18 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El 8 de abril de 2013 fallecía a los 85 años la actriz y cantante manchega que conquistó Hollywood y protagonizó la crónica social del siglo XX

Una década de la muerte de Sara Montiel: Así se creó el mito de un icono del cine español

El Cierre Digital en Sara Montiel en 'El último cuplé' (1957),
Sara Montiel en 'El último cuplé' (1957), / Se cumplen diez años de la muerte de la manchega universal.
Hace una década fallecía Sara Montiel uno de los grandes mitos de la gran pantalla y la cultura popular del siglo XX. Nacida en pueblo manchego, Campo de Criptana (Ciudad Real), consiguio convertirse en una estrella internacional de cine y escribir una página en la historia del erotismo por su forma de cantar. Ademá, su vida sentimental y sus anécdotas protagonizaron las crónicas de sociedad durante más cinco décadas.

El 8 de abril de 2013 fallecía  los 85 años Sara Montiel y lo hizo casi pillando por sorpresa a todo el mundo. Sólo la periodista Gema López había hablado sobre ciertos problemas de salud de la actriz, algo que no gustó nada a la manchega. Una década después 'Saritísima' sigue siendo recordada como uno de los grandes iconos del cine y de la cultura popular del siglo XX.

Su vida está llena de anécdotas, unas reales y otras inventadas por su prodigiosa capacidad de reescribir una y otra vez su propia historia. Claro que, en el caso de Sara, podría decirse lo mismo que afirmaba Lola Flores, otra que tal baila, cuando la acusaban de fantasiosa: "Tengo tanto arte que las mentiras que digo, las convierto en verdad". Estas son diez de las más representativas para recordar a una estrella que nos dejó hace una década y que puso el nombre de España en las marquesinas de Hollywood en los díficiles cincuenta. 

Una saeta de lanzamiento

En 2001 una imagen de Sara Montiel improvisando una saeta para pedir la libertad de un preso se convirtió en lo que hoy llamaríamos viral. Muchos se rieron y otros ses rasgaron las vestiduras por lo que consideraba un atrevimiento. 

Los que pocos recordaban es que fue una saeta lo que inició su carrera. En 1941 a los trece años cantó una en Orihuela (Alicante). Allí se había trasladado con su familia desde Campo de Criptana (Ciudad Real) donde había nacido el 10 de marzo de 1928. La familia de José Ángel Ezcurra, editor de la revista Triunfo, se fijó en esa adolescente que entonaba saetas y la llevaron a Alicante para darle una formación. Casi tres años después se presentó a un concurso de nuevas figuras que organizó la entonces todopoderosa productura CIFESA en el madrileño Parque del Retiro. 

María Alejandra y Miguel Mihura

En 1944 con sólo 16 años debutó en el cine con la cinta Te quiero para mí que hoy está perdida. El nombre artístico con el que fue bautizada fue María Alejandra. Duró poco tiempo con este sosias. Sólo un año después conoció a su representante, el dibujante Enrique Herreros. En su segundo filme Empezó en boda (1945) ya utilizó el nombre de Sara Montiel. Sara por la mujer de Abraham, el personaje bíbilico y Montiel por los Campos de Montiel manchegos. 

En esa época también inició un romance con uno de lo grandes dramaturgos del siglo XX, Miguel Mihura. Le sacaba 25 años y le escribió varias películas. Según Sara fue el hombre con el que tuvo sexo por primera vez. Según Sara también, nunca se acostó con él. Ella misma contó las dos versiones. Que cada uno se quede con la que más le guste. 

"La que está buena es la mala"

Poco a poco Sara Montiel iba interpretándo más y más películas. Algunas de gran repercusión como Don Quijoje de la Mancha (1947), Mariona Rebull (1947) o La mies es mucha (1948) donde interpretaba a una seductora india que dejaba atónito a un misionero con la cara de Fernando Fernán Gómez

Su verdadero salto a la popularidad se produjo con Locura de amor (1948), uno de los grandes éxitos de taquilla del cine español en esos años. Juan de Orduña, el director, convirtió el proyecto de la vida de Juana la Loca que apuntaba a ser un proyecto típico del cine propagandista del cine franquista en un melodrama y Sara se lució frente a la estrella del momento que era Aurora Bautista. La Bautista era la Reina castellana loca de amor y Sara, la mora Aldara que hacía que Felipe el Hermoso (Fernando Rey) perdiera hasta las pestañas. En la calle se hizo famoso un comentario al propósito: “La que está buena es la mala”.

