25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El progenitor del fallecido humorista, dibujante, alpinista y cineasta habla del hombre de las mil anécdotas que hizo de Madrid un género literario

Quique Herreros, hijo del mago de la publicidad: "Mi padre era un genio y preservo su legado"

/ Enrique Herreros.
El recuerdo del dibujante, alpinista, humorista y cineasta Enrique Herreros permanece vivo a través de las palabras de su descendiente, Quique Herreros. El hijo del 'mago de la publicidad' relata para elcierredigital.com las miles de anécdotas que su padre vivió junto a famosos de todo el mundo como Elizabeth Taylor, Sara Montiel, Charles Chaplin o Frank Sinatra.

Si Estados Unidos encontró en P. T. Barnum el embrión de lo que después se bautizarían como relaciones públicas por su forma de gestionar la mercantilización de sus productos, España tuvo en Enrique Herreros “al mago de la publicidad”, como le denominó la revista Cinegrama a principios de los años treinta o, como muy bien le describió Berlanga, “el inventor de la publicidad y la promoción” (en nuestro país).

Hace pocos días se celebró la polémica gala de los Oscar cuya 94ª edición pasará a los anales de la historia como la de ‘la noche del hostión’ de Will Smith (53) a Chris Rock (57). Elcierredigital.com se ha puesto en contacto con uno de los miembros más longevos de la Academia de Hollywood, Enrique Herreros hijo quien, a sus 95 años, sigue teniendo una mente lúcida acompañada por un apenas hilillo de voz. Él, que vivió el auténtico glamour confiesa que “no he visto la ceremonia porque el cine moderno de ahora no me interesa, pero, aunque no pueda opinar sobre la bofetada sí le puedo decir que en mi época este tipo de actos no ocurrían. Le hablo de cuando los directores ejecutivos eran James Roberts y luego mi íntimo amigo Bruce Davis”.

Sobre la posibilidad de que le quiten el Oscar a Will Smith, la actriz Whoppi Goldberg que es miembro de la Academia vaticinó que no le iban a quitar la estatuilla, pero que habría consecuencias, “pero yo prefiero no opinar -insiste el señor Herreros- porque al estar jubilado no puedo votar. Los tiempos de mi Academia eran tan diferentes… Como también me parece una osadía por parte de Spielberg versionar el West Side Story de Robert Wise. ¡Eso no se puede repetir! ¡Es una obra única!”.

El filme optaba a siete nominaciones, de los que se llevó un galardón a la mejor actriz de reparto para Anita DeBose, que hizo historia porque por ese mismo rol se lo llevó hace siete décadas Rita Moreno (90). “El cine se lo han cargado Spielberg y George Lucas con los efectos especiales porque cuando DeMille hizo Los diez mandamientos se contrataron a 5.000 extras para que cruzaran el Mar Rojo y ahora todo está pintado”, sentencia Enrique Herreros que en su mejor época fue jefe de comunicación de United Artits en España y de la Paramount para Iberoamérica.

El periodista Jaime Arias, Enrique Herreros, Cary Grant y Sofia Loren.

Con cierta desilusión argumenta que desde 1995 “ninguno de los que ha estado nominado a los Oscar (Almodóvar, Amenábar) me ha llamado para que les diera consejo porque, si le digo la verdad, organizar una promoción en Los Ángeles es tremendamente duro”. Y lo dice con conocimiento de causa porque él fue el artífice de que todos hablaran de Volver a empezar y Belle Époque. Este año, Penélope Cruz conseguía su cuarta nominación a la estatuilla (la ganó por Vicky Christina Barcelona a la mejor intérprete de reparto en 2009), pero a Herreros no le termina de hacer mucha gracia la de Alcobendas: “No le encuentro sentido al fenómeno que se ha creado entorno a ella”.

