Se han cumplido cuarenta años del ‘felipismo’, época en la que Felipe González Márquez se hizo por primera vez con el Gobierno de España de la mano del PSOE. Fue el 28 de octubre del año 1982. Durante su gobierno, el país sufrió una gran modernización, pero también en estos años se produjo una de las grandes tramas de corrupción de este país: el caso Filesa, el gran agujero negro en la democracia española.

El caso Filesa (nombre en referencia a una de las empresas del holding fantasma) constituye uno de los escándalos más complejos e inéditos de financiación irregular de un partido gobernante (el PSOE), que había ingresado en sus arcas más de 1.000 millones de pesetas mediante procedimientos ilícitos.

Las investigaciones judiciales produjeron auténticos terremotos en las filas socialistas. Por primera vez, un juez registraba su sede federal de Ferraz como si de vulgares chorizos se tratara; se rompía definitivamente la confianza entre Felipe González y Alfonso Guerra; los “guerristas” eran desplazados del núcleo central del “aparato” y el Presidente del Gobierno tuvo que convocar elecciones generales anticipadas en junio de 1993, después de que los tres peritos judiciales asignados al caso entregaran un informe demoledor que probaba las conexiones entre el holding Filesa y el PSOE.

La necesidad de más financiación

Para sus militantes, el PSOE era la formación elegida para poner a España en su lugar dentro del concierto internacional y para lograr que la sociedad, tras cuarenta años de franquismo, se tornase más justa, solidaria y libre. Las palabras de Felipe González y su entonces número dos, Alfonso Guerra, eran recibidas como un dogma de fe.

Felipe González durante el juramento del cargo. 

Con el paso de los años, la militancia socialista fue creciendo. Sin embargo, este aumento no llevó aparejado un incremento patrimonial ni económico. Las cuotas nunca supusieron una seria fuente de financiación. Cubrían, cuando se conseguían recaudar, una mínima parte de las necesidades organizativas. Por eso, los máximos responsables socialistas eran conscientes de que necesitaban dinero si querían tomar parte con garantía de victoria en las elecciones venideras. Cada vez que el PSOE acudía a unos comicios generales le suponía más de 1.200 millones de pesetas a sus arcas, lo mismo ocurría cuando se convocaban elecciones autonómicas y municipales.

Los dirigentes del PSOE pronto solucionaron esta disyuntiva. Y de una manera muy fácil: vendiendo su alma al Diablo. Poco después de las elecciones municipales del 3 de abril de 1977, en las que consiguieron su primera gran victoria, comenzaron a financiarse con comisiones procedentes de contratas de limpieza, de construcciones, de recalificaciones… todo lo que el poder municipal daba de sí. Posteriormente, el sistema se aplicaría de idéntico modo desde el poder central y desde muchos de los gobiernos autonómicos. Esta práctica se mantendría en secreto hasta diciembre de 1989, cuando estalló el primero de los grandes escándalos financieros del PSOE, el caso Juan Guerra, uno de los llamados “conseguidores” del partido y hermano del entonces vicepresidente del Gobierno. Los dirigentes socialistas ya habían pasado del autobús electoral al jet privado, y de los bocadillos de jamón y queso a los manjares de los restaurantes de cinco tenedores.

Para intentar paliar la endeble salud económica de las formaciones políticas españolas se aprobó en 1987, por consenso parlamentario, la Ley de Financiación de Partidos Políticos. La razón esgrimida entonces fue la necesidad de hacer frente a la necesidad histórica y cerrar un marco legal para controlar las finanzas de los distintos partidos políticos. Hasta ese momento el manido sistema del maletín no era castigado penalmente, al no existir regulación legal al respecto. Con la aprobación de la nueva Ley, el PSOE renunciaba a su principal sistema de financiación encubierta, pero a cambio recibía una fuerte compensación de las arcas del Estado.

La creación de Filesa

Los ideólogos socialistas comenzaron a maquinar una nueva fórmula para conseguir dinero fácil y rápido. Por eso, al mismo tiempo que este ciclo terminaba, un puñado de dirigentes creaba en Barcelona el holding Filesa, cuya primera piedra fue la empresa de asesoramiento Time Export S.A., propiedad del diputado socialista Carlos Navarro Gómez y del senador, también socialista, José María Sala Grisó. Este grupo de empresas lavaba el dinero negro de las comisiones por medio de facturas que se emitían por informes técnicos inexistentes. Una forma más supina y formal de plasmar la financiación ilícita.

