20 de abril de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA

Tras su matrimonio de once años con la difunta Lady Di, el entonces príncipe se casó con su amor de la juventud Camilla Parker-Bowles

Carlos III de Inglaterra, la historia de un rey relegado por las mujeres: De Isabel II a Diana de Gales

El Cierre Digital en La Reina Isabel II de Inglaterra, el Rey Carlos, Camila Parker-Bowles y Lady Di en un montaje.
La Reina Isabel II de Inglaterra, el Rey Carlos, Camila Parker-Bowles y Lady Di en un montaje.
Carlos III de Inglaterra se ha convertido en rey a la muerte de su madre después de ser el Príncipe de Gales más duradero de la historia de la Corona Británica. Sus infidelidades a Lady Di le hicieron ganarse una mala reputación entre los ingleses, que intentó mejorar con multitud de compromisos oficiales y con su actuación tras la muerte de Diana. Su complicada relación con la Reina Isabel II de Inglaterra y los conflictos causados por el matrimonio con Camila Parker-Bowles han marcado su vida.

Tras la muerte de la Reina Isabel II, Carlos de Inglaterra se convirtió ayer en el monarca de mayor edad en asumir el trono británico. Hombre contradictorio, ecologista y despilfarrador, Carlos asciende al trono habiendo sido el Príncipe de Gales más duradero y el heredero de más edad y con más años de servicio en la historia británica.

Conocedor de la factura que le ha pasado su vida personal (la gente todavía no ha perdonado que engañara a la cándida Lady Di), Carlos de Inglaterra se ha dedicado a trabajar duramente para fortalecer su imagen, la de la corona británica y conseguir la aceptación de su propia madre, la reina. En el año 2008 llevó a cabo 560 compromisos oficiales y más de 600 en el 2011.

Antes de acceder al trono, las encuestas situaban su popularidad entre los británicos en un 42%, y casi uno de cada dos encuestados deseaban que Carlos abdicara inmediatamente a favor de su hijo, el Príncipe Guillermo. Esta situación se ha revertido lentamente y en el año pasado, casi el 60% de los ingleses eran favorables a su reinado, unos porcentajes que siguen estando muy alejados de la popularidad de la fallecida Isabel II.

El príncipe caprichoso y sensible

Los biógrafos oficiales británicos coinciden que desde niño, el joven Charles Philip Arthur George Windsor mostró claras diferencias con su estricta madre y su carismático padre. Su carácter complicado ha sido definido por numerosas personas como inseguro, sensible, quejica y pomposo, actitudes muy mal vistas dentro de la familia real. Se dice del actual monarca británico que está acostumbrado a ser el centro del mundo y que no soporta que nadie le robe el protagonismo.

El Rey Carlos III de niño.

Quizá haya que retroceder a su infancia para comprender la compleja personalidad del “pobre príncipe rico”. La reina fue coronada cuando él tenía tan solo cuatro años y, desde entonces, vivió criado por niñeras y por su abuela, pero casi no vio a Isabel II. Por otro lado, su padre, el duque de Edimburgo, no ocultó nunca su decepción ante los pocos logros físicos de su hijo mayor.

Carlos fue el primer miembro de la familia real en recibir una educación similar a la de cualquier joven inglés de clase pudiente. Estudió en la escuela Hill House en Londres y en la Gordonstoun, en el noreste de Escocia, y hoy se sabe que en ambos centros sufrió un fuerte bullying que no pudo evitar ni siendo hijo de quien era. En una ocasión, Carlos le confesó a su biógrafo oficial Jonathan Dimbleby que “fueron como una sentencia de cárcel”.

Carlos es un hombre instruido. Es la primera persona de la familia real británica en conseguir una Licenciatura, concretamente en Artes. Además del inglés, habla galés, alemán y francés y sabe tocar el piano, la trompeta y el cello. Facetas desconocidas de un monarca relegado siempre a estar siempre expuesto a los medios de comunicación y al estricto escrutinio de unos padres severos y controladores.