Amistades y compañeros de cine

En su mochila hay sobrecarga. Pero la lleva con gusto. Sus vivencias con Elizabeth Taylor, Romy Schneider, Sara Montiel, Charles Chaplin, Ava Gardner, Olivia de Havilland, Frank Sinatra, Sophia Loren, Naty Mistral… son un peso que lleva con agrado. Pero le falta alguien: “Me hubiera encantado conocer a Greta Garbo”. La gran diosa del cine mudo y de principios del sonoro le hace recordar a Sara Montiel, a quien su padre descubrió, para desmentir lo que ella siempre dijo al considerarse la primera española en triunfar en Hollywood. “No lo fue. Hay que recordar que Antonio Moreno ya había trabajado con la Garbo en el cine mudo”, asevera con cierta contundencia.

Con la Montiel hubo una íntima amistad. Pero se rompió. Cuando la de Campo de Criptana publicó sus desmemoriadas memorias Vivir es un placer (2000) hizo caso omiso a lo que hizo Enrique Herreros padre por convertirla en un referente en la historia del cine español. En la década de los cuarenta, este trabajaba en la productora y distribuidora Filmófono que estaba buscando rostros nuevos para que le dieran la réplica Fernando Fernán Gómez en la película Empezó en boda (1944).

Recordó aquella foto en blanco y negro que Gyenes había publicado en la revista Semana de una joven llamada María Antonia Abad Fernández, que a sus 15 años transmitía una gran sensualidad. Removió Roma con Santiago para localizarla y, finalmente, la contrataron. Ahí empezó el mito. De María Antonia a Sara, o Saritísima, como la bautizó su gran amigo Terenci Moix, fallecido de un enfisema pulmonar a los 61 años en el 2003. Quique Herreros le cambió el nombre con el que conquistaría Hollywood.

Mientras muchos intérpretes hubiesen vendido su alma al diablo, Sara rechazó quedarse en aquella Sodoma y Gomorra de celulosa al negarse a firmar los célebres contratos de siete años que los estudios solían ofrecer a los actores y actrices para convertirles en productos culturales y capitalistas. A su regreso. Los dos Herreros trabajaron por primera vez conjuntamente para relanzar la carrera de Sara en España con El último cuplé (1957) y La violetera (1958).

Enrique Herreros hijo abriendo paso a Romy Schneider. A la derecha, Enrique Herreros padre.

Durante su estancia en Los Ángeles, es cierto que Sara conoció a Elizabeth Taylor, ambas en el esplendor de su enigmática belleza: “En la mesita tengo una foto junto a ella y el inventor de los Globos de Oro, Armando del Moral, que era español. Mucha gente no sabe este dato”, me confesaría en su momento vía telefónica la manchega que besó a Gary Cooper en Veracruz (1954). “¿Sabías que su hija estuvo a punto de meterse a monja?”, me comentó a propósito de María Cooper Janis (84), con quien organicé un encuentro en un local de Nueva York cuando Sara recibió un homenaje en el Instituto Cervantes en 2012 por el 55º aniversario de El último cuplé. Mientras María demostró un inusitado entusiasmo, a la española le daba pereza maquillarse y peinarse. Al final, no se vieron.

“Nunca conocí a Gary Cooper, pero cuando vino a la inauguración del Castellana Hilton a Madrid en 1951 le vi a través de la ventanilla del tranvía”, rememora con cariño. Pero intimó con muchas estrellas, especialmente, con la gata de los ojos violeta que le obsequió con una profunda amistad que traspasó fronteras. Tiene un sinfín de anécdotas con la Taylor. Festival de Cine de Cannes de 1987: “Iba acompañada de George Hamilton con quien durmió en una mansión a las afueras de Cannes a pesar de que el Festival le había reservado una suite que finalmente utilizó para vestirse y maquillarse. Entre todo aquel barullo la estaba peinando Alexandre de París y pidió un televisor pequeño. Le pregunté para qué lo necesitaba y como era muy lista, se sabía todos los trucos para hacer una entrada triunfal, me contestó que era para observar cómo entraban las mujeres. Hasta hizo esperar a su amigo Paul Newman que promocionaba una nueva versión de El zoo de cristal como realizador”. Y vaya si logró captar los flashes. Para la posteridad queda aquel paseíllo con un espectacular diseño en rojo de su amigo Nolan Miller.