Así la trama Filesa se convirtió en la principal fuente de ingresos irregulares del PSOE, paralela a la tradicional vía de los “conseguidores” del partido, como Aida Álvarez, Sotero Jiménez, Juan Carlos Mangana Morillo o Eduardo García Basterra, la mano derecha del que fuera presidente del PSOE, Ramón Rubial. Las comisiones sobre el montante global de la operación iban de un 1,5 por ciento hasta un 3,5 por ciento e, incluso, un 4,5 por ciento en casos excepcionales. El holding Filesa se transformó en el vehículo de captación de unas comisiones cuyo valor ascendió a más de 1.000 millones de pesetas, parte de las cuales fueron destinadas a sufragar los gastos de las distintas elecciones celebradas en 1989. Con estos fondos “extraordinarios”, el PSOE sobrepasaba a hurtadillas y con creces el límite de gastos electorales impuesto por la Junta Electoral Central. De esta manera competía con ventaja ante sus adversarios a la hora de llegar a los ciudadanos con más garantía de éxito.

Carlos Rodríguez Bono y Viajes Ceres

La red de corrupción de Filesa fue desvelada hace veintiséis años por el director de elcierredigital.com, Juan Luis Galiacho, en su libro 'Filesa: Las tramas del dinero negro en la política'. En este libro, escrito junto al gran periodista Carlos Berbell, además se destapó la conexión de Carlos Rodríguez Bono, primo del todo poderoso y onmipresente exministro socialista Jose Bono Martínez, con la agencia de viajes Ceres, una de las múltiples piezas de la trama.

'Filesa: Las tramas del dinero negro en la política' de Juan Luis Galiacho y Carlos Berbell.

La trama socialista, tachada de organización criminal, se centró, en este caso, en las partidas liberadas por el Imserso entre los años 1988 y 1990. Estas partidas cubrían el programa de vacaciones –traslados y estancias en hoteles– de hasta 250.000 personas de la tercera edad. No obstante, gran parte de estos fondos fue desviada utilizando las mismas sociedades instrumentales de los casos Filesa y Malesa con las que Ferraz se embolsó unos seis millones de euros, según sentenció el Tribunal Supremo en 1997.

Entre los procesados por los delitos de estafa, alzamiento de bienes y malversación de caudales, se encuentra Carlos Rodríguez Bono, primo del exministro de Defensa y expresidente socialista de Castilla-La Mancha, José Bono.

El desembarco de Filesa en Viajes Ceres se convirtió en definitivo en enero de 1989. En esa fecha Time Export tomaba el 20% del accionariado y Luis Oliveró, por recomendación del diputado Carlos Navarro, se convertía en miembro del consejo de administración.

En marzo de 1989, se abrió una nueva sede central del grupo en Madrid, en el número 9 de la céntrica calle de Jorge Juan. En el segundo piso de este edifico se insta­ló toda una serie de empresas tapadera que los hombres de Viajes Ceres habían creado para derivar los fondos proce­dentes de los programas de la tercera edad.

Algunas de estas empresas también tenían otra sede situada en el Paseo de la Castellana, 141. Allí se encontraban Kar­tel de Inversiones, Omni Video y Proyectos e Inversiones Inmobiliarias, todas ellas participadas por el primo del presidente José Bono, Carlos Rodríguez Bono.

Los protagonistas del caso Filesa

Uno de los nombres vinculados a la trama Filesa fue el ya fallecido Guillermo Galeote, encargado de crear toda la estructura junto al catalán Carlos Navarro. Galeote fue elegido para sustituir a Emilio Alonso Sarmiento en la secretaría de Finanzas durante el XXXI Congreso Federal del PSOE, celebrado en Madrid entre el 22 y el 24 de enero de 1988.

Galeote durante el escándalo de Filesa.

Galeote mantenía entonces una estrecha relación sentimental con la secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, la senadora y eurodiputada Elena Flores Valencia , con la que se veía en un piso del barrio de Argüelles, de Madrid. La influencia de Elena Flores sobre Guillermo Galeote pronto se dejó notar. Su hermano, Alberto Flores, fue nombrado por el partido como el principal accionista del 'holding' Filesa y delegado del mismo en Madrid. Alberto Flores, asesor fiscal de profesión, fue el hombre de confianza que el aparato de Ferraz puso en la estructura de Filesa para equilibrar el peso ejercido por los catalanes de Navarro.

Sin embargo, todos los miembros de la Ejecutiva sabían que la tarea de Guillermo Galeote al frente de las finanzas era secundaria. Su especialidad estaba en el análisis electoral y en la preparación de las campañas, junto a Alfonso Guerra. Para cumplir el cometido de administración y contabilidad estaba Carlos Navarro, quien ejerció como verdadero secretario de Finanzas en la sombra. El catalán aterrizó precedido de una fama de hombre duro en las negociaciones con los bancos, a cuyos dirigentes trataba de forma déspota.

Galeote y Navarro llegaron a las finanzas del PSOE para salvar al partido de su dramática situación contable. Así lo acreditó un informe interno del PSOE, elaborado por la secretaria de Finanzas de Emilio Alonso Sarmiento para el XXXI Congreso, en el que dejó su puesto. Tras el informe, Galeote y Navarro crearon, para salvar esta situación, la trama Filesa, el gran escándalo de la financiación irregular del Partido Socialista Obrero Español que todavía hoy se recuerda, 40 años después de la primera victoria de Felipe González.