Juan Carlos I cierra su divorcio con Sofía de Grecia
Después de romper su compromiso conyugal, el monarca ha regresado a Abu Dabi, donde se ha reunido con su fiel 'amante'
Este mes de diciembre la figura de Juan Carlos I ha vuelto a ser una de las más destacadas en la prensa nacional e incluso internacional; ya sea por su reencuentro con casi todos los miembros de la Casa Real por el 60 cumpleaños de Elena de Borbón en Madrid o su viaje a Ginebra para pasar esta Nochebuena y Navidad en compañía de sus dos hijas –Elena y Cristina– y seis de sus nietos.
Sin embargo, estos acontecimientos en la vida del rey Emérito no han sido los más significativos de los últimos días. Según ha podido constatar elcierredigital.com a través de fuentes cercanas a la Casa Real, el monarca habría aprovechado este viaje a la capital suiza para tratar un asunto de gran trascendencia: su acuerdo de divorcio con doña Sofía.
Es precisamente a raíz de su reunión con las hijas de ambos en Ginebra cuando don Juan Carlos ha ultimado algunos detalles de la ruptura matrimonial con la que ha sido su esposa desde el 14 de mayo de 1962. Estos trámites podrían tocar su final definitivo en fechas cercanas al próximo 5 de enero, cuando Juan Carlos I tiene previsto regresar a España para celebrar junto a su familia su 86 cumpleaños.
Después de disfrutar de la compañía de parte de su familia en Suiza por Navidad, el Emérito ha regresado a los Emiratos Árabes –donde tiene su residencia desde hace ya tres años– para reunirse con la decoradora mallorquina Marta Gayà, más conocida como la mujer más fiel al monarca y su 'eterna amiga entrañable'.
Marta Gayà, la mujer que sigue fiel al Emérito
La decoradora mallorquina, tal y como ha informado elcierredigital.com a lo largo de estos años, no ha abandonado al Emérito en ningún momento. De hecho, tal y como informamos desde nuestro diario, el equipo de Viva la vida de Telecinco sacó en 2021 unas instantáneas del rey Emérito en Abu Dabi —en su refugio de la Isla de Nurai— acompañado por una mujer que, según ratificaban fuentes solventes, era Marta Gayà.
Estas fotografías ponían de manifiesto que la relación entre ellos sigue intacta. Según fuentes cercanas al rey Emérito, ‘la dama’ se ha desplazado a Abu Dabi para visitar a su amigo en varias ocasiones. Incluso, estas mismas fuentes, señalan que la mallorquina pudiera haber pasado las vacaciones de Semana Santa junto a Juan Carlos I en los Emiratos Árabes.
Uno de los indicadores que hacen pensar también en ello es el hecho de que la reina Emérita Sofía de Grecia luciera, durante la Semana Santa de 2023, su anillo de pedida en diversos eventos en Palma de Mallorca. Según se rumorea, Sofía se quita o se pone esta joya en función de cómo esté en cada momento la relación entre los Eméritos españoles.
Fuentes de su entorno explican a elcierredigital.com que “el hecho de aparecer entonces en Mallorca con el anillo de pedida podría ser un mensaje para Marta Gayà que indicaría que ella sigue siendo la mujer del Emérito”. Una condición que dejará de ser un impedimento para la relación entre Gayà y Juan Carlos de Borbón, que estaría cerrando cualquier relación conyugal con doña Sofía.
El mencionado anillo que le regaló el entonces príncipe, en la pedida de mano celebrada en Lausana (Suiza), es de oro y tiene dos rubíes unidos por un diamante. El diseño se realizó a partir de la fundición de monedas que pertenecieron a Alejandro Magno.
Marta Gayà siempre ha sido una mujer discreta, que ha intentado huir de la fama. El polo opuesto a Corinna Larsen. Nacida en Palma de Mallorca en 1948, la decoradora fue señalada ya en 1992 por las revistas Point de Vue y Oggi como “la compañera sentimental del rey Juan Carlos”. Pero, nunca, ni desde entonces ni ahora, buscó reconocimiento público.
Cuando se destapó su affaire, ella dejó de ser la misma. Empezó a viajar con más asiduidad y actualmente ya no pasa apenas tiempo en su casa de Mallorca, en Can Barverà –donde se mudó en 1989–. Hoy vive a caballo entre Madrid y Suiza, donde al parecer tiene sus cuentas bancarias bien saneadas y millonarias. Muy lejos quedan ya sus años en los que, como joven veinteañera, se casó con Juan Mena, un ingeniero malagueño que trabajaba para su padre. El matrimonio duró cuatro años y no tuvieron hijos.