En Marbella, Elizabeth, George y Enrique fueron invitados por Khashoggi. “Dormíamos en una casa independiente de La Baraka -nombre de la finca del ex multimillonario traficante de armas donde en la actualidad se asienta la urbanización La Zagaleta- en la que Elizabeth y yo nos tumbábamos en la cama para hablar de cine y George se quedaba fuera tostándose al sol”, asegura nuestro entrevistado que fue el encargado de llevar la promoción internacional de la película que le lanzó al estrellato, Amor al primer mordisco (1979).

Hace muchos años que no hablan. “Debe pensar que me he muerto”, asegura con cierta sorna Herreros. Durante una cena en el mejor restaurante de Los Ángeles de la época, Chasen, el actor americano quiso que Herreros explicara a la Taylor algunas de las anécdotas de la promoción y como estaba sediento, “con el gozo y la alegría me bebí de un tirón el contenido del vaso que tenía enfrente y por poco me muero porque era ginebra. Era el vaso de Elizabeth. El camarero ya sabía lo que tenía que servirle”.

Sara Montiel en 'El último cuplé'. 

En España tuvo más de un momento álgido con Ava Gardner, que se trasladó a vivir a Madrid durante una década para alejarse de los paparazzi de Hollywood, aunque en nuestro país también le dieron lo suyo. La protagonista de La condesa descalza (1954) se divertía jugando al tenis en la mansión de La Moraleja del millonario Frank Ryan con Luis de Figueroa, conde de Quintanilla y futuro conde de Romanones que estaba casado con Aline Griffith. Como jefe de publicidad de la United Artists “Ava me dijo que quería un pase privado de la película No serás un extraño (1955) que protagonizaba su marido, Frank Sinatra, con Olivia de Havilland y Robert Mitchum. Vino con su hermana y un montón de perros salchicha que me los puso entre los brazos. ¡Qué mal rato pasé! Estuve a punto de devolvérselos. A la salida preguntó por el bar más cercano y se pidió un güisqui con cerveza”.

Nostalgia por los cines de Madrid 

Enrique Herreros tiene nostalgia. De los catorce cines que había en la Gran Vía de Madrid ahora solo quedan tres, el Capitol, el Palacio de la Prensa y el Callao. Herreros afirma que “sin duda, el mejor para hacer promociones fue el Palacio de la Música porque mi santo padre ya trabajaba allí siendo yo un niño. Allí hicimos la campaña de prensa de Sissi (1955) con Romy Schneider, cuya llegada a la capital fue tumultuosa. Contratamos a miles de extras que hacían de invitados, actuó el faquir Daja Tarto y días antes ensayamos cómo se tenían que romper los cristales del cine para provocar más atención ya que el secreto de aparecer en todos los medios consistía en llamar la atención”.

De tanto en tanto, Enrique Herreros sale a pasear por un Madrid que nada tiene que ver con el que existe en su imaginación. Atesora un sinfín de secretos que se llevará bajo tierra cuando le entierren en el cementerio de Potes (Cantabria), donde yace su celebrado padre, fallecido hace cuarenta y cinco años y que ha dejado como legado cientos de carteles de películas firmados a mano, dos películas como realizador para su discípula y novieta Naty Mistral (María Fernanda, La Jerezana y La muralla feliz) ambas de 1947 y, por encima de todo, las 807 portadas realizadas para La Codorniz. “Mi padre era un genio. He preservado su legado. Él sí que fue grande”, sostiene con firmeza y con esa mentalidad americana que hace que los recuerdos sigan más vivos que nunca.

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