Juan Ignacio Blanco salía junto a Fernando García, padre de Miriam, en numerosos programas de televisión durante la década de los noventa desde el hallazgo de los cadáveres de Miriam, Toñi y Desirée, las niñas de Alcàsser en 1993. Fue entonces cuando juntos elaboraron una teoría alternativa a la que barajaba la policial. En ella sostenían que el crimen había formado parte de la grabación de una película snuff, implicaban a personas de las altas esferas tanto de la política como de la sociedad española y señalaban a Antonio Anglés y Miquel Ricart como meras cabezas de turco de estos poderosos.
Las tres niñas asesinadas en Alcàsser.
Durante aquellos años era fácil instalar la ceremonia de la confusión gracias a las televisiones. Las gravísimas acusaciones sobre personas concretas con nombre y apellidos, como Alfonso Calvé, exgobernador civil de Alicante. José Luis Bermúdez de Castro, productor de cine, y Luis Solana, ex presidente de Telefónica, fueron vertidas en el programa Esta noche cruzamos el Mississippi de Telecinco sin prueba alguna.
Alfonso Calvé, que fue acusado de la trama de Alcásser.
Aquel montaje recibió una ayuda inesperada con la aparición en Bélgica de una red de pedofilia, que se dedicaba a matar a niñas y grabar en directo sus horrendos asesinatos. Todo esto ayudó a formalizar y traído la increíble teoría de la existencia de una mafia de altas personalidades vinculadas al poder político y ricos empresarios que se dedicaban a secuestrar niñas para increíbles terapias de choque. Un montaje destinado a desprestigiar a personas inocentes, basado en una verdad cruel, el crimen de Alcàsser, montada a partir de un cúmulo de falsedades que en ningún caso se pudo probar. Fue, sencillamente, la historia de una venganza.
Todo empezó el 29 de enero de 1997, cuando en una entrevista en directo en el programa de Telecinco, Esta noche cruzamos el Mississippi, el periodista Juan Ignacio Blanco, que trabajaba para el supuesto equipo de investigación de Femando García, padre de Miriam, una de las tres niñas asesinadas dio varios nombres.
Alfonso Calvé, José Luis Bermúdez de Castro y Luis Solana no vieron en directo las graves imputaciones. Los dos primeros se enteraron por amigos que llamaron por teléfono. Treinta y cinco minutos después de salir su nombre en el programa Esta noche cruzamos el Mississippi, el productor Bermúdez de Castro presentó una querella ante el Juzgado de Guardia de Madrid.
Mientras tanto, Alfonso Calvé, exgobernador civil de Alicante y exsubdirector general de la Policía durante la etapa de Felipe González, destrozado e incrédulo, se reunía con su mujer y su hija para comentar las barbaridades que habían dicho sobre él en la televisión. Después, Calvé y Solana se sumaron a la querella contra Blanco presentada por Bermúdez de Castro.
Ángel Sopeña, acusado de urdir la trama de la conspiración de Alcàsser.
Pero, ¿quiénes estuvo realmente detrás de estas falsas informaciones? ¿Y por qué? Calvé y Bermúdez aseguraban tener la respuesta a estas preguntas. Los dos presentaron poco después una querella también contra el médico Ángel Sopeña como inductor de las presuntas calumnias vertidas en aquel programa de televisión.
El ex gobernador civil de Alicante, Alfonso Calvé, y el productor de cine, Bermúdez, acudieron al juzgado convencidos que detrás de las informaciones falsas sólo podía estar, a modo de venganza, un ex socio suyo, el ginecólogo Ángel Sopeña Quesada. El médico fue entonces acusado de ser el inductor intelectual de las acusaciones vertidas en el programa y de intoxicar al periodista de televisión como una manera de preparar su vendetta por problemas en negocios anteriores.
Moisés Domínguez en una foto antigua.
