La desaparición de Alejandro Mencia, el pasado 23 de mayo junto a la Cabaña de "El Teju" sigue rodeada de misterio. Su prima, Belén Cuesta, afirma a elcierredigital.com que en este caso "la falta de indicios es el mayor indicio".

Esto significa que existe una significativa falta de pruebas en la desaparición de Alejandro Mencia, que desapareció el pasado 23 de mayo junto a la Cabaña de 'El Teju', próxima al pueblo de Soto (Campoo de Suso, Cantabria). El joven -30 años, 1,75 de altura y pelo castaño- se esfumó sin dejar rastro hace más de cuatro meses en la que iba a ser una jornada festiva compartida con amigos y familia, hasta una decena de jóvenes se dieron cita en esa cabaña, que no pertenece a nadie, sino al concejo. Esta falta de indicios ha provocado que hasta ahora el caso no haya sido catalogado como desaparición inquietante y quizás la Guardia Civil haya valorado más la posibilidad de un accidente que de una desaparición forzosa.

Alejandro Mencia en una foto reciente.

Hermandad de Campoo de Suso es un municipio de la comunidad autónoma de Cantabria (España), se encuentra en la comarca de Campoo-Los Valles. Limita al norte con Polaciones, Mancomunidad Campoo-Cabuérniga y Los Tojos y al sur con la provincia de Palencia (Castilla y León), de la que está separada por la Sierra de Híjar. En esta zona tiene su nacimiento el río Ebro. La mayoría de la población vive de la ganadería de la vaca tudanca principalmente.

Alejandro y sus amigos se saltaron aquel fin de semana el estado de alarma, el confinamiento impuesto por el Gobierno a toda España, y se "escapó" junto a familiares y amigos a una cabaña. Era el penúltimo sábado de mayo. Su intención, aseguran fuentes cercanas la investigación a elcierredigital.com, "era desconectar, relajarse y tomar unas copas junto a una decena de caras conocidas". 

Pero algo se torció: Mencia y otro amigo comenzaron a pelearse en broma con moñigas de vaca y, con la intención de limpiar aquel desaguisado, bajaron juntos al río para lavarse. Lo cierto es que solo uno de ellos volvió de nuevo a la cabaña. 

¿Hubo o no enfado?

Mencia, que solo llevaba puesto encima un pantalón -ni camiseta, ni calcetines, ni botas-, se esfumó por arte de magia. Su amigo declaró ante la Guardia Civil que no se enfadaron ni nada, simplemente que Alejandro quedó atrás mientras él se dirigía a la cabaña.

                                         Alejandro en el cartel de SOSDesaparecidos.

Lo que ninguno de los presentes explica es por qué nadie llamó al 112 para denunciar la desaparición hasta que llegó un vecino y les advirtió de que lo hicieran, casi a la una de la madrugada del domingo. A la mañana siguiente se activó un operativo e incluso se usaron drones con cámara térmica para buscar fuentes de calor. Pero no encontraron señales de vida en la zona.

También un dispositivo formado por técnicos de la Dirección de Interior autonómica, agentes de la Guardia Civil y del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña tampoco tuvieron éxito. Y finalmente, tal y como explican desde SOSDesaparecidos Cantabria a Elcierredigital.com, casi mil personas rastrearon la zona y solo encontraron las botas de Alejandro en dirección norte, aproximadamente a un kilómetro de la cabaña. "Días después trajeron desde Madrid unos perros que participaron en el dispositivo de búsqueda de Diana Quer y también varios helicópteros rastrearon la zona. Pero no hubo suerte", añaden. 

Unos chicos de pueblo

El 23 de mayo fue un día de niebla en la zona. Pero fuentes de la investigación no creen que este fenómeno atmosférico sea clave en la desaparición de Alejandro Mencia, del que prácticamente se descarta la hipótesis de la desaparición voluntaria. Su familia tampoco cree que Alejandro se fuera voluntariamente a ningún sitio. Sin embargo es como si la niebla se lo hubiese tragado.

Cabaña junto a la que desapareció Alejandro.

El caso tiene todas las trazas de una serie de suspense y muchas incógnitas por resolver. Los protagonistas son todos los asistentes a aquella fiesta de fin de semana, muchos de ellos ganaderos y que "conocen el valle y acostumbrados a la montaña, no como "Alejandro, que no sabía tanto de campo como el resto porque él no trabajaba en la montaña", asegura a su prima Belén.

El caso parece una novela de Agatha Cristie, tiene todos los ingredientes de una serie de suspense, son protagonistas secundarios un grupo de jóvenes de unos pueblecitos ganaderos que rodean la localidad cántabra de Reinosa. Fuentes de la investigación aseguran que los chicos "se conocen el valle como la palma de su mano. Ellos conocen el

campo, conocen el monte y van en caballo. La zona es una reserva natural: No entran coches excepto los que han buscado a Alejandro. Y para ello hubo que pedir unos permisos especiales. Lo cierto es que se ha buscado en simas, que son una especie de agujeros de unas profundidades sorprendentes. Uno de los días de búsqueda hubo que ir a por una cuerda de 25 metros a la localidad de Potes", aseguran. 

Sin embargo, la familia de Alejandro está convencida de que el chico está "en las torcas y allí tiene que seguir buscando el GREIM (Grupo de Rescate e intervención en Montaña) de la Guardia Civil y si las botas se encontraron al norte que por favor busquen al Sur", añade Belén que sobre todo desea "agradecer a la Guardia Civil y a la Policía Judicial su labor de investigación y supongo que llegan hasta donde pueden. Solo queremos que mi primo aparezca y se aclare todo lo sucedido". Por eso la familia ha pedido una entrevista con la Delegada de Gobierno y los responsables de la investigación, para tratar de dar pasos que puedan concluir con aclarar este enigma de la desaparición de Alejandro.