Los Sánchez Vicario enfrentan deudas y un juicio, además de sus éxitos en tenis
Arantxa Sánchez Vicario pactó dos años de prisión y acusó a sus padres de malgastar su fortuna.
El juicio contra Arantxa Sánchez Vicario y su exmarido, Josep Santacana, continúa. Este viernes, el empresario declaraba en el juicio y defendía su inocencia, como lleva haciendo desde que comenzó el juicio el pasado martes. Fue precisamente este día cuando la tenista se encargó de declarar, culpando a Santacana de no pagar la deuda que tiene aún pendiente con el Banco de Luxemburgo. El empresario ha negado que esto sea así.
Ese martes, desde elcierredigital.com informábamos también sobre el pacto al que Arantxa Sánchez Vicario llegó con la Fiscalía para reducir su condena a dos años de prisión, por lo que no ingresaría en la cárcel. Un pacto que fue confirmado el pasado viernes en las conclusiones finales de la Fiscalía y del que, aunque los medios se han hecho eco, no han mencionado la exclusiva dada por este diario.
Uno de los documentos que forman parte del sumario del caso y que la defensa de Santacana ha aportado para demostrar que no es culpable es una carta escrita a mano por la propia Arantxa Sánchez Vicario y que ha difundido el medio Vanitatis. En la carta se puede inferir que la tenista escribió esas palabras en 2018, después de diez años de relación con Santacana y justo cuando él quiso romper la unión entre ambos. “Nunca pensé que diría esto pero por favor no me dejes, es lo que siento, no tires la toalla”, escribía Sánchez Vicario.
La familia de Arantxa, "culpables"
Aunque, sin duda, uno de los puntos más importantes de la misiva es que, en contra de lo que sostuvo la tenista el pasado martes ante la justicia, en sus palabras escritas no culpa a su exmarido, sino a su familia. “Los dos hemos pasado muchas cosas, los culpables han sido mi familia, que han querido acabar con nosotros en todos los sentidos, pero no lo han conseguido ni lo van a conseguir”, se puede leer en la carta dada a conocer por el citado medio de comunicación. Cabe recordar que antes de que la tenista se separase de Santacana, ya había afirmado que su familia era la responsable del delito del que se la acusa: alzamiento de bienes o insolvencia punible.
A pesar de que el clan de los Sánchez Vicario es uno de los clanes más significativos del deporte nacional, no ha estado exento de desavenencias familiares, desamores, tragedia o ruina económica. De hecho, fue la propia tenista quien decidió romper el vínculo con su familia y en especial, con sus padres, Emilio Sánchez y Marisa Vicario, quienes fueron unos exigentes referentes. Tras el fallecimiento de su padre, la tenista no acudió a las exequias fúnebres por un fuerte enfrentamiento de sus hermanos con su por entonces marido, Josep Santacana, en el tanatorio.
En 2012, la pequeña de los Sánchez Vicario decidió rebelarse. La publicación de ‘¡Vamos!: Memoria de una lucha, una vida y una mujer’, las polémicas memorias que golpearon a la saga, fue el colofón final que provocó la fragmentación de la familia. En la presentación, la deportista atacó a sus progenitores por “ejercer un control y protección excesivos sobre ella” o el “robo” del millonario patrimonio que había reunido a lo largo de su trayectoria deportiva.
Según comentan fuentes del entorno de la tenista a elcierredigital.com, "para el año 2006 ya solo quedaban 5 millones en las cuentas de Arantxa Sánchez Vicario en Suiza, y que cuando ella por fin tuvo poder para acceder a ellas, solo le habían dejado en la cuenta 427.000 euros".
Arantxa Sánchez Vicario, el auge y la caída de la leyenda del tenis español
Durante la década de los ochenta, el tenis femenino aún no había cobrado relevancia en España y fue la joven tenista Arantxa Sánchez Vicario quien se encargó de situar a su país en el mapa del tenis internacional. Con solo 17 años, ganó su primer Roland Garros y se convirtió en una leyenda sobre las pistas.