Sopeña, conocido ginecólogo-tocólogo, fue uno de los pioneros en la fecundación in vitro en España y creador de un DIU (Dispositivo intra uterino) como método de planificación familiar. Era dueño de la Clínica 2.200 en la Avenida de Juan XXIII (Madrid). A finales de los ochenta entró en contacto con Bermúdez de Castro para comprar un edificio en la Avenida del Valle, el antiguo Instituto de Ciencias Neurológicas. Para eso crearon la sociedad Vulpiyuri, con otros socios, un hermano de Ángel Sopeña, José María, y unos amigos de Bermúdez, el matrimonio Meseguer. Vulpiyuri alquiló dos plantas a una sociedad. Medicina Tecnológica, cuyos socios fueron los médicos Alfonso Calvé (entonces subdirector general de la Policía), Rogelio Hernández Madariaga (primo de Luis Solana Madariaga) y Ernesto Gómez.
En la querella se demostraba la relación mercantil y también las vinculaciones en varios negocios entre las familias Sopeña y Solana. Concretamente, dos hermanos de Ángel Sopeña, José y Mariano, eran entonces socios de Luis Solana y otros familiares, como Gonzalo Pérez Pita (cuñado del ex presidente de Telefónica), en las empresas Ingeniería Belinchón, Graminsa S.A, Silvosa S.L., y Radiomar. Ángel Sopeña era entonces el único nexo entre las tres personas -Calvé, Bermúdez de Castro y Solana- que fueron implicadas en el programa de televisión por el crimen de Alcásser.
Luis Solana Madariaga, que se vio incluido muy a su pesar en una venganza que no tenía nada que ver con él.
Bermúdez de Castro tenía el 50 por ciento de Vulpiyuri S. A.; Ángel Sopeña, el 20; y su hermano José María, el 10 por ciento. La relación empresarial acabó como una guerra civil y Sopeña comenzó su particular cruzada contra el productor Bermúdez, al considerarse estafado desde el momento en el que el productor de cine decidió vender el edificio de la clínica y comunicó a sus socios que lo vendía en unos 500 millones de las antiguas pesetas. Lo cierto es que Sopeña creyó entonces que Bermúdez lo engañaba, ya que meses después Procisa, una empresa constructora vinculada al famoso promotor Luis García Cereceda (Lugarce), lo revendió en 1.300 millones.
Pero la guerra entre productor y ginecólogo no acabó ahí. El 16 de diciembre de 1992, Sopeña acudió a un juzgado de Madrid para denunciar que Bermúdez se encontraba detrás de un supuesto robo de documentos desaparecidos de su chalet en Puerta de Hierro. A Alfonso Calvé le acusaba también de obstaculizar las denuncias desde su puesto en la Subdirección General de la Policía.
Aparece Moisés Domínguez
En cualquier caso, el origen de la escandalosa información también quedó reflejado en la posterior declaración del periodista Juan Ignacio Blanco ante el juez, a raíz de las querellas presentadas contra él, cuando reconoció que después de decir en directo los tres nombres recibió una llamada en Telecinco y su interlocutor le dijo ser hermano de Ángel Sopeña y le comentó que "cómo es que había hecho caso a su hermano, que si estaba loco por decir en televisión lo que había comentado su hermano. Ya que al parecer este Ángel Sopeña había perdido una clínica y que los contrarios eran los querellantes (Bermúdez de Castro y Calvé)".
Otro nuevo personaje, el empresario José Moisés Domínguez, dueño de la sociedad Club Plaza Mayor, entró entonces en escena, asegurando ser socio del entonces comisario Alberto Elias, responsable de la Brigada de Interior y luego de Estupefacientes. Domínguez aseguraba que todo lo que sabía se lo había contado el comisario Elias. Aquí empezo a tejerse la tela de araña de la conspiración sobre Calvé y Bermúdez de Castro que acabaría siendo "desvelada" en el citado programa de televisión por Juan Ignacio Blanco, convertido en mero instrumento de una venganza.
José Moisés Dominguez fue quien de verdad movió todos los hilos de esta teoría conspirativa, la hicieron suya Fernando García y Juan Ignacio Blanco, sin aportar ningún tipo de pruebas, como los periodistas de aquella época pueden confirmar.