25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

DEL 15 AL 18 DE AGOSTO, 32 grupos actuaron en una granja del condado de Sullivan en Nueva York: JOAN BAEZ, JIMI HENDRIX, JOE COCKER O CARLOS SANTANA

El Festival de Woodstock: Así fue el macroconcierto de agosto de 1969 que supuso el cénit del movimiento social 'hippie'

Durante tres intensos días de agosto de 1969, la música que marcó los movimientos de los Derechos Civiles y la contracultura de los años sesenta tuvo su punto culminante. Fue en un macroconcierto en una granja de 240 hectáreas en Bethel, en el condado de Sullivan, dentro del Estado de Nueva York. El espectáculo se convirtió en una catarsis social y generacional que marcó un antes y un después. Para muchos expertos fue el inicio del fin del espíritu contestatario 'hippie' de los años sesenta.

El Festival se convirtió en el icono de una era que daba paso a otra, heredera directa de la anterior pero mucho más radicalizada. La paz como bandera pasó a ser estandarte de movimientos con ciertos tintes violentos. Como la lucha de los derechos de los negros, que estaba poco a poco separándose del pacifismo a causa del asesinato del Reverendo Martin Luther King en 1968 y que acabaría con la creación de los Panteras Negras, movimiento que utilizaba la violencia para luchar por el supremacismo de la raza en negra.

En Woodstock el movimiento hippy alcanzó su cenit y la lucha por causas dignas se mezclaría con el misticismo, dando lugar a movimientos pseudoreligiosos más que cuestionables. También la música pop, con sus mensajes revolucionarios pero naifs, dieron paso al rock psicodélico con propuestas mucho más complejas y que, a su vez, evolucionarían en distintos sonidos que cristalizarían a lo largo de la década de los 70.

El Festival de Woodstock se celebró del viernes 15 de agosto al lunes 18, en un granja de 240 hectáreas en Bethel, en el condado de Sullivan, dentro del Estado de Nueva York. Los sesenta y todo su ideario llegaban al fin del decenio con una mezcla de esperanza por lo conseguido y desasosiego por el aumento de la violencia, que chocaba directamente con los valores del hippismo. Unas semanas antes del festival, Charles Manson y su secta, que adoptaron parte de la estética de la época, habían perpetrado la matanza de Cielo Drive que tiñó de sangre ese fin de decenio y puso en el foco a personajes que, como Manson, utilizaron la mezcla de espiritualismo y progresismo que se fomentaba para sus propios fines.

 

En agosto de 1969 no solo de los crímenes de Manson perduraban los ecos, sino también de los sucesos de Stonewall, que dieron inicio al movimiento LGTB, y de la llegada del hombre a la luna que ponía punto y final a un plan iniciado en los albores de la era Kennedy. Además, la Guerra del Vietnam estaba en su apogeo y las protestas en la calle eran la tónica habitual.

El organizador del recordado Festival fue Elliot Tiber, dueño de un pequeño hotel cerca de Nueva York que estaba en la ruina. Se unió a un joven millonario, John Roberts, dueño de una discográfica. El principal problema fue el pequeño tamaño de la localidad de Woodstock para albergar un evento de esta categoría. Finalmente, se alquiló una granja por 50.000 dólares en Bethel, en el condado de Sullivan, localidad mucho más cercana a Nueva York. A pesar del cambio de localización se mantuvo el nombre del Festival.  

Actuaron, por 180.000 dólares, 32 artistas y grupos, entre ellos Jimi Hendrix, Joe Cocker, Carlos Santana, Joan Baez o Janis Joplin. Entre los históricos que faltaron a la cita destaca Bob Dylan, que no pudo hacerlo por haber firmado un contrato para actuar en la Isla de Wigth en Reino Unido. The Beatles, por su parte, tampoco participaron. El grupo no estaba en su mejor momento y se han barajado dos posibilidades para su ausencia. La primera, que John Lennon impuso la participación de la banda que mantenía con Yoko Ono, y ante la negativa decidió no intervenir. La segunda, habla de las presiones del Gobierno de Richard Nixon para que el británico, muy crítico con la intervención en Vietnam, no pudiera entrar en los Estados Unidos.

El Festival sobrepasó todas las previsiones y sin él no se entienden los actuales macrofestivales de música. Acudieron 400.000 espectadores que pagaron 18 dólares, aunque la cifra de participantes aumenta con unos 100.000 más que se colaron. No había médicos ni policía suficiente: en total se encontraban en el lugar 346 agentes y 18 médicos. Hubo 133 arrestos por posesión de drogas, tres fallecidos y dos nacimientos.

Las imágenes de la gente manteniendo relaciones sexuales al aire libre y consumiendo drogas empañaron para la prensa conservadora la imagen de esos tres días, a lo cual ayudó el barro que aportaba más salvajismo tras las lluvias del domingo.

Sin embargo, Woodstock sigue siendo el punto culminante de una era con todas sus contradicciones. El triple álbum editado del concierto alcanzó ventas millonarias y el documental sobre lo allí ocurrido, Woodstock, tres días de paz y música, dirigido por Michael Vadleigh y montado por Martin Scorsese obtuvo un Óscar al mejor documental un año después. Un filme que se convertiría en el reflejo de un trozo de la historia reciente. 

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