19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Ella mismo señaló que tuvo "un marido tonto e impotente y 102 amantes"

Las diez ninfómanas más famosas de la Historia (III): Catalina La grande, 'la Mesalina del Norte'

Les aseguro que me había propuesto comenzar este escrito hablando de la Catalina que ha pasado a la Historia como la GRANDE, pero, tal vez siguiendo las palabras que ella misma incluye en sus "Memorias" sobre sus ciento y pico amantes, he preferido iniciarlo con el nombre de los que he podido encontrar (no sea que luego me quede sin espacio y el señor Director me corte) y con pena por no haber podido dar con todos...

Les aseguro que me había propuesto comenzar este escrito hablando de la Catalina que ha pasado a la Historia como la GRANDE, pero, tal vez siguiendo las palabras que ella misma incluye en sus "Memorias" sobre sus ciento y pico amantes, he preferido iniciarlo con el nombre de los que he podido encontrar (no sea que luego me quede sin espacio y el señor Director me corte) y con pena por no haber podido dar con todos...

Aunque sí encontré en las "Cartas Rusas" de mi admirado Don Juan Valera (y aprovecho para recordar que mi primer premio importante fue el "Juan Valera" de Cabra 1966) una anécdota preciosa, que viene como anillo al dedo. Cuenta Don Juan que un día que la Zarina salió a presidir un desfile por las afueras de San Petersburgo al frente de un batallón de soldados, un jovencito que presenciaba la escena agarrado a la pierna de su abuelo le preguntó:

- Abuelo ¿Y adónde va la Zarina con su Ejército detrás?

- No hijo, la Zarina, la Grande Catalina, no va con el Ejército detrás, esos que tú ves corriendo al trote tras ella son sus amantes...

Bueno, pues vayamos con la lista (aunque no sean todos):

El primero fue Sergei Saltykim, el que la desvirgó (aunque con dudas de algunos de los biógrafos, que sitúan el "hecho" antes de su boda con el zarevitch, el impotente Pedro III).

 

Catalina La Grande

Después llegaron Grigory Potenkim, Estanislao Poniatowski, Gregory Orlov y sus cuatro hermanos (uno de ellos, Fiodor, fue el que acabó matando al impotente y envenenado marido, cuando se proclamó Emperatriz de todas las Rusias), Ivan Riski Korsakov, Senion Zorik, Piotr Zavadovki, Alexandre Yermulov, Dinitrio Mamonov (debió desempeñar sus funciones este caballero porque cuando la emperatríz lo decidió le entregó un Condado con 27.000 siervos a su servicio), Alexis Vassiloch, Alexis Lauskoi, Alexis Ermolov, el diplomático inglés Charles Hanbury Willians y Platón Zudov, a quien le llamaba “mi jilguero”, y tenia 40 años menos que ella. 

La generosidad de la reina

En cualquier caso, se sabe que fue magnánima con todos sus amantes y que a ninguno abandonó sin regalarle al menos 100.000 rublos.

Y otra anécdota, o lo que sea, tampoco está mal. Dice, se cuenta, que sus deseos de hacer el amor eran, a veces, tan imperiosos que aunque estuviese en una Reunión de Estado tenía que salir para satisfacer su necesidad...y algo, todavía más curioso, la presencia en Palacio y siempre muy cercana a ella de "la probadora", o sea, la dama (hay nombres de algunas) que tenían como función "probar" a los amantes antes que los aceptara ella para ver cómo hacían el amor. Si la probadora los daba por válidos ya pasaban a ser amantes y si la señora no los aprobaba, pasaba el siguiente. Hay biógrafos que dicen que la fuente de esos aspirantes eran los miembros de la Guardia Imperial, elegidos previamente por su presencia física.

 

Catalina con su marido Pedro II

¡Ojo, y nada se ocultaba porque la GRANDE quería que en la Corte hubiese la máxima transparencia en todo!

Pero, esta era, fue, una cara de su vida, la cara erótica de una mujer que, aunque no había nacido ninfómana lo acabó siendo, quizás, por los humillantes ocho años que pasó intentando consumar su matrimonio con su marido sin éxito. Según cuenta ella misma en sus "Memorias" eso fue para ella un suplicio diario. Desearlo, intentarlo y no conseguirlo... escribe, es algo monstruoso y más para una mujer ardiente como era yo.

Por qué a la emperatriz Catalina se la conoce como “la Grande” 

Vayamos con la otra cara. ¿Quién era Catalina y qué hizo para pasar a la Historia como Catalina la Grande, emperatriz de todas las Rusias?

Catalina nació en Stettin, Pomerania, (actualmente Polonia), el 2 de mayo de 1729 y murió en San Petersburgo (Rusia) el 17 de noviembre de 1796.  Fue emperatriz de Rusia durante 34 años, desde el 28 de junio de 1762 hasta su muerte, a los 67 años.

 

Stettin, ciudad natal de Catalina

La vida de Catalina se divide en dos partes, aproximadamente de la misma duración. Entre 1729 y 1762, pasó de ser una princesa alemana a una gran duquesa rusa; de 1762 hasta que falleciera en 1796, fue la emperatriz de Rusia. La principal fuente de información sobre su vida son sus Memorias,3​ escritas en francés y en inglés.

El padre de Catalina, Cristián Augusto, príncipe de Anhalt-Zerbst, era un general prusiano que ejercía de Gobernador de la ciudad de Stettin en nombre del rey de Prusia. Aunque nació como Sofía Federica Augusta (Sophie Friederike Auguste von Anhalt-Zerbst, apodada "Figchen"), una princesa alemana de rango menor, Catalina tenía una remota ascendencia sueca relacionada con Carlos IX. De acuerdo con la costumbre imperante por entonces entre la nobleza alemana, su educación fue impartida principalmente por tutores franceses.

La elección de Sofía como la futura esposa del zar (Pedro de Holstein-Gottorp) se debió a la gestión diplomática entre el conde Lestocq y Federico II de Prusia. Ambos querían fortalecer la amistad entre Prusia y Rusia para debilitar la influencia de Austria y arruinar al canciller Alekséi Bestúzhev-Ryumin, consejero de la zarina Isabel, y que era un conocido partidario de la alianza ruso-austríaca. Además a la emperatriz le gustaba esa familia, ya que ella había estado prometida al tío materno de Sofía, Carlos Augusto de Holstein-Gottorp, que había muerto de viruela en 1727 antes de que se casaran.

La intriga diplomática fracasó, en gran medida debido a la intervención de la madre de Sofía, Juana Isabel de Holstein-Gottorp, una inteligente y ambiciosa mujer. La imagen histórica de la madre de Catalina ha quedado como la de una mujer emocionalmente fría, así como una trepadora social que amó las intrigas y los chismes de la corte. Juana estaba tan cegada por la ambición de convertir a su hija en emperatriz de Rusia, que logró enfurecer a la zarina Isabel, la cual la obligó a salir del país, acusándola de espiar para el rey de Prusia. No obstante, a Isabel siempre le gustó la hija, y finalmente el matrimonio se celebró en 1745.

Continuará…

Julio Merino

Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba

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