El día que España celebra la aprobación de la Constitución que, entre otras cosas, blinda la inviolabilidad de la Jefatura del Estado, en Londres tendrá lugar una cita judicial que determinará el futuro de Juan Carlos I y de la que fuera su pareja, la comisionista Corinna Larsen

La alemana demandó ante la justicia británica al monarca español por un supuesto acoso contra ella llevado a cabo por Juan Carlos I y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) desde 2012 hasta 2020 y que, según ella, habría incluido entradas en su propiedad, vigilancias ilegales y la organización de una campaña difamatoria contra su figura. 

A las 10:30 la Queen’s Bench Division, presidida por Matthew Nicklin, una de las cuatro secciones del Tribunal Superior de Inglaterra, considerada la más importante por la relevancia de los asuntos que suele instruir, determinará si las alegaciones presentadas por la defensa de Juan Carlos I para contestar a la demanda de Corinna son tenidas en cuenta.

La defensa del Rey Emérito alega, por un lado, que el monarca era inviolable por su condición de Jefe del Estado español hasta 2014 y que esa condición no desaparece en Reino Unido y, por otro, que no es ciudadano británico ni ha vivido nunca en el país, por lo que su justicia no tiene potestad para poder juzgarlo. 

Juan Carlos I.

No es necesario ni que Corinna y el Rey Juan Carlos hagan acto de presencia. Sí sus abogados que, como no podía ser de otra forma, se encuentran entre los despachos más importantes del mundo. Los intereses de Corinna están defendidos por Blake Morgan LLP. Los de su expareja por Clifford Chance. 

No es la única examiga entrañable que ha vuelvo a la actualidad en los últimos tiempos. Bárbara Rey y sus supuestos pagos por parte de los Servicios Secretos están de nuevo en las portadas.

Los presuntos pagos a Bárbara Rey

Hace 24 años, en 1997, la vedette y presentadora Bárbara Rey, cuyo verdadero nombre es María Margarita García García (Totana, Murcia, 2 de febrero de 1950), protagonizó uno de los episodios más oscuros en la complicada trama de las supuestas aventuras amorosas del hoy Rey Emérito.

Alberto Saiz, jefe del CNI desde 2004 a 2009, recordó en el programa de La Sexta Salvados cómo puso punto final al chantaje de la actriz a Juan Carlos I. "Se estaban haciendo determinadas acciones en favor de la susodicha persona, de manera que tuviese acceso a algún contrato de trabajo, alguna publicidad o alguna cosa de estas", señaló. "De no hacerse, cabía la posibilidad de que alguien dijese que había habido una relación íntima", indicó Saiz. "Yo creo que el CNI no estaba para estas cosas y sencillamente cerramos aquel capítulo". 

Durante la entrevista se hace mención a un libro de Juan Fernández Miranda y Javier Chicote publicado por Roca Editorial, 'El jefe de los espías', un volumen que saca a la luz el archivo secreto de Emilio Manglano, consejero del rey y director del CESID durante 14 años, y en el que se afirma que a la vedette se le pagaron 25 millones de pesetas, se le consiguió un contrato en Televisión Española y luego se llegó al acuerdo de pagarle 600 millones de pesetas durante diez años, dinero que salía del CNI. Según Alberto Saiz, bajo su conocimiento, "no salió dinero público del CNI para las manos de esta señora", sino que salía de donantes externos. 

El comisario Villarejo. 

Por otro lado, José Miguel Villarejo ha aportado nueva información sobre este asunto. Según El Periódico de España, Blanco Balín habría asegurado que empresas como Telefónica y Santander habrían pagado a Bárbara Rey casi 5,4 millones de euros. "Ellos le daban el dinero al Cesid y estos a la artista”, anotó el excomisario en su agenda. 

Cronología de una relación 

La discreción nunca ha sido uno de los mejores atributos de Juan Carlos de Borbón, y con su supuesta amante hablaba sin tapujos de todos sus problemas, incluyendo aspectos íntimos sobre la Reina y el golpe militar del 23-F. Durante esos años, parece que Bárbara Rey recibía de los fondos reservados del Ministerio del Interior unas atribuciones de entre uno y dos millones de pesetas, pero según algunas fuentes podrían ser más.

