La familia de Deborah Fernández logró el pasado 4 de mayo la autorización para que se produjera la exhumación y el análisis de sus restos mortales. El pasado 30 de abril se cumplieron 19 años desde que se produjo el asesinato de la joven en Vigo, un crimen por el que, hasta la fecha, ninguna persona ha sido acusada.

"La realidad de que se acepte una exhumación diecinueve años después es porque hay negligencias obvias, si no nunca hubieran aceptado una cosa así" ha manifestado Rosa, la hermana de Deborah a ElCierreDigital.com.

El principal objetivo de esta petición era encontrar restos de ADN que pudieran quedar bajo las uñas de Deborah ya que, sorprendentemente, en su momento no se tomaron muestras para realizar el análisis. Un mes y medio después de la aprobación de la solicitud y tras la exhumación del cadáver realizada el pasado 18 de mayo y el análisis correspondiente de los restos de la joven, la familia ha recibido los primeros resultados del estudio que confirman la aparición de pelos y fibras en sus uñas y que podrían ayudar a resolver este largo y complicado caso.

Rosa ha declarado que los hallazgos "indiscutiblemente demuestran por un lado  lo mal que se hicieron las cosas en el 2002 y por otro lado, si los restos hallados coincidiesen genéticamente con alguien podrían ser la solución al caso".

La primera medida que se llevará a cabo tras el hallazgo de los residuos será compararlos con otras pruebas encontradas en su día y con las muestras que se encontraron al examinar un arcón congelador en el año 2019. Unido a esto, los forenses y antropólogos encargados del caso cuentan con placas, radiografías y tacs de Deborah que podrán ser muy útiles en el desarrollo de la investigación.

Imagen de la escena del crimen en el año 2002.

Paralelamente, una empresa informática se encuentra trabajando en la recuperación de los datos borrados del disco duro del ordenador de la joven con la intención de reconstruir sus últimos correos electrónicos y los mensajes que envió mediante la red social Messenger. Cabe recordar que este ordenador se encontraba guardado en dependencias policiales desde el año 2006, pero que su disco duro nunca fue estudiado para buscar pruebas de lo sucedido.

En este contexto, la familia de Deborah afirma que estos hallazgos “hacen albergar esperanzas” en poder descubrir “qué persona o personas tuvieron intervención bien en la muerte o bien en la ocultación y posterior traslado del cuerpo. Pese a esto, los seres queridos de la víctima también destacan la “negligente actuación policial en el año 2002” ya que, es ese momento, no se realizó la correspondiente inspección de las uñas de las manos de Deborah ni del disco duro de su ordenador.

"En el caso de mi hermana todo son errores, fallos, negligencias. Es indignante, esto podía haber salido hace diecinueve años y no tendríamos que estar tanto tiempo después practicando este tipo de pruebas", ha expresado la hermana de Deborah, aunque por otro lado, se muestran "esperanzados de que sus restos puedan ser la clave de la solución de este tema".

Este trágico caso dio comienzo en el año 2002, cuando una vecina de O Rosal, a 40 kilómetros de Vigo, encontró el cuerpo de Deborah Fernández desnudo y oculto bajo unas ramas. Aunque, aparentemente, el cadáver de la joven no tenía signos de violencia, la autopsia determinó que había muerto por asfixia sin poder aclarar si fue de forma súbita o provocada.

Por otra parte, el análisis del cuerpo desveló que la joven había muerto entre seis y nueve días antes, incluso el mismo día de su desaparición. Cuando murió estaba vestida y así estuvo al menos durante doce horas después de su muerte, luego desnudaron su cuerpo y lo lavaron. Los informes también arrojaron que Déborah permaneció en un lugar frío y oscuro, quizás una cámara frigorífica o un sótano, hasta que fue depositada en la cuneta por su presunto asesino o un cómplice.

Cartel buscando justicia para Deborah.

Debido a que el cuerpo no tenía signos de violencia física ni de agresión sexual, la hipótesis más fiable fue la muerte por sofocación con un objeto blando que no habría dejado signos violentos.

Junto al cadáver de la joven, se habían dejado pistas falsas como un preservativo usado, un pañuelo de papel y un cordón verde bajo su cuerpo. Durante años, los investigadores siguieron esas pistas, pero descubrieron que se trataba de una escena ficticia montada para hacer creer en el móvil sexual.

El principal sospechoso de este crimen fue el ex novio de la víctima, Pablo P.S, ya que la policía estimó que sus testimonios eran “confusos y contradictorios” y que sus declaraciones “chocaban frontalmente con las de otras personas”. Pese a ello, no existían evidencias científicas que lo situaran cerca de Deborah en la noche de su desaparición, por lo que fue imposible avanzar más en la investigación.

Gracias a estas nuevas pruebas y a las declaraciones de los testigos que se produjeron hace unos meses, la Policía y la familia de la joven esperan arrojar algo de luz a un caso que parece muy difícil de resolver y que cada vez está más cerca de cumplir dos décadas de antigüedad.