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Hombre mayor con gafas y cabello canoso, vestido con traje y corbata.
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Balduino, el Rey de Bélgica, el hombre que quiso ser cura y modernizó su país

Esta semana se celebró en España un funeral por uno de los monarcas más carismáticos de la Europa del siglo XX

Esta semana en nuestro país se celebró una misa en su recuerdo, tal y como recogió “El Cierre Digital”, 25 años después de morir en suelo español. Un país, el nuestro, fundamental para entender la vida de un monarca que estabilizó la corona en su país.

Un cuarto de siglo después, la figura de Balduino sigue presente para parte de los ciudadanos de Bélgica, un país escindido en dos partes diferenciadas en lo idiomático y lo territorial que encuentran en la monarquía prácticamente el único nexo de unión. La Casa Real del país centroeuropeo siempre se ha caracterizado por un pragmatismo que le ha permitido sobrevivir a los cambios políticos del continente. De hecho, el título oficial de los soberanos que lo son de los belgas y no de Bélgica, ya demuestra hilar fino en lo que a lo de cohesión del país se refiere. 

Balduino vino al mundo en el palacio real de Laeken en Bruselas un 7 de septiembre de 1930. Virgo de signo zodiacal y, para muchos, de destino hasta que se cruzó en su vida la española Fabiola de Mora, llegaría ser el quinto rey de su país, pero su infancia y adolescencia no fueron precisamente alegres.

En 1935 Bélgica, y el mundo entero, se entristecieron al saber que la Reina Astrid (nacida princesa de Suecia) murió en un accidente de tráfico. Al volante del coche iba el padre de Balduino, el Rey Leopoldo III. Por si fuera poco, en 1940, en plena II Guerra Mundial, Bélgica fue invadida por los nazis y la familia real fue recluida en el castillo de Ciergnon para ser luego deportados a Alemania.

Al acabar la contienda mundial la monarquía pendió de un hilo. El parlamento sacó a la luz cierta actitud complaciente del soberano con los invasores de Hitler y decidió convocar un referéndum sobre la forma de Estado. Celebrado en 1950, la opción monárquica ganó por un 57%. Retornó así al trono Leopoldo III, pero le esperaban más sorpresas.

Retrato en blanco y negro de una mujer con peinado de la década de 1920 y collar de perlas.
Astrid de Suecia, la madre de Balduino. | Archivo

Se supo entonces que se había casado con su amante  Lian de Rhèty en 1941. El escándalo le hizo abdicar en Balduino. Todos estos hechos marcaron su personalidad. Siempre fue hombre reservado, tímido y con un aire taciturno. Obsesionado con la religión, confesó que su verdadero sueño habría sido ser sacerdote.

Desde luego, Balduino demostró tener un instinto político mayor que el de su padre y durante los años 50 junto a un gobierno socialdemócrata y otro conservador llevó a cabo reformas que cambiaron al país.  En primer lugar, unificó las provincias separatistas valonas y flamencas, más tarde concede la independencia al Congo y, poco a poco, convierte al país belga en una de las principales referencias europeas. Precisamente durante su reinado es cuando Bruselas se convierte en la sede de la Unión Europea que hoy en día conocemos.

Y llegó Fabiola

Sin duda alguna la vinculación de Balduino con España comenzó cuando encontró al amor de su vida en una aristócrata dos años mayor que él, Fabiola de Mora y Aragón.  Según cuenta el cáustico historiador  Juan Balansó, la historia de amor entre Fabiola y Balduino tuvo un inicio curioso. Balansó en su libro “Las alhajas exportadas”, explica que don Juan de Borbón, el conde de Barcelona, tenía intención de unir al Rey de los Belgas con su hija la Infanta Pilar  y ésta siguió el consejo de su abuela la Reina Victoria Eugenia: “Llévate a la amiga más fea que tengas. Así no hay peligro”. Siguiendo estos criterios escogió a Fabiola de Mora para que viajara con ella.

El tiro le salió por la culta a la hermana de don Juan Carlos I, ya que entre Balduino y Fabiola surgió una gran historia de amor. En común tenían su obsesión por la religión. Así, si el belga quería ser sacerdote, Fabiola había pensado tomar los hábitos también.

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La boda de Balduino y Fábiola en 1960. | El Cierre Digital

El 15 de diciembre de 1960 su boda se convirtió en una de las más seguidas del siglo XX. En España especialmente. Fue la primera vez que nuestra recién creada Televisión Española se conectaba a la red de EUROVISIÓN para poder emitir la señal de la ceremonia.  Este evento pasará a la historia de la evolución de este medio en España por disparar las ventas de televisores para poder ver la boda.

La celebración fue aprovechada además por Franco para vender el evento como un triunfo en Europa de su régimen. Sin embargo, gracias a la insistencia de la familia de Fabiola, Bélgica invitó al dictador, pero dejando claro que no evitarían que hubiera manifestaciones en su contra. Finalmente, acudieron en representación oficial la hija y el yerno de  Franco, Carmen y el marqués de Villaverde. Su presencia no estuvo exenta de polémicas sobre todo cuando se descubrió que la corona que portaban como regalo de Carmen Polo era falsa.

Desde entonces el pueblo belga siempre mantuvo una gran corriente de simpatía hacia sus soberanos. Incluso se asumió con la mayor naturalidad del mundo que el matrimonio no tuviera descendencia. Siempre se dio por hecho que el hermano del Rey, al actual Alberto II, le sucedería.

La mayor polémica de su vida en el trono la vivió en 1990 cuando utilizó una triquiñuela legal para no sancionar la ley que regulaba el aborto en el país. Balduino abdicó durante unas horas para no tener que ser él quien firmara la ley. Esto le valió la crítica de los partidos de izquierda.

Tres años después moriría a los 62 años en suelo español donde esta semana se le ha recordado 25 años después de que finalizara uno de los reinados claves para entender la evolución de las casas reales europeas en el siglo XX.

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