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Alberto de Mónaco y Charlene posan frente a la Torre Eiffel, una de ellas lleva un traje rojo y la otra un vestido blanco, con un emoji de monóculo superpuesto.
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Charlene de Mónaco reaparece junto Alberto y todos se fijan en lo mismo

La princesa de Mónaco, Charlene, deslumbra al mundo entero en su última aparición y se desatan los rumores

La apertura del pontificado del Papa León XIV ha sido un día cargado de simbolismo y solemnidad en el Vaticano. Un evento que ha reunido a un cuarto de millón de personas, incluyendo delegaciones de todo el mundo y numerosas figuras de la realeza europea. Entre los asistentes, varios rostros destacados han dejado su huella con atuendos que mezclan tradición y protocolo.

La jornada ha vuelto a convertir a Roma en el centro de la atención internacional, donde la fe y la diplomacia se entrelazan con fuerza. Esta misa de inicio de pontificado ha sido, sin duda, un momento histórico. Más discreta que el funeral de su predecesor, pero igual de importante para la Iglesia y la monarquía.

Primer plano del Papa León XIV con gafas y vestimenta religiosa levanta la mano en señal de saludo.
La apertura del pontificado del Papa León XIV, cargada de simbolismo | Europa Press

El privilegio del blanco y la sobriedad real

Charlene de Mónaco ha sido una de las protagonistas en el acto. Junto al príncipe Alberto, la princesa ha lucido un vestido midi blanco con bordados discretos, combinado con un velo blanco y tacones finos. Este look responde al conocido 'privilegio del blanco', una concesión del Vaticano que permite a ciertas reinas católicas vestir de blanco en presencia del papa, en lugar del tradicional negro.

Aunque es una opción, Charlene y otras asistentes optaron por usarlo, reflejando respeto y elegancia. Matilde de Bélgica también sacó provecho de este derecho, con un traje blanco, falda plisada y velo de encaje tradicional. La gran duquesa María Teresa de Luxemburgo sorprendió con un vestido blanco de guipur que combinaba lo clásico con lo moderno, resaltando su estilo personal dentro del protocolo.

Charlene y Alberto de Mónaco elegantemente vestida camina junto a un clérigo en un interior decorado con arte religioso y arquitectura elaborada.
Charlene y Alberto II de Mónaco en la ceremonia | Instagram, @palaisprincierdemonaco

Diversidad de estilos y símbolos

En contraste, la princesa Victoria de Suecia eligió un vestido negro, ceñido al estricto código vaticano, acompañado por mantilla y zapatos de salón. Su presencia fue destacada al ser la única representante nórdica, ya que Dinamarca y Noruega no enviaron delegados. Los príncipes herederos Alois y Sophie de Liechtenstein no faltaron a la cita.

Sophie llevó un vestido midi negro con un elegante corte en el pecho y mantilla, mientras Alois siguió la etiqueta formal de los varones. La pareja representó con dignidad a su pequeña, pero tradicional casa real. La reina Letizia y el rey Felipe de España asistieron también, saludando a sus homólogos europeos.

Doña Letizia estrenó un diseño de Redondo Brand, adecuado a la solemnidad del evento. Fueron vistos junto a otros miembros de la realeza que recientemente compartieron momentos en el funeral del papa Francisco.

Elegancia y solemnidad de Máxima de Holanda

Máxima de Holanda optó por un conjunto negro sobrio, con falda que incluía una abertura lateral y blusa oversize. Su estilo se diferenció de otras royals, mostrando una elegancia moderna y discreta. La misa ha sido una reunión de poderosas casas reales católicas, donde la tradición y el respeto por el protocolo marcaron el ritmo del evento.

Privilegios especiales, mantillas y una atmósfera de reverencia definieron esta jornada histórica. Roma volvió a brillar como epicentro no solo de la fe, sino también de la diplomacia y la cultura europea.

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