Se desconoce si se trata de una o varias personas las responsables de las intoxicaciones provocadas en los empleados del centro, sin embargo, se sabe que la sustancia utilizada para envenenar a los funcionarios fue metadona. Esta sustancia es un opiáceo que se usa para tratar los efectos provocados por el síndrome de abstinencia en los heroinómanos y que se suele administrar en las cárceles bajo control médico.

Otros tres casos se han detectado en la misma prisión, por lo que las investigaciones apuntan a la intencionalidad de las intoxicaciones. El pasado mes de agosto ocurrió el primer envenenamiento y el último una semana antes de que se diera a conocer el caso de los seis sanitarios intoxicados.

En todos los casos el modus operandi fue el mismo: mezclar la metadona con los alimentos que más tarde ingerirían los afectados. Una de las víctimas aseguró que comenzó a sentirse mal después de comerse un plato de lentejas y otra, pensó que su malestar era provocado por un problema de salud, por lo que fue al médico para encontrar la razón de los mareos. Los resultados médicos descubrieron que había tomado metadona de forma involuntaria. Aunque en los otros dos casos no se hicieron pruebas médicas, presentaban los mismos síntomas que el resto de envenenados.

El informe con toda la información recabada por parte de Instituciones Penitenciarias está ahora en poder de la Policía. En el documento se señala que la metadona está custodiada constantemente, guardada bajo llave en un armario dentro de una habitación cerrada en la enfermería de la cárcel. Una estancia accesible solo para el personal sanitario de la prisión.

A pesar de que haya dos presos trabajando en esa zona del centro, uno de celador y otro realizando labores de limpieza, ninguno tiene acceso a las llaves del armario de los medicamentos, según consta en el informe de Prisiones. En la enfermería no existen cámaras de videovigilancia, por lo que si alguien ha sustraído el opiáceo de la habitación cerrada con llave es difícil que se averigüe su identidad.

Los trabajadores sanitarios envenenados el 15 de noviembre, se sometieron a unos análisis de orina, que dieron positivo en metadona y benzodiazepinas. Esta última sustancia es un psicotrópico utilizado contra la ansiedad. Las analíticas de sangre practicadas a todos ellos tras ingresar en el hospital confirmaron la presencia del opiáceo.

Exigen reforzar el personal sanitario

Desde el sindicato ACAIP exigen a Instituciones Penitenciarias en un comunicado que refuerce el personal sanitario de la cárcel de Huelva “ya que este suceso ha afectado a prácticamente el 50 por ciento del personal sanitario físicamente, y el resto están psicológicamente están muy afectados por esta situación”.

Del mismo modo, desde el colectivo aseguran que este organismo dependiente del Ministerio del Interior “no ha tomado ninguna medida después de este suceso en relación a asegurar que los trabajadores realicen su trabajo con una mayor seguridad”.