Más tarde, los agentes del CNI le abrieron una cuenta bancaria en el Kredietbank de Luxemburgo, donde ingresaron 26'3 millones de pesetas, según publicó Ok Diario en enero de 2017. Sin embargo, los ingresos se cortaron cuando la relación se interrumpió. Fue cuando ella intentó llegar a un acuerdo indicando que tenía material gráfico y audiovisual que podía comprometer al Rey.  Una historia que no ha sido explicada aún del todo y que la actriz nunca ha querido desvelar. 

Lo cierto es que, entre 1994 y 1996, la actriz recibió altos honorarios de TVE por presentar Esto es espectáculo junto a Ramón García. El programa se mantuvo hasta la llegada del PP al poder. Parece ser que entonces la actriz retomó sus peticiones directas de dinero.

En los primeros meses de 1997 entró en el entorno de la actriz una curiosa mujer, Cristina Ordovás, la marquesa de Ruiz de Castilla, un personaje siniestro cuya relación con los Servicios Secretos españoles nunca ha estado del todo clara. Fue esta amiga quien se encargó de hacer salir a la actriz de su casa la noche en la que supuestos agentes del CESID (hoy CNI) entraron en su chalé. La excusa era que a la actriz le entregaban el premio Bombín de Plata.

Bárbara Rey.

Bárbara presentó varias denuncias en una comisaría de Boadilla del Monte, hasta que la tercera, en junio de 1997 saltó a los medios. El escándalo recorrió todo el país. Bárbara confesó estar recibiendo amenazas de muerte. La actriz aseguró que lo contaría todo en el programa Tómbola. Aunque viajó a Valencia, desde donde se emitía el programa, Bárbara nunca entró plató, aunque sí cobró por su intervención. Sólo el diario Levante recogió una rueda de prensa posterior de la actriz en la que ésta acusó de nuevo a “altas personalidades” de querer vetarla.

Pronto llegó la calma y Bárbara obtuvo un ventajoso contrato para presentar un programa de televisión en Canal 9 durante cinco años. Lo que ocurrió en ese tiempo nunca se ha sabido del todo. Varios autores han dado su versión, como Jesús Cacho en El negocio de la libertad Pedro J. Ramírez en El desquite. Este último llega a narrar una escena digna de Berlanga. Según el exdirector de El Mundo, la actriz recibía mensualmente un maletín con dinero a cambio de silencio. En una ocasión, Bárbara sospechó del ruido que provenía del mismo y lo lanzó a la piscina. Al ver que no estallaba nada, se zambulló a por el dinero.

Lo que sí parece claro es que la vedette supo moverse en el ambiguo mundo de los espías con la misma facilidad que en los platós de cine y televisión. Sorteó varias trampas y hasta tanteos de individuos de toda clase, interesados en el supuesto material que la murciana tenía.

Es una historia llena de espacios en blanco que sólo la actriz puede llenar y, por ahora, parece que no está dispuesta a hablar, aunque entre líneas sí lo ha hecho en sus recientes entrevistas. Sabe que es su última baza y nadie sabe si algún día la jugará.

Manolo Prado y Colón de Carvajal. 

¿Por qué decidió grabar esos vídeos y audios? ¿Qué hay de importante en ellos? Supuestamente la actriz llegó a colocar cámaras y micros adquiridos en la Tienda del Espía para grabar sus encuentros íntimos con el Rey. Claro que, más darían de sí sus supuestas conversaciones sobre temas políticos y familiares, así como un vídeo en el que la actriz le sirve una paella en minifalda.

Muchos creen que Bárbara buscaba un chantaje a la Corona, otros que simplemente se grabó como protección. La actriz tenía muy presente que el final de otras compañeras que habían tenido relaciones con hombres poderosos no habían sido muy halagüeños, como es el caso de sus amigas Nadiuska y Sandra Mozarowsky. Sólo ella sabe hasta qué punto se arriesgó en ciertos mundos que, en teoría, le eran ajenos.

Bárbara Rey protagonizó, voluntariamente o no, uno de los episodios más oscuros del reinado de Juan Carlos I. Una historia llena de sombras, en la que la artista, María García para el DNI, conocida como Marita la Totanera entre sus amigos, demostró que tenía una inteligencia natural y un instinto de supervivencia cuanto menos sorprendentes.