México, el asesino de Trotsky y el puro de Hemingway 

A pesar del éxito, la Montiel no se sentía valorada. Harta de ninguneo, siguió el consejo de su primer novio, el escritor Miguel Mihura y aceptó irse a México. Entonces el país azteca era que dominaba el mercado cinematográfico de habla hispana. Sara rodó con las principales estrellas del país como Pedro Infante o Katy Jurado. Sus mayores éxitos fueron Se solicitan modelos (1953) y Cárcel de mujeres (1954). También en la Cuba de Batista rodó films exitosos como Piel canela (1953).

Como a la manchega nunca le gustó perder el tiempo se codeó en América Latina con intelectuales republicanos en el exilio como Luis Buñuel o León Felipe, también visito en la cárcel a Ramón Mercader, el asesino de Trotsky. Además, en Cuba aprendió a fumar puros con Heminway. Según el día, o el año, confesaba haber tenido, o no, amores con el Nobel.

Hollywood y una boda en artículo mortis 

México fue su puerta de entrada al cine estadounidense. La “Meca del cine” abrió de par en par sus puertas a la actriz manchega, una belleza exótica para el espectador norteamericano, que no dejaría escapar una oportunidad así. El western Veracruz (1954) fue su consagración en la cinematografía yankee. Interpretó el papel de Nina, que consiguió gracias a la intermediación de Norma Anderson, esposa de Burt Lancaster. En el reparto coincidió con el inolvidable Gary Cooper. Los créditos de la película consagraron el apelativo con el que sería conocida en el país norteamericano por siempre: Sarita Montiel. Después, “La bomba latina”, como se la conocía en Hollywood, rechazó un contrato de siete años del magnate de Columbia Pictures, Harry Cohn, para no encasillarse en papeles de habla hispana.

Sara Montiel con Burt Lancaster en 'Veracruz' (1954). 

En el rodaje de su segunda película en Estados Unidos, Serenade (1956), conoció al legendario Anthony Mann, que dirigía la cinta y que no dudó un segundo en acabar con su matrimonio con su esposa Mildred para casarse con la manchega en 1957 en artículo mortis. Se casaron por lo civil y por el rito judío. El colmo del exotismo en es España donde se la llamaba la amante del americano. Se dirvorciaron en 1963. 

El éxito que nadie esperaba 

Aún le quedaba tiempo para seguir rodando en España, donde en 1957 protagonizó El último cuplé, que la elevó a los altares del cine hispano y la convirtió en la actriz mejor pagada del momento. 

La cinta dirigida por su antiguo mentor Juan de Orduña, no contaba con el apoyo de ningún productor. Los viejos cuplés de los años veinte, pensaban, no podían funcionar en los cincuenta. Desde que empezó el proyecto se pensó la cinta para Juanita Reina y para Concha Piquer. Finalmente, fue Sara la protagonista porque era la más barata. De hecho, fue a porcentaje con la producción lo que a la larga le daría pingües beneficios. 

Cartel de 'El último cuplé' (1957). 

Hubo momentos de retrasos en el rodaje por falta de financiación, algunas secuencias se grababan en toma única y con vestidos de papel. A pesar de todo, la cinta se mantuvo un año en las carteleras. Un éxito como pocos recordaban y puso de moda las cintas sobre cupletistas. Marujita Díaz, Lillian de Celis, Mikaela y hasta Lola Flores y Mary Santpere se sumaron a la ola. La película también arrasó en el extranjero y gozó de éxito en México, Cuba, Estados Unidos, Francia y hasta Egipto. 

"Si quiere cantamos debajo del piano"

Uno de los éxitos de la cinta fue la forma en la que Sara interpretaba los cuplés. No tenía nada que ver con la cupletistas de voz atiplada de los años veinte. Su voz era grave y más que cantar susurraba. Raquel Meller, una de las estrellas del género en los años veinte, aseguró en la prensa que la Montiel tenía "voz de sereno". 

Sin embargo, esa forma de interpretar a su aire generó un estilo propio y la convirtió en un icono de sensualidad. Hasta tal punto que hoy muchos entienden el cuplé al estilo de la Montiel y no en el original. 

