María siguió una técnica infalible. Hizo creer a Napoleón que no le interesaba nada. El emperador no dejó de asediarla y finalmente ésta cayó en sus redes. Durante meses su historia fue el mayor entretenimiento social de Varsovia. La emperatriz Josefina sabedora de la historia de su marido, mandó llamar a Napoleón a París. Éste se presentó en la ciudad de la luz, pero acompañado de María que estaba esperando un hijo del emperador.

La Walewska se instaló en un palacete atendida por los mejores médicos del país. Sin embargo, el embarazo se malogra. Napoleón comienza así a espaciar sus visitas a su amante. María solicita el divorcio al Conde pensando que Napoleón quiere hacerla su esposa. No conseguirá su empeño. Napoleón se casa en 1810 con la archiduquesa austriaca María Luisa, en una maniobra política para ser respetado por las casas reales europeas.

Al saber que estaba de nuevo embarazada y que el emperador no quería reconocer a su hijo, María volvió a Varsovia, donde el Conde adoptó como propio a Francisco José que tenía un gran parecido físico con su padre biológico.

María Walewska y Napoléon o lo que es lo mismo Greta Garbo y Charles Boyer en el cine en 1937.

En Varsovia, fue repudiada por la alta sociedad polaca, aunque el conde Waleswka siempre estuvo a su lado. Cuando la carrera política de Napoleón llegó a su fin María siguió defendiéndole. Fue una de las pocas personas que acudía a visitarle a su destierro en la isla de Elba. Según algunos biógrafos del corso en su última visita María le ofreció irse juntos a vivir a Varsovia. Una vez más fue rechazada.

María volvió a su vida polaca. Tras el fallecimiento del conde Colonna-Walewski, María decide rehacer su vida y se casa con Felipe d’Ornano. La alegría duró poco. Un año después de la boda, en 1817, con tan solo 31 años fallece de una insuficiencia renal. Sus restos descansan actualmente en la cripta familiar, hoy convertida en atractivo turístico. Su hijo no reconocido con Napoleón llegó a tener gran éxito como autor teatral en la Francia decimonónica.

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