Un escándalo destapado por 'Época'
El rey Emérito mantuvo durante años relaciones más o menos breves con otras mujeres, pero Marta Gayà siempre estuvo ahí. Fiel, callada y en un segundo plano. Cuando la necesitaba, allí estaba. Siempre estuvo protegida por el príncipe georgiano ya fallecido Zourab Tchokotoua, el gran valedor de los secretos de don Juan Carlos y que daba refugio permanente a Marta en su mansión de Suiza.
Su amistad comenzó en Mallorca. En 1974, en la discoteca del célebre Club de Mar, en Palma de Mallorca, al lado del pantalán donde don Juan de Borbón atracaba su celebre yate "Giralda" –actualmente propiedad de la Armada–, el entonces príncipe Juan Carlos ejercía de pinchadiscos y bailaba encima de sus barras, ante el gesto complaciente de Marta, que vivía justo enfrente, en un preciado ático. Ese fue el inicio de una larga amistad que luego se afianzó.
Marta comenzó así a frecuentar los sitios de moda de Mallorca. Siempre protegida por sus fieles y contados amigos, que nunca la dejaban sola. De día acudía al Sporting Club, un club de tenis a pocos metros del elitista Puerto Portals, y de noche, a la boite del Club de Mar, donde trabajó durante un año como relaciones públicas a las órdenes del conocido hombre de la noche Pepe Oliver.
Así entró en la corte mallorquina del Rey, formada y liderada por el príncipe georgiano Zourab Tchokotua y su mujer, Marieta Salas, cuyo padre donó el Palacio de Marivent a los Reyes como residencia veraniega. Junto a ellos, no faltaban el entonces playboy Juan Marqués, el arquitecto Luis García-Ruiz, y el empresario dueño entonces de la compañía aérea Spantax, Rudy Bay, y su mujer Marta Girod, hermana de Jeannine, la compañera sentimental del que fuera presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza –que actuó de escudo protector de Marta Gayà hasta su fallecimiento–.
La mallorquina formaba así parte del núcleo duro de amistades que rodeaban a don Juan Carlos en Mallorca. Una corte que desplegaba todo su poderío en verano y que hacía que el monarca viviese una vida "feliz", como él mismo reconoció en las conversaciones íntimas interceptadas por los propios servicios secretos españoles del entonces CESID. Una vida mucho más cercana a sus gustos que la oficial que le rodeaba en Madrid junto a la reina Sofía.
Durante años, Marta y Juan Carlos disfrutaron de una relación que era un secreto a voces para los que cubríamos por entonces el verano mallorquín. El rey, recién entrado en la cincuentena, empezó a "perder la cabeza" rápidamente por ella: pasaban muchos fines de semana juntos, se iban a Gstaad y otros períodos no vacacionales también los disfrutaban.
Ese amor le llevó a descuidar las obligaciones familiares e, incluso, las oficiales. En un principio, sus encuentros eran protegidos con gran cautela, pero no duró mucho. La reina Sofía fue una las primeras personas en enterarse. Todo ocurrió en una cena con unos 200 comensales, en honor al multimillonario Aga Khan, ahora protector en Suiza de la infanta Cristina de Borbón. Allí llegaron puntuales el rey, la reina y sus invitados ilustres. Sin embargo, todavía pasados unos minutos había una mesa vacía.
Ya casi en los postres, se presentaron el escritor José Luis de Villalonga y Marta Gayà, así como el príncipe Tchokotua junto a su mujer, Marieta Salas. En lugar de enfadarse, el rey se levantó de la silla y fue a saludarles efusivamente, gesto que denigró a la reina. Fue una presentación relativamente pública de la relación de Juan Carlos I con Marta Gayà, pero también un golpe para doña Sofía.
La relación sentimental fue más seria de lo habitual. Una relación que por entonces hizo temblar seriamente la estabilidad del matrimonio real. Marta llevó aquello muy discretamente a pesar de que era vox pópuli. De hecho, siempre intentó no dañar a doña Sofía. Los encuentros tenían lugar preferentemente en Mallorca, en Gstaad (Suiza) o en París, donde ella se instalaba en casa de José Luis de Vilallonga a la espera de ser llamada por el rey. Pero para don Juan Carlos no había, por entonces, mesura alguna.
En un momento muy duro para la vida de Marta Gayà, tras presenciar in situ la muerte, en un terrible accidente de tráfico, de Rudy Bay y Marta Girod, el rey no dudó en dejar sus obligaciones como monarca y acudir junto a ella a Suiza, donde Marta se había recluido con un estado de gran ansiedad en la finca del príncipe georgiano Zourab Tchokotua, el gran confidente de don Juan Carlos durante esos años.
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