Sara no iba a interpretar las canciones. Sin embargo, la falta de dinero hizo que la cantante contratada no lo hiciera. Algunas versiones dicen que era la asturiana Lilllian de Celis, que sí era una cantante profesional y que también tendría su éxito en pantalla con Aquellos tiempos del cuplé (1958). Dicen que nunca le perdonó a Sara que ella graba los temas y se convirtiera en estrella. El primer día de grabar las canciones, Sara no era capaz de alcanzar el tono y pedía a cada intentona al pianista que bajara un tono. Harto de las peticiones, el maestro dijo: "Si quiere cantamos debajo del piano". "Exacto. Ahí", replicó la manchega y el resto es historia.

"Tengo frío aquí" 

Sara en sus años en América se mostró interesada en las técnicas de producción cinematográfica. Algo que aumentó todavía más con su unión con Anthony Mann. Controlaba perfectamente la fotografía y la iluminación de sus escenas. Sabía que luz y que planos la favorecían. 

Tras es el éxito de El úlitmo cuplé, llegaron cintas como La violetera, Mi último tango o La reina del Chantecler, Sara se convirtió en la actriz con más poder en la industria. Llegó a despedir a directores de fotografía y hasta a un director de cine, Jordi Grau en Tuset Street, de sus rodajes. 

Sara Montiel en 'Carmen la de Ronda' (1959). 

Para Carmen la de Ronda (1959) se hizo traer de Hollywood al ganador de un Óscar, Gabriel Figueroa, el director de fotografía favorito de John Ford. Dicen que cuando Sara se señalaba una parte del cuerpo y decía "tengo frío aquí" es que quería decir que estaba mal iluminada. 

Sara, la censura y el destape 

Sara Montiel escribió una nueva página en el erotismo cinematográfico en España. Eso le hizo tener problemas con la censura. Así, por ejemplo, el montaje francés de Carmen la de Ronda (1959) es mucho más explícito en lo sexual que el español. Una censura que le afectó en otras tantas cintas de sus años dorados. 

Cuentan que cuando se prohibió radiar algunas de sus canciones, Sara acudió a ver al ministro del ramo, Manuel Fraga, y cuando le pidió explicaciones sobre el porqué censuraban algunas de sus interpretaciones, éste contestó: "Usted es capaz de ponerle erotismo al cara al sol". 

Rendiendo tributo al destape en 'Cinco almohadas para una noche' (1974). 

Sin embargo, cuando llegó la moda del destape Sara se mostró rehacia. Aunque en la cinta Cinco almohadas para una noche (1974) llegó hasta donde la censura permitía. Retirada del cine en plena ola del destape, Sara no puso remilgos en desnudarse para revista de la época como Interviú que consiguió llevarla a su portada en 1980 bajo el título de "¡Por fin Sara!". 

"¿Pero qué invento es este?"

Sara estuvo toda su vida en el punto de mira de la prensa del corazón. Un interés que ella mismo alimentó toda su vida. Se casó en cuatro ocasiones y tuvo varios romances con hombres célebres como Severo Ochoa, Marlon Brando o Giancarlo Viola

En cuento a sus maridos, tras su divorcio de Tony Mann, en 1964 se casó con José Vicente 'Chente' Ramírez Olalla en Roma en 1964. El matrimonio duró sólo unos meses pero no se anuló eclesiásticamente hasta una década después. En 1979, se casó con Pepe Tous con el que llevaba unida sentimentalmente nueve años. Con él complió su gran sueño, ser madre. Adoptó dos hijos: Thais y Zeus. Pepe falleció en 1992. 

El 17 de octubre de octubre Sara volvió a soprender a la sociedad española como tantas veces lo había hecho en su vida. Ese día la actriz protragonizaría una de sus escenas más recordadas fuera de la pantalla. Desde hacía meses la manchega vivía un polémico romance con un cubano de 39 años y el rumor de una inminente boda había recorrido las sedes de todas las gencias y medios del país que se apostaron ante un juzgado en Majadahonda (Madrid). Saritísima se vio a la salida rodeada de cámaras junto a su novio Toni Hernández. Ante la duda de si se había llevado a cabo el enlace, la artista aseguró que sólo habían acudido a arreglar unos asuntos y soltó una de sus frases más recordadas:  "¿Pero qué pasa, pero qué invento es esto?". 

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