Bajo la atenta mirada de sus padres, la joven tenista levantó orgullosa su trofeo y sin quererlo se convirtió en la gallina de los huevos de oro de la saga. La pequeña de los Sánchez Vicario afirmó que “al igual que muñecas, de pequeña” le regalaban “raquetas”. Pasó largas temporadas en soledad en la Escuela de tenis alemana de Marbella donde se entrenó a conciencia para ser la número uno del tenis internacional. A finales de los ochenta, el nombre de la tenista ocupaba portadas de las principales cabeceras del periodismo deportivo y había desplazado a sus hermanos, Emilio y Javier, en las pistas. Aunque nunca ha dejado de profesarles un gran cariño, pues en su hermano Emilio ha encontrado un apoyo continuo. De hecho, tal y como contamos en elcierredigital.com, ahora trabaja para él en su academia de Florida mientras lleva una plácida vida en Miami, Estados Unidos.
Si en la tierra batida la benjamina del clan brillaba, lo cierto es que en la vida familiar no ha tenido el éxito que lograba cuando cogía una raqueta. Para sus progenitores lo más importante era la victoria y el trabajo a conciencia de su hija para lograr el estrellato deportivo sin reparar en los altibajos emocionales que pudiera sufrir. A pesar de que frente a los medios de comunicación la saga ofrecía una imagen de dinastía idílica, lo cierto es que el cataclismo familiar no tardaría en llegar.
Las imposiciones de sus progenitores, Emilio Sánchez y Marisa Vicario, no faltaban en ningún ámbito. De hecho, el primer matrimonio de su hija pequeña con el comunicador Joan Vehils i Guasch en el 2000 fue una alegría para sus padres, aunque el rostro de la tenista no era especialmente el reflejo de la felicidad. Quizá por eso su matrimonio duró tan solo un año. Aquella mueca de incomodidad distaba mucho de la felicidad que irradiaba durante su segunda boda en el año 2008 con el empresario Josep Santacana, a quien no quisieron en el núcleo familiar. Junto a él dio la bienvenida a sus hijos, Arantxa y Leo. Aunque la tenista tenía claro que junto al catalán iba a pasar el resto de su vida, sus caminos se separaron en 2018.
Tras un complicado divorcio que sigue en proceso y en el que han peleado por la custodia de sus hijos; una querella presentada por el Banco de Luxemburgo por desprendimiento de su patrimonio y alejada de las pistas tras su retirada en 2002, la número uno del tenis femenino vive alejada del foco mediático en Miami junto a sus hijos.
Los hermanos Sánchez Vicario, los ases del tenis español
Los padres de la saga no solo ejercieron un control sobre su hija pequeña, sino que sus hermanos Marisa, Emilio y Javier también crecieron en un ambiente en el que reinaba la disciplina que requerían como futuros ases del tenis español.
Arantxa Sánchez Vicario heredó de sus hermanos el amor por el tenis y no dudó en seguir los pasos. Su hermano Emilio debutó sobre el polvo de ladrillo a finales de los noventa y se convirtió en uno de los referentes del tenis nacional. Formó un tándem junto a su compañero Sergio Casal y de hecho fue junto a él con quien fundó una escuela de tenis donde continúa como referente. Además de la institución, posee una fundación donde impulsa el deporte junto a la integridad social. Desde joven, ha sido un icono para su hermana pequeña.
Si Emilio continúa como uno de los rostros conocidos del tenis nacional, Javier es el hermano más desconocido. Al igual que sus hermanos, era una de las grandes promesas del tenis español y de hecho continúa como un gran promotor del deporte nacional. Tras la publicación de las memorias de la tenista, no dudó en posicionarse del lado de su familia y a día de hoy se desconoce si ha vuelto a retomar la relación junto a su hermana pequeña.
El deseo de los patriarcas de los Sánchez Vicario porque todos sus hijos triunfaran en el tenis se hizo realidad, pues su hija Marisa Sánchez Vicario también tuvo la oportunidad de hacerse con una raqueta. Eso sí, fue una breve carrera. La empresaria vive alejada de los medios y se ha mantenido en un segundo plano y aunque ha sido uno de los miembros más perseguidos, afirmó: “Somos una familia muy discreta”.
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