Además de formarse como marino en el Real Colegio Naval de Dartmouth y como piloto en la RAF, jugó al polo en un intento de intentar conseguir la aceptación paterna. Adora cazar y pescar, la jardinería, la medicina alternativa, la meditación y la acuarela.

La relación de Carlos con la Reina Isabel II siempre fue difícil. Fuentes británicas señalan ese carácter quejica y dependiente de su hijo. Dentro de la relación amor-odio que mantuvo en sus primeros años de vida con su madre, Carlos ha sido una persona que ha emitido sus opiniones en múltiples entrevistas, causando así el disgusto de una soberana que murió sin haber concedido jamás una entrevista ni haber emitido una sola opinión.

Pese a sus gustos filantrópicos, Carlos es un hombre que adora vivir como un millonario y no puede (ni quiere) disimular la estela derrochadora de su abuela materna. Tan solo el personal  del palacio de Saint James y el de Highgrove suma 90 personas, y es conocido por viajar precedido por un camión donde transporta cuadros, muebles e incluso su cama.

El rey ecologista

Carlos de Inglaterra preside numerosas organizaciones benéficas y es administrador de las propiedades del Ducado de Cornualles donde ha desarrolla la agricultura orgánica. Ya con 22 años empezó a concienciar a la sociedad británica sobre la prevención del cambio climático, factor por el que ha recibido numerosos premios y el reconocimiento de varios grupos ambientalistas.

Diana y Camila, las mujeres de su vida

El 29 de julio de 1981 tuvo lugar la boda entre Carlos de Inglaterra y Diana Spencer, un enlace que encandiló a la sociedad británica y que duraría once años, aunque pronto se hizo público que había sido un matrimonio de conveniencia orquestado por la misma reina de Inglaterra. En realidad, Carlos estaba enamorado de una amiga de su juventud, Camilla Parker-Bowles.

Camila Parker-Bowles, el Rey Carlos III y la Reina Isabel II.

En 1995, Diana apareció en un programa de la BBC denunciando las infidelidades de su marido y su “matrimonio de tres”. Su matrimonio terminó en 1992, y la popularidad del actual monarca británico se desplomó hasta niveles mínimos. La nación británica se escoró claramente a favor de la princesa engañada.

Tuvo que ser el fallecimiento de Diana en 1997 cuando la popularidad del aquel entonces Príncipe de Gales comenzase a remontar. En una sociedad reacia a mostrar sus sentimientos (y con una reina siempre constreñida por el protocolo y poco proclive a mostrar sus emociones), Carlos se mostró como un viudo compungido. Voló a París para recoger el cuerpo de Diana, convenció a su madre para que la bandera del palacio de Buckingham ondease a media asta en señal de la exprincesa fallecida y acompañó a los príncipes Guillermo y Enrique en el cortejo fúnebre el día del funeral. Desde ese momento, Carlos demostró ser un padre devoto cuya prioridad, además de su trabajo como heredero al trono, era el bienestar de sus hijos.

Tas la muerte de la princesa, Carlos aseguró a su madre que Camilla “no era negociable”, y la monarca tuvo que dejar de ningunear a la que había sido hasta ese momento la amante del heredero.

En el año 2005, Carlos y Camilla contrajeron matrimonio en una ceremonia civil a la que asistieron treinta invitados, entre los que no se encontraban los padres del novio. La pareja recibió después la bendición del arzobispo de Canterbury en la capilla del palacio real. Durante el brindis, la reina deseó lo mejor a los nuevos esposos.

El paso del tiempo hizo que las relaciones entre madre e hijo se intensificaran, e incluso que la reina desarrollase un tierno afecto por su nuera Camilla. Quién sabe lo que dará de sí el reinado de transición (como se ha denominado ya) del heredero mejor formado de la historia. Un hombre complejo que no ha tenido un camino fácil en esta vida y que sabe que, haga lo que haga, nunca llegará a estar a la altura de su madre.

COMPARTIR: